Hace un año, el gobierno de Australia prohibió de manera definitiva la fabricación e importación de encimeras de piedra artificial hechas a partir de aglomerados de cuarzo, un material que mezcla arenas de sílice, cuarzo y resinas acrílicas. La razón de esta magnánima decisión es, precisamente, la elevada exposición al polvo de sílice, un compuesto cuyas partículas pueden producir, al inhalarse, silicosis, una enfermedad respiratoria potencialmente cancerígena y que también está directamente relacionada con la exposición al mármol.
Tanto que, según el último informe anual del Instituto Nacional de Silicosis (INS), correspondiente al año 2023, el 47,8% del total de casos son de trabajadores en activo procedentes de los sectores de la roca ornamental, marmolerías y afines. Además, pese a que no existen cifras oficiales y actualizadas de afectados por esta enfermedad en nuestro país, entre 2007 y 2019 fueron diagnosticados con silicosis en España 1.856 trabajadores según datos del Sistema de Comunicación de Enfermedades Profesionales (CEPROSS).
Por eso, ante la falta de medidas más concretas, la Federación Española de Asociaciones de Marmolistas (FEDSMAR) ha vuelto recientemente a la carga en busca de una “mayor sensibilización” en nuestro país con respecto a las “graves consecuencias” que ejerce la silicosis en sus trabajadores. “Lo primero que hay que ver es el nivel de concentración de sílice de los distintos materiales. Tenemos que tender a unos materiales con unos niveles mucho más bajos de los que hay establecidos ahora”, señala a ConSalud.es Mario Sanz Lubeiro, secretario confederal de Salud Laboral y Medioambiental de Comisiones Obreras (CCOO).
"Es inevitable que estén expuestos, pero si se ponen las medidas preventivas necesarias, el riesgo disminuye de manera considerable”
Las autoridades han de ser, en definitiva, “mucho más rigurosas” ante el importante aumento de la incidencia vinculada a la industria manufacturera y extractiva que se está produciendo en los últimos tiempos debido al “uso masificado” de estos materiales: “Es evidente que, aunque al trabajador que está expuesto a canteras de granito, pizarra, mármol e incluso otros materiales no le van a desaparecer los efectos, sí que se puede reducir la exposición”. Son, en concreto, aquellos que se dedican a manipular los materiales, especialmente en pequeñas y medianas empresas: labores de perforación, pulido, corte…
Y es que España es, además, uno de los principales países productores de este tipo de productos. “En Australia consideran que incluso no se puede descartar que los aglomerados de cuarzo con un contenido inferior al 40% de sílice cristalina no sean agentes de propagación de la silicosis. Es inevitable que estén expuestos, pero si se ponen las medidas preventivas necesarias el riesgo disminuye de manera considerable”, insiste Sanz Lubeiro sobre una problemática que, recuerda, ya en 2015 recibió una modificación de la normativa que decía que teóricamente no debían aumentar los casos. “Sin embargo, han aumentado”, denuncia.
La clave son, apunta el experto, las condiciones de trabajo de las personas que se dedican a manipular estos materiales. Mantener la ventilación y los niveles de humedad adecuados, las herramientas en buen estado… “Nosotros estamos en el grupo de trabajo de la Comisión Nacional, trabajando intensamente en que se cumpla todo esto y en avanzar en mejores condiciones y análisis más precisos para saber dónde tenemos que incidir más”, explica.
NO SE CUMPLE LO PACTADO
A pesar de ello, lamenta Sanz Lubeiro, les consta que dicha normativa no se cumple en muchos puestos de trabajo, a pesar de que existe una normativa europea del año 2017 que reconoce como “tóxico” el polvo de sílice y que establece mediciones periódicas. Y no hace falta irse a las canteras… “Solo tienes que pasear por Madrid y ver que muchos trabajadores que están arreglando aceras con materiales de piedra no llevan mascarilla, y alrededor de ellos se producen nubes de polvo”, comenta el representante de Comisiones Obreras.
“Hay que mejorar las condiciones de trabajo en general, y estas en particular. Muchas veces, nos encontramos con que estas evaluaciones de riesgo son generales. Salen de una oficina, se incorporan a una carpeta y nos creemos que ya lo hemos cumplido todo, cuando en realidad no hemos cumplido nada. Y eso lo conocemos muy bien en el día a día”, critica el experto.
“Solo tienes que pasear por Madrid y ver que muchos trabajadores que están arreglando aceras con materiales de piedra y entre nubes de polvo no llevan mascarilla"
Al principio, la silicosis se relacionaba casi exclusivamente con la minería, y su incidencia dentro del ámbito profesional se vinculaba únicamente con ella. Sin embargo, a partir de finales de los años noventa, y sobre todo con la entrada del nuevo siglo, coincidiendo con el boom inmobiliario, se demostró que había una enorme cantidad de materiales adicionales -fundamentalmente en cuartos de baño y cocinas- que eran factor de riesgo. Todo ello se junta con que todavía faltan por reconocerse multitud de enfermedades profesionales, cuadro al que el polvo de sílice pertenece a partir de la citada normativa europea de hace siete años.