Un nuevo análisis de ‘The BMJ’ recoge que desde la farmacéutica Mallinckrodt llevaron a cabo una serie de estrategias para influir en los médicos y que recetaran sus opioides. A lo largo de esta última década se han enfrentado a miles de demandas que lo acusan de participar en tácticas de marketing engañosas para aumentar las ventas de su analgésico, sin embargo, el hecho de ayudar a que los profesionales receten su producto adquiere un grado de importancia aún mayor.
Según recogen desde Fierce Pharma, esta empresa fue la mayor productora de opioides en Estados Unidos, incluida la hidrocodona, la hidromorfona y la oxicodona, durante varios años. Desde Mallinckrodt continúan negando haber actuado mal, pero los acuerdos y multas resultantes la han llevado a declararse en quiebra en 2020 y 2023, momentos en los que se hicieron públicos miles de documentos internos que desencadenaron el pago de 1.700 millones de dólares (1.579 millones de euros) al gobierno y a las víctimas.
Los doctores Sergio Sismondo y Maud Bernisson apuntan que en la investigación se puede observar una mezcla heterogénea de tácticas para lograr mayores ventas. Es decir, una combinación de estrategias con las que trataron de convencer a los médicos de que los opioides no sólo eran tratamientos eficaces para el dolor agudo y crónico, sino también seguros para un uso prolongado.
Desde Mallinckrodt continúan negando haber actuado mal, pero los acuerdos y multas resultantes la han llevado a declararse en quiebra en 2020 y 2023
Entre estas tácticas se encuentra la contratación de médicos por parte de Mallinckrodt para que llevaran “la voz cantante” e influenciasen a otros sanitarios. Por ejemplo, algunos sirvieron como copresidentes del curso de educación médica continua que Mallinckrodt desarrolló para promocionar los beneficios de los opioides para el manejo del dolor. Según datos de Fierce Pharma el curso llegó a más de 88.000 médicos.
Uno de los planteamientos más llamativos que utilizaron desde Mallinckrodt, y que recoge este informe, trata sobre cómo el dolor agudo comúnmente no se trata y, si no se trata, puede convertirse en dolor crónico. Por ello, apuntaban que recetar opioides con carácter preventivo podría detener el dolor crónico, pero también podría eliminar la exposición prolongada a los opioides, al empezar antes, lo que, a su vez, podría minimizar el abuso de drogas.
Con el comienzo de las muertes por sobredosis en los Estados Unidos estas tácticas que mencionan Sismondo y Bernisson comenzaron a frenarse y los médicos que hablaban sobre los beneficios de los opioides fueron desapareciendo. En términos totales, desde el 1999 más de 600.000 personas han muerto por sobredosis en los Estados Unidos, una situación que ha empeorado estos últimos años, con un aumento del 56% desde el 2019 al 2022.