La inteligencia artificial (IA) forma una parte esencial de la sociedad en la actualidad, desde puntos como la logística, donde facilita la distribución, el transporte, el almacenamiento y la trazabilidad de productos, hasta sectores como el de la salud, donde ha adquirido un papel protagonista en la mejora del diagnóstico, el tratamiento, la prevención y la investigación médica.
Precisamente en el ámbito sanitario, era impensable hace tan solo unos años llegar a imaginar donde se encuentra a día de hoy esta tecnología que ha conseguido: mejorar los tiempos para identificar enfermedades, procesando miles y miles de datos que antes tenían que analizar los propios sanitarios; desarrollar planes de tratamiento fundamentados en las operaciones de la IA; investigar cómo mejorar la atención sanitaria; y prevenir el desarrollo de una enfermedad a través de la detección precoz y el seguimiento de diferentes marcadores.
“Hacer todo lo posible en todos los frentes para aprovechar los beneficios de la IA y mitigar los riesgos”
En un panorama marcado por el amplio y fugaz desarrollo de la inteligencia artificial, diferentes gobiernos de los países más importantes del mundo se han puesto manos a la obra con su regulación. El último de ellos, Estados Unidos, que de la mano de la administración del presidente Joe Biden han emitido una orden ejecutiva con la que, por primera vez, el Gobierno federal del país establecerá una serie de normas para limitar sus posibles riesgos.
Entre los puntos más llamativos de esta propuesta, destaca que a ciertos productos punteros se les exigirá que se sometan a una serie de pruebas de seguridad, y que se notifiquen los resultados al Ejecutivo antes del lanzamiento de estos. Algunas de estas medidas entrarán en vigor en los próximos 90 días, aunque podrían tardar más en aplicarse ante posibles desafíos jurídicos.
El jefe adjunto de gabinete de la Casa Blanca, Bruce Reed, ha explicado en un comunicado que se trata del “conjunto de medidas más enérgicas que ningún gobierno del mundo”. Un plan que tiene como objetivo, según ha recalcado Reed, “hacer todo lo posible en todos los frentes para aprovechar los beneficios de la IA y mitigar los riesgos”.
La FDA ha publicado una lista en la que recopila los dispositivos que han recibido la aprobación. En cifras, la cantidad de estos instrumentos aumentó en 2020 un 39% con respecto al año anterior
Esta nueva regulación será un antes y después para todos los sectores, entre otros el sanitario, que cuenta con múltiples funciones basadas en la inteligencia artificial en todos sus procesos. En términos regulatorios, los dispositivos médicos impulsados por IA sí que forman parte del mercado y cuentan con un papel protagonista en el sector. Recientemente, la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), ha publicado una lista en la que recopila los dispositivos que han recibido la aprobación de la Agencia. En cifras, la cantidad de estos instrumentos aumentó en 2020 un 39% con respecto al año anterior.
Por otro lado, el caso de los compuestos farmacológicos generados por la IA todavía no han sido aprobados por la FDA, pero han demostrado avanzar rápidamente hacia las pruebas clínicas, en comparación a los métodos tradicionales de I+D.
APUESTA DEL SECTOR
A pesar de no contar todavía con la aprobación de la FDA, son varias las compañías que han decidido invertir en este amplio mercado que supone el desarrollo de fármacos a través de inteligencia artificial. En concreto, la famosa tecnológica, Nvidia, conocida por ser una de las marcas con más prestigio dentro del mundo de las computadoras y los videojuegos, ha anunciado que invertirá 50 millones de dólares (44 millones de euros) para acelerar el entrenamiento de los modelos de IA de Recursion.
Una muestra de valor por parte de Nvidia que ha demostrado su confianza en la combinación de la industria farmacéutica y la IA. En concreto, la compañía podría otorgar las licencias de los modelos a empresas de biotecnología como BioNeMo, un servicio generativo de IA centrado en el desarrollo de medicamentos que se lazó a principios de año. Una operación posible, puesto que Recursion vendió más de 7,7 millones de sus acciones ordinarias de Clase A, lo que equivale a una participación del 4%.