La salud mental ha adquirido un papel muy importante en los últimos años a través de múltiples campañas, jornadas y eventos que han conseguido concienciar a la sociedad de la necesidad de tratar este problema con mucho cuidado. Una de las consecuencias de que los investigadores biofarmacéuticos aprovechen los avances en la compresión del cerebro es el desarrollo de nuevos medicamentos, actualmente existen 163 fármacos dirigidos a enfermedades mentales que se encuentran en desarrollo o esperan ya, la aprobación de la Agencia del Medicamento de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), según apunta el nuevo informe de Pharmaceutical Research and Manufacturers of America (PhRMA). Esta cifra marca un ligero aumento en comparación a los datos correspondientes al año 2019, con 138 terapias y refleja la tendencia positiva de la industria en afecciones de este tipo.
Entre los países más afectados por la pandemia de trastornos mentales se encuentra Estados Unidos. Según el National Institute of Mental Health, uno de cada cinco adultos del país norteamericano experimentó al menos una enfermedad mental. Además, la pandemia de la Covid-19 ha empeorado la situación y ha provocado que hasta cuatro de cada 10 estadounidenses haya informado al menos una vez de sufrir ansiedad o depresión, y las visitas a emergencias por sobredosis de drogas e intentos de suicidio fueron un 36 % y un 26 % más altas en comparación a años anteriores.
El apartado de la depresión posparto y el trastorno depresivo mayor, es el más amplio, con 54 de los medicamentos en desarrollo seguido de la esquizofrenia y la ansiedad
Otro de los puntos en los que se detiene el informe es en las consecuencias económicas del aumento de casos de este tipo de enfermedades, el coste social esperado del promedio por vida relacionado con recibir un diagnóstico de enfermedad mental grave antes de los 25 años es de 1,85 millones de dólares (1.701.931.904 euros), mientras que el gasto total de todas las fuentes públicas y privadas para tratar enfermedades mentales y los trastornos por uso de sustancias le cuestan a los EE. UU. casi 300 mil millones de dólares (275.988.971.520 euros) cada año. Todo ello, unido al desconocimiento de la respuesta al tratamiento de cada uno, convierte a los fármacos para afecciones psiquiátricas en un sector peligroso.
DEPRESIÓN, ESQUIZOFRENIA, ANSIEDAD...
A pesar de todos los obstáculos, muchas biotecnológicas han decidido sumergirse y desarrollar sus propios tratamientos. El apartado de la depresión posparto y el trastorno depresivo mayor, es el más amplio, con 54 de los medicamentos y entre las empresas destacadas se encuentran, Alto Neuroscience, Sage Therapeutics y Relmada Therapeutics.
El segundo escalón lo componen la esquizofrenia y los trastornos de ansiedad, con 35 medicamentos en investigación cada uno, con Karuna Therapeutics, que se está preparando para el posible lanzamiento de su tan esperado medicamento para la esquizofrenia, KarXT, y Vistagen Therapeutics, que está trabajando en un aerosol nasal para la ansiedad social. Y por último, 33 tratamientos para trastornos relacionados con el abuso de sustancias, 13 para el trastorno bipolar y ocho dirigidos al déficit de atención e hiperactividad.
En Estados Unidos, menos de la mitad de todos los adultos consiguen recibir tratamiento para su enfermedad mental, y en el caso de las minorías raciales y étnicas es incluso más bajo
PhRMA argumenta en el final del informe que se necesitan reformas políticas para terminar con ciertas barreras significativas que enfrentan los pacientes para acceder a una atención de calidad. En Estados Unidos, menos de la mitad de todos los adultos consiguen recibir tratamiento para su enfermedad mental, y en el caso de las minorías raciales y étnicas es incluso más bajo.