Los episodios de agresiones sufridas por el personal sanitario, mayoritariamente verbales y a mujeres, ha vuelto a mostrar un alarmante crecimiento durante este verano. La falta de plantillas suficientes, el cierre de muchos centros médicos o la sobrecarga asistencial que dilata las esperas en los pacientes durante los meses estivales, unido a la falta de civismo de algunos ciudadanos, ha servido de caldo de cultivo para que se produzcan estos desagradables incidentes a lo largo de todo el país. Una circunstancia que el colectivo médico lleva mucho tiempo denunciando.
En base a los últimos datos presentados por la Organización Médica Colegial (OMC), en el marco de su Observatorio Nacional de Agresiones, se registraron un total de 769 agresiones comunicadas a los colegios de médicos durante el pasado 2023. Una cifra que supone el segundo registro histórico más alto de episodios agresivos contra la profesión médica desde que existe un registro. A este respecto, el presidente de CESM, Dr. Miguel Lázaro, advierte en ConSalud.es que para este nuevo curso plantearán a los responsables sanitarios “mayor implicación en la búsqueda de soluciones” ante este desagradable fenómeno.
“Influyen seriamente circunstancias como la sobrecarga laboral que viven los profesionales y que se traduce en largas listas de espera”
En primer término, el responsable sindical aclara que, para referirse a estos casos, el concepto más pertinente es el de “violencia contra los sanitarios”, al igual que se dan otros tipos de violencia social, como la de género, el acoso laboral o el propio bullying. De esta manera, interpreta que las agresiones muchas veces tienen una connotación diferente. “La violencia siempre implica intencionalidad. En las agresiones se pueden dar factores como estar intoxicado, bajo los efectos del alcohol o actuar a causa de una patología mental”, ejemplifica.
En cualquiera de los casos, el Dr. Lázaro observa un punto de partida que puede llevar a muchos pacientes a no saber gestionar su mal genio: “Influyen seriamente circunstancias como la sobrecarga laboral que viven los profesionales y que se traduce en largas listas de espera”. Por otra parte, añade el facultativo, existe una creciente tendencia en los pacientes a anclarse en la “medicina del deseo”: acudir a las consultas médicas con excesivas exigencias y reclamos. “El ciudadano debe ser consciente de sus derechos, pero también de sus deberes, entre los que está el respeto al profesional sanitario”, asevera.
“La Administración es quien tiene la responsabilidad de proteger a los empleados sanitarios”, remarca el Dr. Lázaro, que reivindica que debe ser esta quien asegure “los recursos suficientes”
De la misma manera, los pacientes olvidan, en muchos casos, que los médicos son un eslabón más del engranaje de nuestra sanidad, si bien son quienes dan la cara frente a los pacientes ante cualquier problema o carencia en el servicio. “Los facultativos no disponen siempre de todos los recursos que deberían de tener, especialmente en el primer nivel asistencial. En Atención Primaria habría que hacer una auténtica reorganización, más allá de sólo meter más dinero”, considera el responsable de CESM.
En esta línea, cabe destacar que las personas que protagonizan episodios de violencia son "una pequeña minoría” que, en el contexto de precariedad en el que trabajan muchos médicos, encuentran el caldo de cultivo ideal para desatar su agresividad y frustración contra ellos. “La Administración es quien tiene la responsabilidad de proteger a los empleados sanitarios”, remarca el Dr. Lázaro, que reivindica que debe ser esta quien asegure “los recursos suficientes”.
“La violencia psicológica predice el maltrato físico, asimismo es un factor de riesgo que afecta seriamente a la salud mental de los médicos”
Además de impulsarse estrategias pedagógicas para cuidar a quienes nos cuidan y reforzar las dotaciones de recursos destinados a nuestra sanidad, desde CESM consideran esencial también la existencia de importantes medidas sancionadoras y disuasorias. Todo ello, con el fin de endurecer las consecuencias económicas y penales que supone violentar a un servidor público, cuya única meta es velar por la mejor salud de los pacientes con los recursos que ponen a su disposición.
VIOLENCIA PSICOLÓGICA
Un grueso importante de estos episodios de violencia, alrededor de la mitad, no llegan a las manos y suelen relacionarse con amenazas y coacciones hacia el facultativo. Sin embargo, el hecho de que no se produzca una agresión física no les resta un ápice de gravedad. “La violencia psicológica predice el maltrato físico, asimismo es un factor de riesgo que afecta seriamente a la salud mental de los médicos”, señala el Dr. Lázaro, quien llama a sus compañeros a no dejar pasar y “denunciar siempre” cualquiera de estos casos.
“Se trata de un fenómeno en aumento del que la Administración debe responsabilizarse y que forma parte de nuestras demandas para proteger la salud laboral del colectivo”
Finalmente, otro elemento a tener en cuenta es que esta violencia contra los sanitarios termina, en última instancia, repercutiendo negativamente en los propios pacientes. Los profesionales afectados, en muchos casos, no pueden ofrecer la misma asistencia tras una escena de agresión, han de ser atendidos o cogerse una baja por las secuelas. “Se trata de un fenómeno en aumento del que la Administración debe responsabilizarse y que forma parte de nuestras demandas para proteger la salud laboral del colectivo”.