En 2024, las pequeñas y medianas empresas (pymes) del sector farmacéutico han estado en el centro de una serie de reestructuraciones significativas, con despidos y ajustes que marcan un panorama de incertidumbre y desafíos económicos. Han sido numerosas compañías las afectadas, debido a fracasos en sus proyectos de investigación y la necesidad de reducir costes operativos.
Por un lado, EyeNovia, una empresa enfocada en tratamientos para la miopía, descontinuó su estudio de manera abrupta tras no conseguir los resultados esperados. Esta decisión llevó a un drástico recorte del 50% personal, afectando a varias áreas de la compañía que dependían del éxito de este estudio para su viabilidad futura. Un caso similar fue el de Marinus Pharmaceuticals, que enfrentó recortes debido a la falta de éxito con su medicamento para el síndrome de West, lo que dejó a la empresa luchando por reestructurar sus operaciones y reducir su base de gastos para adaptarse a la nueva realidad.
La reestructuración de EyeNovia llevó a un drástico recorte del 50% personal
Las empresas tecnológicas y biotecnológicas dentro del sector también se han visto afectadas por esta tendencia. La compañía Thermo Fisher realizó una reestructuración interna que incluyó el cierre de una de sus plantas dedicadas a la producción de vectores virales. Este cierre de planta, junto con los despidos resultantes, responde a una reorganización que la compañía consideró necesaria para optimizar su cadena de suministro.
De manera similar, 23andMe, una de las compañías más innovadoras en el campo de la genómica, cerró su división de desarrollo terapéutico. Esta decisión incluyo el despido de más de 200 empleados, lo que representa aproximadamente el 40% de su plantilla. Esta decisión se debió a la necesidad de reorientar sus esfuerzos y priorizar otros proyectos dentro de la empresa.
BAYER Y PFIZER A LA CABEZA EN RECORTES DE PERSONAL
El panorama de despidos y reestructuraciones también ha alcanzado a las grandes farmacéuticas que, a pesar de su tamaño y recursos, no han sido inmunes a las dificultades económicas globales. Un ejemplo de ello ha sido Bayer, que anunció la eliminación de 150 puestos de trabajo en su planta de Basilea como parte de su reestructuración global. Aunque la compañía ha asegurado que estos recortes son fundamentales para asegurar su competitividad a largo plazo, los despidos han generado incertidumbre en el mercado y preocupación entre los empleados.
Por otro lado, la empresa estadounidense Pfizer también ha tenido que tomar medidas drásticas. La caída de la demanda de su vacuna contra el Covid-19 ha obligado a la empresa a despedir a 75 empleados en su planta de Carolina del Norte. Además, debido a la disminución de las ventas de la vacuna, Pfizer recortó otros 210 empleos, una decisión que refuerza la fragilidad de las empresas farmacéuticas cuando dependen de productos con una demanda tan volátil. Estos despidos reflejan la presión que enfrentan las grandes empresas para adaptarse a los cambios en la demanda y mantener su rentabilidad.
Lo que se ha visto en 2024 es una tendencia creciente de despidos y reestructuraciones que afecta tanto a pequeñas empresas como a gigantes farmacéuticas. Mientras que las compañías más pequeñas lidian con los efectos de fracasos en ensayos clínicos y proyectos fallidos, las grandes como Bayer y Pfizer enfrentan la necesidad de adaptarse a una nueva realidad económica, marcada por la caída de la demanda y la búsqueda de eficiencia.
Este panorama refleja los enormes desafíos a los que se enfrenta la industria farmacéutica, que, a pesar de su tamaño y recursos, no ha podido evitar una restructuración necesaria para seguir siendo competitiva y sostenible en el largo plazo.