La compañía japonesa Eisai, tiene como objetivo principal lanzar su innovador medicamento contra el alzhéimer, Leqembi, para 1.500 personas a finales de este año. Aunque según han comunicado, esperan que esta cifra vaya aumentando a medida que cambien los métodos de diagnóstico.
Según recoge en exclusiva la agencia Reuters, el desarrollo del estudio que señala los análisis de sangre como clave para detectar esta enfermedad permitirá que el medicamento de Eisai llegue a cerca de 17 millones de personas en China que sufren alzhéimer en una etapa temprana.
En concreto, Leqembi, actúa eliminando del cerebro una proteína tóxica llamada beta amiloide, este tratamiento se trata del primero que ha demostrado que altera el curso de esta enfermedad mortal que debilita el cerebro con el paso del tiempo. Un hito que permitió que China terminase aprobando el medicamento a principios de enero de este mismo año. En el caso de Estados Unidos y Japón también está implementado y en Europa se encuentra en revisión.
Leqembi actúa eliminando del cerebro una proteína tóxica llamada beta amiloide, este tratamiento se trata del primero que ha demostrado que altera el curso de esta enfermedad mortal que debilita el cerebro con el paso del tiempo
En cifras, el tratamiento que se administra mediante infusión dos veces al día ha conseguido ralentizar la progresión de la enfermedad en un 27%. Según ha explicado el Dr. Liu Zhou, experto en Alzheimer, de la Universidad Médica de Guangdong, los tratamientos actuales disponibles en China tienen un efecto limitado y los resultados del ensayo de Eisai dan a los pacientes “muchas esperanzas”.
Varios analistas apuntan que si el tratamiento se pudiese administrar basándose únicamente en estos análisis generaría un interés muy significativo. Hasta el punto de que las ventas de Leqembi fuera de Japón y Estados Unidos alcanzarían un máximo en 2030 de mil millones de dólares (929 millones de euros).
Eisai ha comunicado que planea lanzar Leqembi en el mercado privado de China, donde tiene un precio de 28.180 dólares (2.618 euros) al año, unos 2.000 dólares por encima de Estados Unidos. Además, para ser elegible para el tratamiento, los pacientes se someten a pruebas cognitivas y genéticas para evaluar si son portadores de un gen que aumenta los efectos secundarios adversos del medicamento, y pruebas para confirmar niveles anormales de amiloide. Una vez que reciben el tratamiento, se someten a una serie de exploraciones por resonancia magnética para controlar la inflamación y el sangrado potencialmente mortales en el cerebro.