La guerra contra el azúcar no ha hecho más que comenzar y, algunas autoridades españolas, ya han dado el primer paso. El Ministerio de Hacienda ha decidido imponer un nuevo gravamen sobre productos perjudiciales para la salud, como el alcohol y el tabaco, aunque esta vez, también ha incluido los refrescos azucarados.
En la teoría, este nuevo impuesto, que supondrá un precio más elevado de estos productos, logrará una reducción de su consumo y, por ende, una menor tasa de obesidad en nuestro país; pero, ¿realmente va a disminuir la obesidad por no consumir refrescos?
"Elegir refrescos en su versión light o zero está al alcance de los ciudadanos desde hace muchos años"
Por un lado, cabe destacar la versión light o zero de estos productos, una opción más saludable sin aporte calórico y sin azúcar, y que los ciudadanos tienen a su alcance desde hace bastantes años, por lo que esta es una forma de controlar el consumo de azúcar.Además, el nuevo gravamen que ataca directamente y exclusivamente a los refrescos, deja a un lado la comida rápida o bollería industrial, un grupo de alimentos cuyo aporte calórico y de azúcares es significativamente más elevado.
En este sentido, hay que hacer referencia al Estudio Aladino, realizado por la Estrategia Naos (Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad), cuyas conclusiones revelan que el 7,8% de los menores de entre 6 y 9 años en España consumen galletas, pasteles, donuts o bollos a diario, frente al 1,1% que toma refrescos cada día.
Y es que, si el gravamen que ha establecido el ministro Cristóbal Montoro quiere reducir la tasa de obesidad, que en los menores está en el 18,3%, habría que “castigar” también al sector de las patas fritas, hamburguesas, pizzas o bollería industrial.
Por otro lado, en términos económicos, Montoro ha asegurado que espera recaudar unos 200 millones de euros con este impuesto, pero no ha explicado en qué se invertirán…
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