Se esperaba que Paxlovid fuera una herramienta importante en la lucha contra el coronavirus después de que en un ensayo clínico redujera las hospitalizaciones o muertes en pacientes de alto riesgo en alrededor del 90%. Sin embargo, el medicamento no ha estado exento de polémicas.
Lo cierto es que la baja demanda mundial de la píldora debido a los complicados requisitos de elegibilidad, la reducción de las pruebas, así como la posibilidad de interacciones farmacológicas, ha pasado factura a Pfizer que tenía expectativas más altas y esperaba que fuera una herramienta importante en la lucha contra el coronavirus. Pero, la realidad es otra.
El despliegue de la píldora ha sido lento en numerosos países. Estados Unidos, que acordó comprar hasta 20 millones de píldoras este año, paga alrededor de 530 dólares (487,6 euros) por curso, pero los precios varían según el país.
El lanzamiento de Paxlovid también ha sido lento en Asia, a pesar de que algunos países alcanzaron infecciones récord recientemente.
Por su lado, en Japón, que ha contratado dos millones de cursos de Paxlovid, el ministerio de salud restringe el uso a instalaciones con un historial de tratamiento de Covid-19. A finales de marzo se habían enviado poco menos de 10.000 cursos y prescrito 2.900.
Pfizer suspendió la inscripción a un estudio en pacientes que no tenían un alto riesgo de enfermedad grave después de que la píldora no alivió los síntomas
Corea del Sur había recibido suficiente Paxlovid para tratar a 624.000 personas hasta el 17 de abril y ha utilizado solo alrededor de un tercio de su inventario.
El Reino Unido tiene acuerdos para 2,75 millones de cursos Paxlovid. Según el Servicio Nacional de Salud de Inglaterra, se ha administrado a más de 6.000 pacientes hasta el 9 de abril.
En Italia, que ha estado recibiendo alrededor de 50.000 ciclos de Paxlovid al mes desde febrero, se han recetado las pastillas a unas 8.300 personas.
En nuestro país, casi cuatro meses después de su llegada, el uso de la píldora antiCovid también sigue siendo residual: apenas se ha utilizado el 1,7% de los 344.000 adquiridos por el Gobierno en el primer trimestre del año y que costaron 253 millones de euros. Además, entre el 30% y el 40% de las prescripciones no se validan ya que hay potenciales problemas por interacciones con otros medicamentos.
'REBOTE' DE SÍNTOMAS DE LA COVID
A la baja demanda se suma la controversia generada en torno a la píldora cuando el pasado mes de junio, Pfizer suspendió la inscripción a un estudio en pacientes que no tenían un alto riesgo de enfermedad grave después de que la píldora no alivió los síntomas.
También se ha cuestionado sobre el ‘rebote’ de síntomas de la enfermedad provocada por el virus SARS-CoV-2 después de completar el tratamiento. Anthony Fauci, el principal asesor médico del presidente estadounidense Joe Biden, sufrió síntomas del padecimiento después de tomar Paxlovid, y dijo que se sintió mejor después de comenzar un segundo tratamiento, una estrategia que había sido sugerida por el CEO de la farmacéutica, Albert Bourla.
Sin embargo, la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) mostró su desacuerdo con estas declaraciones y reiteró que “no hay evidencia alguna” de que un segundo ciclo de Paxlovid ayude a los pacientes con Covid-19, cuyos síntomas reaparecen después de un ciclo inicial del antiviral.
Además, Paxlovid puede interactuar con muchos medicamentos ampliamente utilizados, lo que complica su uso. Entre sus potenciales efectos secundarios se citan diarrea, dolores musculares, subida de la presión arterial y pérdida del sentido del gusto.
De igual modo, el tratamiento de Pfizer se desaconseja también en personas con problemas graves de riñón o hígado, no se ha probado en embarazadas y puede además interferir con la píldora anticonceptiva.
POSIBLE DESARROLLO DE RESISTENCIA AL FÁRMACO
El posible desarrollo de resistencia a Paxlovid también preocupa. Según un grupo de nuevos estudios de laboratorio publicados en la prestigiosa revista 'Science', el coronavirus puede mutar para esquivar la acción de la píldora.
"Cuando se ejerce presión sobre el virus, se escapa", afirma David Ho, virólogo de la Universidad de Columbia que -aunque no participó en estos estudios- también está realizando un trabajo similar.
Aunque las mutaciones identificadas aún no se han generalizado, la comunidad científica cree que es cuestión de tiempo.