La crisis de los opioides hace referencia a la terrible situación vivida en los Estados Unidos ante el gran aumento de drogadictosy muertes asociadas al uso indebido de analgésicos opioides, concretamente el fentanilo. Los principales señalados del descontrol que ha desencadenado una epidemia de estas magnitudes han sido las compañías farmacéuticas y las cadenas de suministro.
Concretamente, el inicio del fin surgió con el analgésico OxyContin, producido por la familia Sackler a través de su compañía Purdue Pharma. Una compañía caracterizada por publicitar sus productos de manera agresiva, y en este caso, como un analgésico supuestamente inofensivo, es decir, marketing engañoso.
Los datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) son claros: entre 1999 y 2019, cerca de medio millón de personas fallecieron a causa de una sobredosis relacionada con algún opioide
El paso de recetar un fármaco de este tipo a pacientes críticos y moribundos, al día a día de las dolencias de los estadounidenses generó un nivel de adicción tan grande que se terminó reflejando en el número de muertes. Con el paso de los años se ha podido comprobar que los opioides tienen un impacto masivo en la química del cerebro y pueden conducir rápidamente a la dependencia. Entre la causa más común de muerte se encuentra la sobredosis, ya que pueden afectar y paralizar el centro respiratorio.
De 2006 a 2012, todavía no habían reflexionado lo suficiente en torno a lo que producían los opioides en la sociedad. Las compañías farmacéuticas de EE.UU destinaron un poco más de 76 mil millones de anlgésicos que contenían opioides. Estos fueron negociados en 360 millones de transacciones, en su mayoría, acordados por SpecGx, Actavis Pharma, Par Pharmaceutical y Purdue. Mientras que por parte de los distribuidores, McKesson, Walgreens, Cardinal Health, Amerisource Bergen, CVS Health y Walmart ocupaban el mercado.
Los datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) son claros: entre 1999 y 2019, cerca de medio millón de personas fallecieron a causa de una sobredosis relacionada con algún opioide. De hecho, en la etapa más aguda de la pandemia de la COVID-19 se vivió la cuarta ola de fallecimientos y el empeoramiento total del consumo.
CONSECUENCIAS
Es tan evidente el papel de las farmacéuticas y las cadenas de distribución que muchas de ellas han tenido que recompensar económicamente, aunque sea imposible, a las víctimas. Aproximadamente, se han presentado más de 3.300 demandas a fabricantes de medicamentos y distribuidoras por alimentar una crisis tan mortal.
Resalta el acuerdo combinado por 6.600 millones de dólares de Teva y Allergan para tratar de resolver las acusaciones que pasan por exagerar los beneficios de los analgésicos
Entre las más reconocidas se encuentran Walmart, con 215 millones de dólares (201 millones de euros) y 672.000 kits de tratamiento con el medicamento contra la sobredosis de naloxona. Por parte de Walgreens asciende a 4.950 millones de dólares (4.630 millones de euros) repartidos a lo largo de 15 años y CVS con 5.200 millones de dólares (4.865 millones de euros) en la próxima década.
En cuanto a las farmacéuticas mayormente implicadas y responsables en la crisis, resalta principalmente el acuerdo combinado de Teva y Allergan por 6.600 millones de dólares (6.175 millones de euros) para tratar de resolver las acusaciones que pasan por exagerar los beneficios de los analgésicos, minimizar el riesgo de la adicción y no mantener los controles necesarios para prevenir el uso indebido.
PURDUE PHARMA: ÉXITO Y BANCARROTA
En el caso de Purdue Pharma, al ser prácticamente el precursor OxyContin pasó, en apenas unos años, de ser un fármaco que apenas se dispensaba a triplicar las recetas. Desde su aprobación en 1995, las ventas superaron a las de sildenafilo. En concreto, fueron 1.600 millones de dólares (1.497 millones de euros), alrededor del 80% de los ingresos de Purdue; y para el año 2010, la cifra de beneficios se duplicó hasta los 3.000 millones de dólares (2.800 millones de euros).
Años después, frente a una avalancha de litigios por opiáceos la compañía se terminó declarando en bancarrota en 2019 y culpable de tres delitos graves derivados de la comercialización de analgésicos opiáceos recetados. Además, reconocieron no haber mantenido un programa eficaz para prevenir que los medicamentos por prescripción fuesen desviados al mercado negro y aseguró que le facilitó información engañosa a la Administración de Control de Drogas del Departamento de Justicia (DEA, por sus siglas en inglés) para estimular sus cuotas de manufactura. Incluso admitieron haber pagado a médicos a través de un programa para instarles a aumentar las prescripciones de OxyContin.
Esta gran cantidad de dinero se dirigirá a pagar los reclamos de los estados, las víctimas de la adicción, los hospitales y otros individuos y organizaciones que han demandado a Purdue por su comercialización engañosa
Este mismo miércoles, la farmacéutica ha anunciado que puede proteger a sus propietarios, es decir, los miembros de la familia Sackler, de las demandas por opioides a cambio de una contribución de 6.000 millones de dólares (5.600 millones de euros) al acuerdo de bancarrota más amplio de la compañía, según ha dictaminado un tribunal de apelaciones de EE. UU.
Como compensación, esta gran cantidad de dinero se dirigirá a pagar los reclamos de los estados, las víctimas de la adicción, los hospitales y otros individuos y organizaciones que han demandado a Purdue por su comercialización engañosa.