Los últimos años de la compañía estadounidense, Akorn Pharmaceuticals, han estado marcados por continuos problemas financieros que han desencadenado finalmente esta semana en la declaración de bancarrota y la clausura de todas sus operaciones en Estados Unidos.
Uno de las plantas más afectadas ha sido la situada en Decatur, Illinois, con el despido de 400 trabajadores, aunque según apunta el director ejecutivo de Akorn, Douglas Boothe, el problema no viene por un centro en concreto. Además, explica que desde hace un año se estaba tratando de vender la empresa ante los malos resultados cosechados, el problema surgió cuando no encontraron ninguna oferta aceptable y tuvieron que continuar funcionando con pérdidas durante meses.
A partir del jueves, todas las plantas de Akorn US serán cerradas y evidentemente todos los empleados estarán despedidos. “Realmente lamento que estas acciones se hayan vuelto necesarias. Esto es un shock. Tomará algún tiempo absorber las noticias y lo que significan para nosotros”, señala en un comunicado Douglas Boothe.
Los continuos problemas financieros han desencadenado finalmente la declaración de bancarrota y la clausura de todas sus operaciones en Estados Unidos
El inicio de la mala racha de la compañía se sitúa sobre 2018, tras el anuncio de que Fresenius rompía el acuerdo de compra planificada de Akorn por 4.300 millones de dólares (4.060.050.944 euros) en base a las preocupaciones sobre la integridad de los datos, lo que llevó a un enfrentamiento en los tribunales de ambas empresas. La batalla judicial no fue nada beneficiosa para Akorn, por parte de Fresenius alegaron que se había producido un “fraude flagrante en el nivel más alto” por parte del equipo ejecutivo de Akron. Un juez de Delaware finalmente se puso del lado de Fresenius y permitió que la empresa se retirara del trato.
Tras la sentencia, la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) inició múltiples investigaciones en torno a Akron que le llevaron a recibir varias advertencias por la falta de claridad en sus datos.
En 2020, Akorn necesitaba una nueva estrategia para mantenerse a flote, el plan escogido fue declararse en bancarrota para intentar venderse a los acreedores. Durante este proceso recibieron otro nuevo golpe con las denuncias de violación de la Ley de Reclamos Falsos, que terminó costando a la empresa un total de 7.9 millones de dólares (7.459.163.648 euros) y 240 puestos de trabajo, razones de peso que comenzaron con el inicio del fin.