La sostenibilidad dentro de la cadena de suministro farmacéutico ha sido considerada un tema de gran relevancia dentro de la industria. La actividad del sector farmacéutico produce el 4,4% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. La fabricación de medicamentos representa entre el 25% y el 33% de todas las emisiones del sistema sanitario, teniendo sobre sus hombros la responsabilidad de minimizar este impacto.
Se prevé que el incremento de la contaminación de la industria farmacéutica continúe a un ritmo del 15,9% de aquí al año 2030. Para afrontar este problema, es necesario entender cómo cada parte de la cadena de suministro contribuye al uso de energía y a la posterior efusión de la misma, habiendo interiorizado procesos de esta cadena que han representado el 90% del consumo de energía de una empresa. Revisar estos métodos se vuelve prioritario de cara a mejorar la infraestructura y respaldar prácticas más ecológicas.
Existen alternativas de origen natural que pueden obtenerse de forma más sostenible cómo el aceite de palma, celulosa, azúcar, estaño, oro y otros minerales se pueden extraer mediante iniciativas responsables.
El impacto ambiental de la cadena de suministro farmacéutico debe comenzar desde el abastecimiento de materias primas, utilizadas para producir medicamentos y materiales médicos. Las propias materias primas utilizadas de manera general no son renovables. Sin embargo, sí existen alternativas de origen natural que pueden obtenerse de forma más sostenible, como aceite de palma, celulosa, azúcar, estaño, oro y otros minerales que se pueden extraer mediante iniciativas responsables.
Los materiales para el embalaje también pueden obtenerse de forma más sostenible. Algunos de los ejemplos utilizan papel de madera desarrollado bajo diversas certificaciones e iniciativas forestales sostenibles, como la recolección de caucho natural, el uso de plástico reciclado, materiales renovables o vidrio. Su utilización dentro de la cadena de producción se ha vuelto cada vez más común.
Se utiliza una gran cantidad de energía en la síntesis de materias primas y enel transporte de los materiales a las instalaciones de fabricación. En el informe de sostenibilidad “Hacia un futuro más verde”, publicado por la Convención sobre Ingredientes Farmacéuticos (CPHI por sus siglas en inglés), se destaca cómo las compañías farmacéuticas pueden formar redes de proveedores y reformar las adquisiciones para incentivar tecnologías más ecológicas. De esta forma, vemos a muchas compañías utilizar técnicas más ingeniosas para reducir o compensar su consumo energético, como la cromatografía de fluidos supercríticos (SFC) de purificación ecológica, que utiliza CO2 recuperado y reciclado. Bristol-Myers Squibb es una de las empresas que han realizado una inversión en tecnología sostenible. Han implementado el uso de la química verde, con la que diseñan productos y procesos químicos más eficientes y seguros, mediante el uso de disolventes alternativos que reducen la huella de carbono.
La última tecnología ha permitido el desarrollo de biorreactores más pequeños e incluso de un solo uso fabricados con un plástico desechable
La construcción de plantas de fabricación es otro de los cambios que se están implementando creando plantas de biofabricación. La última tecnología ha permitido el desarrollo de biorreactores más pequeños, e incluso de un solo uso, fabricados con un plástico desechable y sostenible, permitiendo a las compañías construir plantas más pequeñas y más eficientes.
El transporte de muchos medicamentos, como vacunas, conlleva su distribución en cadena de frío, siendo necesarios vehículos refrigerados que utilizan una gran cantidad de energía, sumándose a la gran cantidad de emisiones que se generan por los propios vehículos. El transporte marítimo puede ser una alternativa más sostenible. Con el aumento de la cantidad de combustibles ecológicos utilizados, como los biocombustibles elaborados a partir de aceite vegetal hidrotratado en vehículos diésel. Con esta distribución se logra que las emisiones se reduzcan en un 90% en comparación con los vehículos convencionales que funcionan sólo con diesel.
Los gobiernos de todo el mundo están intensificando sus esfuerzos para fomentar iniciativas que cambien los procesos e incorporen los avances tecnológicos que permitan que la cadena de suministro sea más sostenible.