Akorn Pharmaceuticals ha anunciado este miércoles el retiro definitivo de más de 70 medicamentos tanto para humanos como para animales. Una medida que viene como consecuencia de los últimos años de la compañía, repletos de problemas financieros y malos resultados que desencadenaron su bancarrota y la clausura de todas sus operaciones en Estados Unidos.
El inicio de la mala racha de la farmacéutica se sitúa sobre 2018, tras el anuncio de que Fresenius rompía el acuerdo de compra planificada de Akorn por 4.300 millones de dólares (3.893.521.000 euros) en base a las preocupaciones sobre la integridad de los datos, lo que llevó a un enfrentamiento de ambas empresas en los tribunales. La batalla judicial no fue nada beneficiosa para Akorn. Desde Fresenius alegaron que se había producido un “fraude flagrante en el nivel más alto” por parte del equipo ejecutivo de Akron. Un juez de Delaware finalmente se puso del lado de Fresenius y permitió que la empresa se retirara del trato.
El director ejecutivo Douglas Boothe envió una carta a los trabajadores en la que les explicaba que no pudieron obtener la financiación necesaria para continuar con las operaciones
Tras la sentencia, la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) inició múltiples investigaciones en torno a Akorn. Un panorama en el que la compañía decidió que la bancarrota era la única estrategia que le permitiría mantenerse a flote, aunque recibieron nuevos golpes con las denuncias de violación de la Ley de Reclamos Falsos, con una pérdida de 9,9 millones de dólares (8.964.153 euros) y 240 puestos de trabajo.
Según recoge Fierce Pharma, como respuesta desde Akorn, el director ejecutivo Douglas Boothe envió una carta a los trabajadores en la que les explicaba que cuando la compañía cerró sus puertas ya había estado “funcionando con pérdidas durante algún tiempo” y no pudo obtener la financiación necesaria para continuar con las operaciones.