La farmacéutica estadounidense Pfizer completó la compra de Seagen por un total de 43.000 millones de dólares (39.630 millones de euros) en diciembre. Un movimiento con el que la compañía, según apuntó el director ejecutivo Albert Bourla, estaba “adquiriendo la gallina de los huevos de oro”. Menos de tres meses después se ha comprobado que no todo era lo que parecía, ya que el acuerdo conllevaba unas ambiciosas instalaciones en construcción.
Pfizer ha confirmado en un informe del Puget Sound Business Journal la decisión de frenar la construcción del edificio de más de 82.000 metros cuadrados que se supone que se situaría en Everett, Washington. Un proyecto en el que se había embarcado Seagen con el objetivo de reducir su dependencia de los fabricantes contratados para el suministro de productos comerciales y clínicos pertenecientes a su cartera de oncología.
"Después de una cuidadosa evaluación, hemos tomado la difícil decisión de finalizar la construcción del nuevo edificio”
“Pfizer evalúa periódicamente la red de fabricación para garantizar que los recursos se utilicen de manera efectiva en función de las demandas proyectadas de los productos. Después de una cuidadosa evaluación, hemos tomado la difícil decisión de finalizar la construcción del nuevo edificio”, dijo Pfizer en un comunicado.
Seagen reveló la estrategia de construir esta nueva planta por 350 millones de dólares (322 millones de euros) en abril de 2022, aclarando que se trataba de un movimiento para “obtener mayor control y flexibilidad” sobre la producción de sus medicamentos para tratar el cáncer. La compañía fijó el final de las obras para los últimos meses de 2024 y señaló que albergaría a 200 trabajadores.