El maltrato infantil es un problema social de salud de primer orden en todo el mundo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que de los 204 millones de niños y jóvenes que hay en Europa, casi un 10% sufre abusos sexuales, un 23% violencia física y un 29% abusos emocionales. El maltrato infantil es cualquier acción, omisión o trato negligente no accidental que prive al niño de sus derechos y bienestar, y su detección es esencial para poder responder de forma precoz a las necesidades de estos niños y evitar las consecuencias que acarrean estas acciones en su salud física, mental y emocional.
Estos pacientes sufren principalmente problemas emocionales y de conducta. Según explica la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP) en su ‘Manual para la atención a situaciones de maltrato infantil’, la conducta de las víctimas difiere según el tipo de maltrato. Así encontramos que las víctimas de maltrato físico suelen ser más agresivas y tienden a responder con ira o violencia a los estímulos positivos. En el caso de víctimas de maltrato psicológico, los niños y jóvenes tienden a tener problemas de rendimiento académico y a aislarse. Si hablamos de las víctimas de negligencia, estas son retraídos y suelen aislarse en etapa preescolar y no jugar con otros niños. Los menores que sufren abusos sexuales pueden volver a presentar comportamientos que tuvieron cuando eran más pequeños como la enuresis (incontinencia nocturna). Y los hijos de madres maltratadas pueden experimentar retraso en el desarrollo, problemas de aprendizaje y atención o baja autoestima.
"Ante la sospecha o evidencia de maltrato, además de actuación médica precisa, debemos garantizar su protección y priorizar el derecho a su bienestar”
Según datos el Registro Unificado de casos de sospecha de Maltrato Infantil (RUMI), en 2020 se notificaron 15.688 sospechas de maltrato infantil. Esta cifra supone un descenso con respecto a las de 2018, cuando se registraron 18.801 notificaciones de sospecha, con una tasa de incidencia de 236,7 por cada 100.000 personas menores de 18 años. Suponen una disminución de casos, pero sigue siendo un problema social con importantes consecuencias. Ante ello el sistema sanitario se convierte en uno de los elementos esenciales para la detección y denuncia de los menores, un papel que juega Pediatría en los diferentes servicios, como el de Urgencias, y otros especialistas. “Como pediatras no debemos olvidar nunca nuestro papel como defensores de los niños, y el hecho de que el no ejercerlo constituye una forma de maltrato por negligencia. Ante la sospecha o evidencia de maltrato, además de actuación médica precisa, debemos garantizar su protección y priorizar el derecho a su bienestar”, indica la SEUP.
EL PAPEL DE URGENCIAS
“En Urgencias las consultas explicitas sobre casos de maltrato son poco frecuentes, y por ello es determinante tener un elevado índice de sospecha", explica a Consalud.es la Dra. Raquel Rodríguez Merlo, coordinadora del Grupo de Emergencias y Urgencias Pediátricas del a Sociedad Española de Medicina de Emergencias (GEUP-SEMES) y jefa de la Unidad de Coordinación de Urgencias y Emergencias de SAMU Asturias. “Según algunos compañeros pediatras de urgencias se detectan en torno a un 10% como mucho un 20% de los casos reales de maltrato”. Es decir, de uno que se atiende, cinco quedan sin detectar, incide.
“El papel de los Servicios de Urgencias es fundamental ya que con frecuencia son la puerta de entrada de este tipo de pacientes al sistema Sanitario y pueden reconocer de forma precoz las situaciones"
Los protocolos de detección señalan que las principales alarmas suelen darse cuando los datos no concuerdan con las primeras exploraciones. “Suelen ser relatos poco compatibles con las lesiones que se presentan, o que generan dudas a los profesionales, o incluso la demora en la consulta por las lesiones”, señala la Dra. Rodríguez Merlo. Las situaciones pueden darse por dos tipos, o que un miembro de la familia o una institución señale que el menor puede ser objeto de maltrato o que se identifiquen lesiones sugestivas de maltrato como son traumatismos en la zona del tórax, el cuello, la cara, genitales, nalgas o muslos. Estas lesiones pueden ser traumatismos, hematomas, quemaduras e incluso mordeduras.
“Una vez valorada la sospecha de maltrato, lo más complejo es llegar al diagnóstico de certeza, por lo que el inicio del proceso debe ser muy cuidadoso y sobre todo garantizando la protección del menor desde la perspectiva de la Salud”, indica la experta. Incluso en los casos en los que los niños son hijos de madres maltratadas: "Desde Urgencias es igualmente importante la protección del menor, y si hay dudas sobre la seguridad del niño o de la niña, se puede valorar el ingreso hospitalario”.
Los Servicios de Urgencias y Emergencias son puerta de entrada al sistema sanitario y por tanto al engranaje de las actuaciones posteriores que partirán de ese diagnóstico y tratamiento inicial. “El papel de los Servicios de Urgencias es fundamental ya que con frecuencia son la puerta de entrada de este tipo de pacientes al sistema Sanitario y pueden reconocer de forma precoz las situaciones que requieren intervención inmediata e incluso la protección del menor", manifiesta. "También desde los servicios de emergencias prehospitalarias que cada vez tienen un papel más relevante en la detección de casos, por ejemplo SAMUR en Madrid mantiene un procedimiento de valoración de la sospecha de maltrato infantil ante una solicitud bien por parte de algún centro educativo, de la Policía Municipal, o incluso de familiares del paciente, iniciando así el protocolo de atención al maltrato infantil correspondiente”, concluye la Dra. Rodríguez Merlo.