En los últimos años, China se ha consolidado como un mercado clave para la expansión de las empresas farmacéuticas internacionales, impulsado por un entorno económico dinámico, reformas regulatorias y un aumento sostenido en el gasto sanitario. Este escenario ha despertado un interés creciente entre los gigantes de la industria, que han intensificado sus inversiones y estrategias de colaboración en el país.
El informe de IQVIA, resalta el papel de este país en el sector donde a nivel mundial el gasto farmacéutico tiene un crecimiento proyectado del 21% en los próximos cinco años, mientras que el volumen de medicamentos incrementará un 20%. Aunque este ritmo es más moderado que en períodos anteriores, refleja un esfuerzo constante del país por ampliar el acceso a medicamentos a través de mecanismos como la Lista Nacional de Reembolso de Medicamentos (NRDL), que prioriza la inclusión de tratamientos innovadores en su sistema sanitario.
El gobierno chino ha implementado políticas diseñadas para atraer la inversión extranjera, eliminando restricciones que anteriormente limitaban la entrada de capital extranjero en sectores como la manufactura y la sanidad. En septiembre de 2024, se anunció la apertura de zonas piloto de libre comercio en ciudades estratégicas como Pekín, Shanghái, Guangdong y Hainan, permitiendo inversiones en tecnologías avanzadas de salud. Estas medidas buscan no solo capitalizar el interés de las empresas farmacéuticas, sino también fomentar la innovación local y posicionar a China como un centro global de desarrollo biotecnológico.
En este contexto, este año AstraZeneca designó a Shanghái como su quinto centro estratégico global, sumándose a los ya existentes en Cambridge (Reino Unido), Boston y Gaithersburg (Estados Unidos), y Gotemburgo (Suecia). Este centro en Shanghái integra investigación y desarrollo (I+D), operaciones comerciales y producción, desempeñando un papel crucial en la estrategia global y en las operaciones a largo plazo de la compañía.
La adquisición de AstraZeneca marca la primera vez que una multinacional extranjera adquiere una empresa china de ciencias de la vida
La decisión de establecer este centro en Shanghái refleja el compromiso de AstraZeneca con el mercado chino y su intención de desarrollar tratamientos adaptados a las necesidades específicas de la población local. Además, en septiembre de 2024, AstraZeneca adquirió Gracell Biotechnologies, una empresa de biotecnología con sede en Shanghái, por hasta 1.200 millones de dólares (1.135 millones de euros). Esta adquisición marca la primera vez que una multinacional extranjera adquiere una empresa china de ciencias de la vida y fortalece la posición de AstraZeneca en el desarrollo de terapias celulares innovadoras
Por su parte, MSD ha optado por una estrategia de colaboración para potenciar su presencia en China. En 2024, la empresa firmó un acuerdo de licencia valorado en hasta 3.300 millones de dólares (3.122 millones de euros) con LaNova Medicines, una biotecnológica con sede en China, para el desarrollo de LM-299, un medicamento experimental contra el cáncer. Este tratamiento apunta a las proteínas PD-1 y VEGF, fundamentales en la progresión de la enfermedad. La alianza incluye un pago inicial de 588 millones de dólares (556 millones de euros) y contempla pagos adicionales vinculados a hitos de desarrollo, subrayando el compromiso de MSD con la innovación en el ámbito oncológico dentro del mercado chino.
La tendencia hacia alianzas estratégicas también se refleja en el caso de GSK, que hace un año estableció una colaboración con Chongqing Zhifei Biological Products para la distribución de su vacuna contra la culebrilla, Shingrix, en China. Zhifei, conocido por comercializar la vacuna contra el VPH de Merck en el país, aporta su experiencia en el mercado local para impulsar la adopción de este producto. Este acuerdo busca capitalizar la creciente demanda de vacunas en el mercado chino, particularmente en áreas como la prevención de enfermedades en adultos mayores, un segmento cada vez más relevante debido al envejecimiento de la población.
Estos movimientos estratégicos subrayan cómo las empresas farmacéuticas internacionales están adaptando sus modelos operativos para aprovechar las oportunidades en China. Sin embargo, este interés no está exento de desafíos. La competencia en este mercado es feroz, y las empresas deben equilibrar sus inversiones con la necesidad de generar valor en un entorno donde los márgenes pueden ser más ajustados debido a las políticas de control de precios y la presión por parte de los organismos reguladores.
A medida que China continúa evolucionando como un actor central en la industria farmacéutica global, la colaboración entre empresas locales e internacionales se perfila como un factor clave para el éxito. Este modelo no solo permite a las multinacionales aprovechar la experiencia y las redes locales, sino que también fomenta la transferencia de tecnología y conocimientos, contribuyendo al desarrollo de un ecosistema de innovación más robusto.