La ley federal establece ciertas restricciones para los exempleados de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA). Estas restricciones están diseñadas para evitar conflictos de interés y el uso indebido de la información o influencias obtenidas durante su tiempo en la agencia. Concretamente, los antiguos trabajadores no pueden participar en actividades de lobby relacionadas con asuntos en los que estuvieron involucrados directamente mientras trabajaban para la FDA.
A pesar de estas restricciones, una investigación publicada en la prestigiosa revista médica BMJ(British Medical Journal) y que recoge Fierce Pharma señala que existen lagunas en estas regulaciones. Esto significa que hay formas en las que los exempleados pueden seguir influyendo en la FDA o en la industria farmacéutica de maneras que técnicamente no violan las leyes, pero que podrían ir en contra del espíritu de las mismas.
En este sentido, en el documento se explica que una vez los empleados abandonan la FDA, a menudo se les orienta sobre cómo pueden seguir trabajando en la industria farmacéutica o relacionada sin infringir directamente las prohibiciones federales, aprovechando las lagunas legales.
Entre los requisitos éticos federalesse establece que los antiguos empleados del poder administrativo, no pueden comunicarse con el gobierno ni comparecer ante él en nombre de su nuevo empleador respecto a esos asuntos particulares relacionados con casos en los que formó parte durante su servicio público. Además, tampoco pueden formar parte de actividades donde no estuvieron involucrados personalmente, pero que estaban dentro del ámbito de su “responsabilidad oficial” durante el último año de su servicio.
La investigación del BMJ logró acceder a los correos electrónicos internos de extrabajadores a través de una solicitud de la Ley de Libertad de Información
Mientras tanto, aquellos clasificados como “empleados de alto nivel” de agencias federales están sujetos a un “período de enfriamiento” adicional por un año después de que dejan el gobierno, durante el cual no pueden contactar o reunirse con su antigua agencia. Este período de enfriamiento está diseñado para proporcionar un margen de tiempo durante el cual los ex altos funcionarios no puedan aprovechar sus recientes conexiones y conocimiento interno para ejercer influencia.
La investigación del BMJ logró acceder a los correos electrónicos internos de extrabajadores a través de una solicitud de la Ley de Libertad de Información. Se muestra que empleados del departamento de Ética de la FDA dicen a dos funcionarios de la agencia que habían trabajado en las aprobaciones de la vacuna COVID-19 y que ahora se encontraban en Moderna que aún podían trabajar con la FDA indirectamente desde sus nuevos puestos.
Al respecto, el lobista de Asuntos Gubernamentales de la organización sin fines de lucro Public Citizen, Craig Holman, señala en el informe que, “de esta forma, la gente dejará de trabajar en el gobierno y podrá empezar inmediatamente a ejercer influencia y presión”. “Incluso pueden llevar a cabo una campaña de presión, siempre y cuando no levanten el teléfono y se pongan en contacto con sus exfuncionarios, y ese es exactamente el consejo que se da aquí”, añade.
“Incluso pueden llevar a cabo una campaña de presión, siempre y cuando no levanten el teléfono y se pongan en contacto con sus exfuncionarios, y ese es exactamente el consejo que se da aquí"
Aunque el asesoramiento proporcionado por los funcionarios de la oficina de Ética de la FDA cumple con las regulaciones vigentes, puede percibirse como una práctica cuestionable desde, precisamente, el punto de vista ético. Esto es especialmente relevante porque muchos empleados de la agencia, incluidos todos los comisionados de la FDA desde el año 2000, han pasado a trabajar a compañías farmacéuticas y otras empresas que anteriormente regulaban, según recoge el estudio del BMJ.
“Parece contrario al interés público que un exfuncionario esté a cargo de las actividades tras bambalinas, especialmente en un 'asunto particular' en el que había trabajado”, apunta Peter Lurie, excomisionado asociado de la agencia y ahora presidente del Centro para la Ciencia en el Interés Público. “En la práctica, esta política probablemente se desarrolle de una manera que favorezca los intereses de las grandes farmacéuticas, ya que es ahí a donde se dirigen muchos funcionarios después de la FDA”, concluye.