Desde la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, la industria farmacéutica en Estados Unidos ha estado en el centro de varias reformas regulatorias importantes. Una de las más significativas fue la promulgación de la Ley de Reducción de la Inflación de 2022, que introdujo la negociación de precios de medicamentos bajo un programa de seguro de salud público administrado por el gobierno federal de los Estados Unidos conocido como Medicare.
Esta legislación permitió al gobierno negociar los costes de ciertos medicamentos, imponiendo límites en los gastos de bolsillo para personas mayores y fijando el precio de la insulina en 35 dólares mensuales (32 euros) para aquellos pacientes asegurados porque se encuentran en Medicare. Esta medida ha generado amplias críticas y alabanzas; algunos celebran los ahorros que proporcionan a los consumidores, mientras que otros, particularmente dentro de las compañías farmacéuticas, argumentan que esta regulación podría sofocar la innovación en la I+D de nuevos tratamientos.
A medida que se acercan las elecciones presidenciales de 2024, las visiones de los candidatos Kamala Harris y Donald Trump sobre la industria farmacéutica presentan enfoques marcadamente diferentes. Ambos han abordado el tema, pero con estrategias que reflejan sus visiones políticas más amplias y sus enfoques hacia la regulación del mercado.
Harris ha propuesto incluir hasta 50 medicamentos por año en las negociaciones de precios de medicamentos
En primer lugar, Kamala Harris, actual vicepresidenta y candidata demócrata, ha dejado claro que su intención es expandir las políticas introducidas durante la administración de Biden. De esta manera, Harris ha propuesto incluir hasta 50 medicamentos por año en estas negociaciones, lo que supone un incremento significativo en comparación con el plan actual. La intención es que estas medidas no solo beneficien a las personas mayores cubiertas por Medicare, sino también a quienes tienen seguros privados.
A su vez, entre sus propuestas más destacadas está la expansión del límite de 2.000 dólares anuales (1.843 euros anuales) en gastos de bolsillo por medicamentos, aplicándolo también a los asegurados con seguros privados. Esta política, que ya es efectiva para los beneficiarios de Medicare, busca reducir el impacto financiero que los medicamentos de alto coste pueden tener en la población general.
Además, Harris quiere hacer permanente el tope del precio mensual para la insulina, que hasta ahora solo se aplica a los beneficiarios de Medicare, y extenderlo a todos los pacientes con seguro médico que no esté vinculado a programas públicos como Medicare o Medicaid.
Harris ha sido una de las principales voces en exigir una mayor transparencia y regulación
En cuanto a los administradores de beneficios farmacéuticos (PBM, por sus siglas en inglés), Harris ha sido una de las principales voces en exigir una mayor transparencia y regulación. Los PBM son intermediarios entre las farmacéuticas y los consumidores, responsables de negociar los precios de los medicamentos y determinar qué medicamentos estarán cubiertos por los planes de seguro. Sin embargo, han sido acusados de prácticas opacas que inflan los precios. Harris ha abogado por una supervisión más estricta de estos actores, proponiendo que las autoridades federales de competencia intervengan para garantizar un mercado más justo y accesible.
Otro aspecto relevante en la propuesta de Harris es la regulación de las farmacéuticas que desarrollan medicamentos con fondos federales. Harris ha respaldado políticas que permitirían al gobierno intervenir más directamente en casos donde las farmacéuticas, en su opinión, están abusando de su posición al fijar precios excesivamente altos. Esto podría incluir la expropiación de patentes en casos extremos, una medida que busca garantizar que los tratamientos, especialmente aquellos desarrollados con apoyo del gobierno, sean accesibles para todos los estadounidenses.
UN ENFOQUE MÁS INCIERTO Y CONSERVADOR
Por su parte, Donald Trump, candidato republicano y expresidente, ha mostrado un enfoque más conservador y menos detallado en cuanto a sus políticas hacia la industria farmacéutica. Durante su primer mandato, intentó implementar la "regla de nación más favorecida", que habría vinculado los precios de los medicamentos de Medicare a los precios más bajos pagados en otros países desarrollados. Sin embargo, esta medida fue bloqueada por problemas legales y luego eliminada por la administración de Biden. A pesar de esto, Trump ha sugerido que podría revivir esta política, lo que podría generar ahorros importantes para los consumidores en Estados Unidos.
Trump también ha sido un defensor de la importación de medicamentos de otros países, como Canadá, donde los precios son considerablemente más bajos. Esta política se autorizó en su primer mandato, pero su implementación ha sido limitada. Por ejemplo, Florida ha sido el primer estado en recibir aprobación federal para importar ciertos medicamentos, aunque enfrenta obstáculos debido a la resistencia del gobierno canadiense.
Aunque Trump ha sido menos explícito en esta campaña sobre sus propuestas específicas para reducir los precios de los medicamentos, sus asesores han señalado que sigue comprometido con el tema. Su estrategia se enfocaría en aumentar la competencia de medicamentos genéricos y biosimilares, una medida que podría reducir considerablemente los precios en el mercado. Además, Trump ha mostrado interés en permitir la reimportación de medicamentos fabricados en Estados Unidos y vendidos a precios más bajos en el extranjero.
La diferencia clave entre Harris y Trump radica en sus enfoques hacia la intervención gubernamental
Otra de las propuestas que podrían surgir en un segundo mandato de Trump sería la ampliación de los límites de precios para la insulina, algo que también ha defendido. Durante su primer mandato, su administración implementó un modelo que limitaba los costos de bolsillo para algunos pacientes de Medicare, y podría mantener esta política como una de sus principales promesas de campaña.
La diferencia clave entre Harris y Trump radica en sus enfoques hacia la intervención gubernamental en el sector farmacéutico. Harris, con su enfoque en la regulación y el control de precios, es vista como una amenaza directa a los márgenes de beneficio de las empresas, lo que podría limitar sus incentivos para la innovación.
Por otro lado, Trump, aunque más favorable al sector empresarial, también ha mostrado disposición para desafiar la ortodoxia republicana en cuestiones de precios, lo que podría generar incertidumbre para las compañías, especialmente en áreas clave como la importación de medicamentos y la competencia con genéricos.