Este lunes 25 de septiembre se conmemora el décimo aniversario del Día Mundial del Síndrome de Piernas Inquietas (SPI), una fecha que destaca los avances en la comprensión y el tratamiento de esta afección neurológica que afecta a millones de personas en todo el mundo. El síndrome de piernas inquietas (SPI), también llamado Enfermedad de Willis-Ekbom, provoca sensaciones incómodas en las piernas, como picazón, hormigueo o tirones. Generalmente durante el reposo o la noche.
El psicólogo Francisco Segarra, experto en Medicina del Sueño por la Sociedad Europea de Investigaciones del Sueño (ESRS) y responsable de la Unidad de Gestión del Descanso de Olympia Quirónsalud, enfatiza que “un diagnóstico temprano puede mejorar significativamente la calidad de vida de quienes lo padecen”. Según el experto, se desconoce la causa de la mayoría de los casos del SPI, que afectan del 5 al 10% de los adultos y del 2 al 4% de los niños y se observa en mujeres con más frecuencia que en hombres.
Cabe destacar, tal y como reconoce Francisco Segarra, que a veces, el SPI se asocia con otras afecciones médicas, como enfermedad renal en etapa avanzada, deficiencia de hierro, neuropatía, esclerosis múltiple o enfermedad de Parkinson. “El SPI también puede ocurrir temporalmente durante el embarazo, y alrededor del 20% de las mujeres desarrollar SPI durante el tercer trimestre. Los síntomas del SPI suelen disminuir después del parto”, asevera el especialista.
Se desconoce la causa de la mayoría de los casos del SPI, que afectan del 5 al 10% de los adultos y del 2 al 4% de los niños
Tal y como explica Francisco Segarra, el deseo de mover las piernas dificulta conciliar el sueño y permanecer dormido para muchas personas con SPI. Un estudio al respecto afirmaba que el 88% de las personas con SPI informaron al menos un síntoma relacionado con el sueño. “Los síntomas del SPI suelen aparecer poco después de acostarse por la noche y algunas personas con SPI se ven obligadas a levantarse de la cama y andar, estirar o masajearse las piernas”, describe el especialista.
En este sentido, y como resultado de los trastornos del sueño asociados con el SPI, las personas suelen experimentar fatiga y somnolencia diurna. “La deficiencia de sueño a menudo se asocia con SPI, así como depresión, ansiedad, enfermedades cardíacas y obesidad". Las preocupaciones sobre el sueño son la razón principal por la que las personas con SPI buscan atención médica para su afección. La mayoría de las personas que tienen SPI también tienen una afección llamada trastorno del movimiento periódico de las extremidades (PLMD).
“El PLMD se diferencia del Síndrome de Piernas Inquietas en que los movimientos no van acompañados de sensaciones incómodas. Sin embargo, los movimientos asociados con PLMD pueden hacer que una persona se despierte y, por lo tanto, pueden agravar los problemas de sueño en pacientes que también tienen SPI. Aunque la mayoría de las personas con SPI tienen PLMD, muchas con PLMD no tienen SPI”, aclara el experto.
La deficiencia de sueño a menudo se asocia con SPI, así como depresión, ansiedad, enfermedades cardíacas y obesidad
Entre el 40% y el 90% de las personas con SPI tienen al menos un familiar de primer grado (padre, hermano o hijo) con la enfermedad se alerta. Además, los investigadores han identificado algunos cambios genéticos que aumentan el riesgo de SPI. Sentarse o descansar son desencadenantes comunes de los síntomas del SPI. “Además, algunas sustancias pueden empeorar los síntomas como el alcohol, la cafeína, nicotina o medicamentos para tratar las náuseas, resfriados y alergias, que pueden afectar negativamente cuando se toman en exceso o demasiado cerca de la hora de acostarse”, indica Segarra.
El tratamiento principal del SPI es farmacológico, pero existen rutinas y medidas conductuales disponibles para ayudar a controlar el SPI. Estos son algunos de los consejos para reducir los síntomas del SPI que ofrece el responsable de la Unidad de Gestión del descanso de Olympia: Con una buena higiene del sueño, se mantiene un ambiente en el dormitorio y una rutina diaria que favorezca un sueño de alta calidad. Evitar el alcohol y la cafeína es especialmente importante porque estas sustancias pueden empeorar los síntomas.
Debido a que la inactividad física a menudo desencadena los síntomas del SPI, el ejercicio puede ser útil. Además, los dispositivos de compresión aumentan el flujo sanguíneo a las piernas al llenarlas con aire para apretarlas. Finalmente, se recomienda ampliamente utilizar masajes y baños calientes para estimular las piernas.