Llega el mes de mayo, y, con él, la Feria de San Isidro a la capital de España. La Plaza de Toros de las Ventas, así como otras tantas de la Comunidad de Madrid, se llenan de festejos taurinos durante estos días primaverales, y en muchos de ellos está presente, asistiendo a todo aquel torero que sufra cualquier tipo de percance, el cirujano Luis Borobia. Aficionado a las corridas desde niño, este ex jefe del servicio médico del Ejército del Aire fue uno de los pioneros en profesionalizar la asistencia médica en las plazas de toros allá por los años ochenta y noventa, y ahora, décadas después de aquellos inicios, atiende a ConSalud.es para recordar cómo ha cambiado todo desde entonces y en qué momento se encuentra la actividad actualmente.
¿Cómo le dio por meterse en este trabajo?
Yo acabé la carrera en el año 74, y, después de varios años de ejercicio, en los que siempre fui un gran aficionado a los toros gracias a la pasión que me inculcó mi abuelo, fui destinado a la Academia General del Aire, en San Javier, Murcia. En un pueblo de al lado, San Pedro del Pinatar, se celebró una corrida de rejones, y nos pidieron si podíamos cubrir la cirugía por si pasaba cualquier cosa. Allí me estrené, pero fue ya en los años noventa, tras llegar a Madrid, cuando empecé a indagar cómo podía meterme en el mundo de la cirugía taurina.
Imagino que habrá cambiado todo una barbaridad desde entonces
Sí, los cirujanos que se dedicaban a esto por entonces eran muy poquitos, si bien es cierto que con la muerte de Paquirri cambió todo mucho. Yo he vivido la época anterior, en la cual solo firmabas un certificado con el que te comprometías a atender en una plaza de toros y no te pedían nada más. No te exigían ser médico ni tener un equipo detrás ni nada, y podías ir allí solo o con diez personas... hasta el punto de que yo he llegado a operar a un torero en una sacristía, en un ayuntamiento o incluso en una casa particular.
¿Y cómo funciona actualmente?
Cuando ocurrió lo de Paquirri, salió una ley que exigía tener un equipo médico adecuado para cada festejo, con cirujano, ayudante, anestesista, médico y enfermero. Al principio operábamos en una UVI móvil, sin quirófano, y claro, era una cosa kafkiana manejarse en un espacio tan reducido. Con el paso del tiempo ya implementaron los quirófanos móviles, que a día de hoy son grandes y están muy bien equipados. Se opera muy bien en ellos.
Ahora bien, cuidado. Tampoco pensemos que es un quirófano como el de un hospital general. Es un quirófano en el que se pueden hacer cosas, pero nada más allá de una cirugía de control de daños. Allí no se puede abrir el abdomen y tocar las tripas o ponerle un baypass a un señor. Lo que tú tienes que hacer es cortar la hemorragia y dar tiempo para que puedan trasladar al herido de una manera viable el hospital. Esa es nuestra labor.
"Yo he vivido la época anterior, en la cual solo firmabas un certificado con el que te comprometías a atender en una plaza de toros, pero sin pedirte nada más"
Más allá de curar al torero cuando sufre una cornada, ¿qué otra labor hace este equipo sanitario que está en las plazas de toros?
Mira, el torero cuando va a una plaza no quiere ver ni oír hablar del quirófano ni de nada. A veces estaría bien poder hacerle una ficha para saber cuál es su grupo sanguíneo, si tiene alguna alergia o si está tomando anticoagulantes, pero nada. Es imposible, porque les da mucho yuyu. También hay que saber qué es viable y qué no, porque el que está en el despacho organizando los protocolos muchas veces no es el que está en la plaza viendo el tema, y yo me he llegado a encontrar con situaciones en las que te decían de llevar plasma en el quirófano móvil. El plasma hay que transportarlo a veinte bajo cero, a ver qué nevera soporte tienes a esa temperatura.
Lo peor de tu trabajo ya todos sabemos lo que es, pero, ¿qué es lo que mejor se lleva de tantos y tantos años de servicio?
Lo más reconfortante es precisamente cuando no pasa nada. Las heridas por asta de toro son muy peligrosas, se infectan porque el toro tiene muchísimos gérmenes. Pero cuando lo consigues limpiar en el momento, la evolución es buenísima. Si se trata de una herida torácica, por ejemplo, le salvas la vida, porque puede morir en pocos minutos, antes incluso de que llegue el quirófano móvil. Yo recuerdo la más grave que he tenido, cuando Serafín Marín sufrió una cornada en Ajalvir y le tuvimos que colocar un tubo torácico. Esa satisfacción después de haber salvado una vida es algo muy gratificante.
¿Y el peor momento que recuerda?
El 2022 fue un año muy trágico. Hubo un herido tremendo en un encierro que luego falleció en el Hospital de Móstoles, y a la semana siguiente también murió en la plaza un torilero (ndr: empleado de la plaza de toros encargado de abrir y cerrar las puertas de los toriles). En esos momentos la verdad es que te sientes un poco desfondado de ver que no puedes hacer nada. Cuando el cuerno penetra en el tórax y lo destroza, ya está. No puedes intervenir.
"La cirugía taurina es muy dura, puedes estar dos meses yendo a festejos y no tener ningún herido y luego tener tres en una misma semana"
¿En qué momento se encuentra actualmente la cirugía taurina?
Tenemos una actividad frenética. Es uno de los años que recuerdo con más festejos taurinos, y todavía queda la primera quincena de septiembre, que es cuando se acumulan las fiestas de todos los pueblos. Sin embargo, andamos muy escasos de cirujanos taurinos. Ahora mismo estamos un grupito con una edad muy avanzada, pero el futuro no lo veo nada claro. Se están haciendo másteres de cirugía taurina para médicos, pero es que el médico que atiende en una corrida tiene que ser un cirujano, y estos no quieren irse a un quirófano móvil con la dificultad que supone atender una cornada y por lo poco que pagan.
Todo este tiempo ha estado compaginando su actividad en las plazas de toros con tu trabajo como cirujano en distintos servicios… ¿cómo se las apañas para repartir el tiempo?
Sí, además piensa que muchos fines de semana tienes que atender por la mañana el encierro y por la tarde el festejo en la plaza de toros. Es difícil, porque tienes que pasar mucho tiempo fuera de casa, coger el coche, estar en el sitio con antelación, a veces vas a un pueblo y no encuentras el festejo… pero la ilusión y la afición te llevan a superar todo eso. Si no es imposible, y por eso hay muchos cirujanos a los que no les compensa, aunque el problema más grande lo tenemos con la escasez de anestesistas. La cirugía taurina es muy dura, puedes estar dos meses yendo a festejos y no tener ningún herido y luego tener tres en una misma semana.
¿Y siente que su experiencia asistiendo en el Ejército del Aire también le ha servido en los toreros?
Siempre lo digo. Yo estuve en Afganistán tres veces, y tanto la cirugía taurina me ha servido de mucho a la hora de atender las bajas como la atención de las bajas allí me ha servido para la cirugía taurina. Compaginar las cosas ha sido muy importante, porque las heridas de guerra son, entre comillas, similares a las de los toreros. Además, la cirugía de guerra es un sitio en el que ves multitud de bajas, y hay algunos festejos taurinos donde también tienes heridos haciendo cola.