Las prácticas llevadas a cabo por el fondo Brookfield Partners y la familia Grifols para completar la opa de exclusión de la compañía de hemoderivados parecen estar en el punto de mira de la industria. Desde su anuncio, ambas entidades han ido recibiendo una serie de varapalos que están haciendo peligrar la propia operación.
El último capítulo de esta encrucijada ha sido la decisión de la compañía de suspender la celebración del día del inversor, programado para el próximo día 10 de octubre en Nueva York. Una decisión que, por parte del sector, se ha visto como un intento de ocultar información financiera importante para los accionistas minoritarios a favor de los interesados en que la opa prospere a los precios actuales, inferiores a la valoración que muchos hacen de la compañía.
Por ello, la decisión de Grifols de cancelar esta cita, supuestamente, a favor de los accionistas, ha levantado la sospecha de ciertos empresarios debido a la falta de protección de estos mismos, ante la anteposición de los intereses de los socios que, junto a Brookfield, preparan la opa de exclusión.
El último capítulo de esta encrucijada ha sido la decisión de la compañía de suspender la celebración del día del inversor, programado para el próximo día 10 de octubre en Nueva York
Brookfield reconoció a comienzos de julio que había iniciado un proceso de negociaciones en exclusiva con la familia Grifols, que cuenta con el 30% del capital, con el objetivo de realizar una opa sobre el grupo de hemoderivados. En ese momento, solicitaron acceso a la compañía a determinada información confidencial sobre su negocio de cara a realizar un análisis exhaustivo, conocido como due diligence.
Una vez que Grifols abrió sus libros, Brookfield ha trabajado durante todo el verano destinando un equipo de entre 120 y 140 individuos entre empleados de la firma canadiense y sus asesores, entre los que destacan Lazard para labores financieras y Linklaters para las legales.