A medida que avanza el tiempo en la actual legislatura, el Parlamento Europeo se encuentra inmerso en un debate crucial sobre la reforma farmacéutica. Las diferencias de opinión entre los eurodiputados sobre los cambios propuestos generan tensiones, con el reloj marcando el límite para alcanzar un acuerdo antes de que los procedimientos se suspendan por las elecciones de 2024. Estas tendrán lugar en todos los países de la Unión Europea entre el 6 y el 9 de junio de este año.
Según el calendario previsto, la Comisión presentará sus propuestas legislativas en marzo de 2024, y el Parlamento y el Consejo tendrán que negociar y aprobar el texto final antes de que finalice la legislatura en junio de 2024. Esto significa que hay poco margen de tiempo para alcanzar un acuerdo, y que cualquier retraso o desacuerdo podría poner en riesgo la reforma.
El proyecto busca estimular la innovación y la inversión en el sector farmacéutico, al tiempo que garantiza el suministro de medicamentos y un acceso equitativo en toda la Unión Europea. Sin embargo, las discrepancias son evidentes, y la falta de fechas para las próximas negociaciones agrega incertidumbre al proceso. Pese a que la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo tiene como objetivo votar las propuestas en primavera, todo dependerá del progreso de cómo se vayan desarrollando las conversaciones en los próximos meses.
Esta reforma no solo redefine el acceso a los medicamentos, sino que también dará forma a una de las industrias más importantes de Europa
Esta reforma no solo redefine el acceso a los medicamentos, sino que también dará forma a una de las industrias más importantes de Europa en las próximas décadas. La industria farmacéutica no solo proporciona medicamentos, sino que también es una fuente crucial de empleo y una inversora clave en investigación biomédica.
Asimismo, es necesario ante esta situación implementar un modelo de incentivos que promueva la innovación sostenible en respuesta a las diversas soluciones propuestas. Para lograrlo, desde la Federación Europea de Asociaciones e Industrias Farmacéuticas (EFPIA) afirman que es necesario desvincularlo de los ingresos, es decir, que el incentivo que propone este nuevo modelo se diseñe para recompensar a las empresas por desarrollar nuevos medicamentos y gestionar su uso de manera responsable, en lugar de simplemente vender la mayor cantidad posible de medicamentos.
LAS DIFICULTADES DEL ACUERDO
Uno de los desacuerdos más notorios se centra en la propuesta de la Comisión de reducir la duración de la protección de datos de ensayos clínicos de ocho a seis años. La exclusividad de los datos se estableció para compensar el tiempo necesario para el desarrollo y la comercialización, pero las opiniones difieren sobre cómo ajustar esta duración.
De esta manera, se vuelve prioritario que encuentren un punto común, pero este debe ser factible y que se pueda implementar dentro del marco legal de la UE, evitando mayores retrasos en la acción.
Algunos diputados proponen ampliar la exclusividad a nueve años sin condiciones, argumentando que esto brinda seguridad e incentivos a los desarrolladores de fármacos. Sin embargo, los opositores temen que esto afecte al acceso a los medicamentos genéricos y biosimilares negativamente.
Para 2030 se espera que la inversión en I+D en Europa caiga al 25%, mientras se incremente en otras regiones
Además, se aborda la creación de una infraestructura pública europea para la I+D farmacéutica, enfocada en áreas desatendidas por el sector privado. La propuesta se encuentra en línea con la preocupación por la falta de integración de las políticas europeas. Según datos de la EFPIA, la inversión en I+D en Europa ha disminuido del 37% en 2010 al 32% en 2020. Las proyecciones sugieren que para 2030, esta cifra podría caer al 25%, mientras que se espera que la contribución de China aumente al 17% en 2040.
A medida que el debate continúa, la reforma farmacéutica europea se revela como un desafío complejo. Mientras las tensiones persisten, la necesidad de encontrar un terreno común entre las partes involucradas se vuelve cada vez más apremiante, mientras se mantiene una incertidumbre sobre el futuro de la legislación farmacéutica en Europa.