Estados Unidos se posiciona como un líder indiscutible en la industria farmacéutica mundial gracias a una combinación de factores que incluyen la alta inversión en I+D, un mercado atractivo, la presencia de grandes empresas y un ecosistema favorable a la innovación. Por ello, y como es evidente, lo que ocurra en el país norteamericano afecta al mercado farmacéutico global.
En este sentido, una de las últimas novedades en términos legislativos ha sido la Biosecure Act, un proyecto de ley centrado en la bioseguridad que presentaron a principios de año y, aunque no se ha convertido en una ley todavía, se encuentra en proceso de consideración en la Cámara de Representantes.
En concreto, esta iniciativa legislativa propone restringir la financiación del gobierno federal a las actividades de I+D de ciertas empresas biotecnológicas chinas. No solo de forma directa, sino también indirecta, es decir, limitar la capacidad de estas empresas para recibir financiamiento federal a través de subcontrataciones o colaboraciones con instituciones de investigación estadounidenses que reciben fondos federales. Además, conlleva una revisión de seguridad más rigurosa para cualquier proyecto de I+D que involucrara a biotecnológicas extranjeras.
Esta iniciativa legislativa propone restringir la financiación del gobierno federal a las actividades de I+D de ciertas empresas biotecnológicas chinas
Una ley muy llamativa que señala a todas aquellas compañías del sector biotecnológico o el farmacéutico que colaboran con el país asiático y que surge precisamente de las preocupaciones sobre la potencial transferencia de tecnología y datos privados de EE.UU. a China. Más concretamente, en la propuesta de esta medida, por parte de Mike Gallagher en el Congreso y de Mitt Rommey en el Senado, mencionan que se trata de un riesgo para la seguridad nacional de Estados Unidos porque esta “información confidencial” puede ser utilizada por el gobierno Chino con fines militares o de espionaje.
Aunque son muchas las biotecnológicas o farmacéuticas que se puedan ver salpicadas por este tema, el gobierno estadounidense señala directamente a cuatro: BGI; MGI; Complete Genomics y WuXi AppTec.
En el primer caso, anteriormente conocido como Beijing Genomics Institute es una de las compañías genómicas más grandes del mundo. Entre sus mayores logros se encuentra su participación en el Proyecto Genoma Humano y el desarrollo de tecnologías avanzadas de secuenciación de ADN. Desde EEUU la acusan por recopilar datos genéticos de individuos de todo el mundo, lo cual podría ser utilizado para objetivos de vigilancia o manipulación genética, además, cuenta con un vínculo claro con el gobierno chino.
Por parte de MGI, también llamada MGI Tech Co, es una subsidiaria de BGI que se enfoca en el desarrollo y fabricación de tecnologías de secuenciación de ADN, posicionando así en la actualidad como uno de los líderes en la tecnología de secuenciación de próxima generación. En cuanto a los peligros y relación con el Ejecutivo de Xi Jinping, son prácticamente los mismos que MGI al tratarse de una subsidiaria. Al igual que Complete Genomic, la empresa de secuenciación de ADN especializada en servicios de secuenciación de genomas completos y subsidiaria de MGI.
Aunque no se haya convertido todavía en una ley como tal, el debate sobre la bioseguridad y la transferencia de tecnología sigue siendo un tema importante en la política estadounidense, y ya demuestra lo que podría ser su entrada en vigor
Por último, WuXi AppTec es una empresa de servicios de investigación y desarrollo de fármacos con sede en Shanghái. La compañía ofrece una amplia gama de servicios que abarcan desde la investigación y desarrollo preclínico hasta la fabricación de productos farmacéuticos, que le ha llevado a colaborar con muchas empresas a nivel global. En su caso, las preocupaciones de EEUU surgen de su gran presencia en la cadena de suministro global, que podría permitir al gobierno chino obtener acceso a mucha información.
Esta medida no ha dejado a nadie indiferente en el país norteamericano, algunos legisladores y expertos se han mostrado muy a favor del aumento de la seguridad en este sentido para proteger los intereses nacionales. Por otro lado, las empresas biotecnológicas han criticado el proyecto de ley, calificándolo de discriminatorio y perjudicial para la colaboración internacional en investigación científica.
En una parte más objetiva, algunos científicos y académicos han expresado su preocupación de que la ley pudiese obstaculizar la investigación científica y la colaboración industrial. Abriendo así una brecha con China, que a su vez es una de las potencias mundiales en el sector farmacéutico. Aunque no se haya convertido todavía en una ley como tal, el debate sobre la bioseguridad y la transferencia de tecnología sigue siendo un tema importante en la política estadounidense, y ya demuestra lo que podría ser su entrada en vigor.