La farmacéutica conocida mundialmente por su papel durante la pandemia de Covid-19, Pfizer, ha registrado un mal primer trimestre en términos bursátiles, muy influenciados por el desinterés de la población en los productos Covid y la escasa adaptación de la compañía al nuevo mercado.
Para comprender el comportamiento de Pfizer en la Bolsa de Nueva York durante los tres primeros meses del año es necesario observar lo ocurrido en 2023. De los doce meses, solo consiguieron aumentar el valor de sus acciones en marzo, con un escaso +0,57%, todos los demás contabilizaron números rojos que incluso alcanzaron más del 7% de caídas en octubre. En total, el valor de sus acciones en el conjunto del año se desplomaron un 55,32%, pasando de los 51,01 dólares (46,92 euros) la acción en enero de 2023 a 28,79 dólares (26,48 euros) a finales de diciembre. Además, sufrieron una caída del 93,2% en el beneficio neto atribuido en comparación con el año anterior, al igual que en la cifra de negocio que disminuyó más de un 40%.
De los doce meses de 2023 solo consiguieron aumentar el valor de sus acciones en marzo, todos los demás contabilizaron números rojos, desplomándose así, un 55,32%
Todas estas cifras indicaban que 2024 no sería diferente, y, de momento, así está siendo. En enero, redujeron el valor de las acciones un 5,94%, hasta los 27,08 dólares (24,91 euros), al igual que en febrero, que con un -1,92% contabilizaron el undécimo mes consecutivo con números negativos en bolsa. Aunque en marzo consiguieron acabar con la racha y aumentar un 4,48% no alcanza a las cifras en rojo de este primer trimestre, dejando un -3,38%.
Durante los tres primeros meses de 2024, la compañía estadounidense también se ha visto afectada por varapalos y pérdidas con los litigios de antimonopolio, que, junto a los malos resultados, les han llevado a tomar la decisión de frenar la construcción de una ambiciosa planta en Whasington.
ANTIMONOPOLIO
A mediados de febrero, Pfizer comunicó que habían llegado a un acuerdo de 93 millones de dólares (85,5 millones de euros) para poner fin a una década de litigios antimonopolio por el medicamento para el colesterol, Lipitor. Los laboratorios Ranbaxy demandaron por primera vez a la compañía estadounidense hace 11 años por tratar de retrasar la versión genérica de este medicamento a través de un “pago inverso”. Este acuerdo de Pfizer para pagar a los laboratorios Ranbaxy, que supondría un “alivio económico inmediato”, aún está pendiente de aprobación por parte de un juez, a pesar de presentarse hace más de un mes.
Los laboratorios Ranbaxy demandaron por primera vez a la compañía estadounidense hace 11 años por tratar de retrasar la versión genérica de este medicamento
En cuanto a la historia del medicamento, Pfizer y Ranbaxy lucharon por las patentes durante cinco años hasta llegar a un acuerdo en 2008 que permitió al fabricante lanzarlo en Estados Unidos a finales de noviembre de 2011 en otros siete países. Además, entregó el acceso a todas las patentes necesarias para que Ranbaxy produjera el genérico y le permitió seis meses de exclusividad en el mercado. En ese momento, el entonces jefe farmacéutico de Pfizer, Ian Read, calificó el acuerdo como “beneficioso para todos porque favorecía al paciente, la competencia y la propiedad intelectual”. Mientras que Walgreen, Kroger, Safeway, SuperValu y HEB Grocery lo tildaron de “un esquema anticompetitivo general”, ya que a pesar de permitir a Ranbaxy producir el genérico, el período de exclusividad impedía que otros fabricantes entraran al mercado.
CONSTRUCCIÓN DETENIDA
El mal momento financiero de Pfizer también tiene mucho que ver con la compra de Seagen por un total de 43.000 millones de dólares (39.630 millones de euros) en diciembre. Un movimiento con el que supuestamente la compañía, según apuntó su propio director ejecutivo, Albert Bourla, estaba “adquiriendo la gallina de los huevos de oro”, ya ha comenzado a dar problemas.
Menos de tres meses después, la firma estadounidense comunicó en un informe del Puget Sound Business Journal la decisión de frenar la construcción del edificio de más de 82.000 metros cuadrados que se supone que se situaría en Everett, Washington. Un proyecto en el que se había embarcado Seagen con el objetivo de reducir su dependencia de los fabricantes contratados para el suministro de productos comerciales y clínicos pertenecientes a su cartera de oncología.
“Pfizer evalúa periódicamente la red de fabricación para garantizar que los recursos se utilicen de manera efectiva en función de las demandas proyectadas de los productos. Después de una cuidadosa evaluación, hemos tomado la difícil decisión de finalizar la construcción del nuevo edificio”, aclaró Pfizer en un comunicado.