La farmacéutica estadounidense Pfizer ha cerrado el mes de marzo con una caída bursátil acumulada del 4,12%, una cifra que confirma la debilidad con la que la compañía afronta la nueva etapa post-Covid. El valor de sus acciones pasó de los26,25 dólares (24,34 euros)con los que abrió el mes hasta los 25,34 dólares (23,49 euros) registrados al cierre del día 31, lo que consolida una tendencia bajista prolongada en el tiempo. A esta caída se ha sumado un nuevo retroceso del 1,67% en la primera jornada de abril, con la acción cerrando en 24,92 dólares (23,10 euros), su nivel más bajo en más de un mes.
Durante marzo, la acción osciló entre los 26,73 dólares (24,78 euros) (máximo del día 7) y los 25,34 dólares (23,49 euros) (mínimo de cierre del día 31), evidenciando una volatilidad constante que impidió cualquier intento de consolidación. A pesar de ciertos repuntes intermedios, como el del 6 de marzo (+1,87%) y el del 17 de marzo (+1,28%), las caídas fueron más frecuentes y profundas. Destacan los descensos del 11 de marzo (-2,44%), el 25 de marzo (-2,26%) y el 1 de abril (-1,67%).
El volumen de negociación fue elevado en varios tramos del mes, con más de 53 millones de acciones intercambiadas el 10 de marzo y más de 350 millones el 21 de marzo, lo que refleja la sensibilidad del mercado ante las noticias relacionadas con la farmacéutica. La acción cerró marzo sin lograr recuperar el soporte psicológico de los 26 dólares (24,10 euros), y el arranque del segundo trimestre no ha hecho más que reforzar la presión vendedora.
Pfizer ha cerrado marzo con una caída acumulada del 4,12% y ha arrancado abril con un descenso del 1,67%
Entre los motivos que explican este comportamiento negativo destacan factores de índole reputacional, legal y estratégica. Uno de los elementos que más titulares ha generado ha sido la aparición de nuevos posibles efectos secundarios relacionados con las vacunas contra la Covid-19, específicamente casos de parálisis facial periférica y síndrome inflamatorio multisistémico, según la Agencia Europea de Medicamentos. Además, la compañía ha confirmado que su vacuna no fue evaluada en mujeres embarazadas durante las primeras semanas de gestación, lo que ha reabierto debates sobre la transparencia y los protocolos utilizados durante el desarrollo de sus productos frente al coronavirus.
La pérdida de confianza se ha visto agravada también por el conflicto de patentes abierto con Moderna, en torno a la tecnología del ARN mensajero utilizada en ambas vacunas contra la Covid-19. Esta disputa legal proyecta incertidumbre sobre el futuro comercial de algunos de sus productos más rentables.
La farmacéutica también ha protagonizado movimientos corporativos que han generado dudas sobre su estrategia de inversión. Uno de los más significativos ha sido la venta de más de 660 millones de dólares (611,89 euros) en acciones de Haleon y su salida completa del capital de esta compañía. Esta operación ha suscitado dudas sobre el uso de liquidez y la apuesta de Pfizer por el crecimiento externo.
A este contexto se suman problemas legales graves, como el acuerdo de 5.721 millones de euros (5.303,95 euros) alcanzado por Pfizer para resolver una serie deacusaciones por presuntos sobornos relacionados con el medicamento Nurtec. Este escándalo ha reforzado la percepción de riesgo regulatorio.
Pfizer ha acumulado retrocesos por la presión regulatoria, conflictos legales y dudas estratégicas
En conjunto, la falta de avances regulatorios de calado, la escasez de lanzamientos innovadores y la exposición a riesgos reputacionales han minado la confianza del mercado en Pfizer. La compañía afronta ahora un segundo trimestre sensible, en el que deberá presentar resultados sólidos, despejar dudas legales y redefinir su narrativa estratégica si quiere recuperar el terreno perdido y estabilizar su cotización en los mercados.