La colaboración interdisciplinar entre profesionales sanitarios es esencial para mejorar los resultados en salud de la población. Con este enfoque se han publicado diferentes directivas que buscan nutrir y hacer más fluido el trabajo coordinado de distintos profesionales de la salud. Entre ellas la resolución CM/Res (2020) del Consejo Europeo que puso el foco en el papel de los farmacéuticos en este engranaje.
La atención sanitaria farmacéutica de manera individual se encarga de la detección de problemas relacionados con la farmacoterapia como son las contraindicaciones, duplicidades, errores de prescripción, interacciones, etc. Sin embargo, se ha hecho patente la necesidad de que la intervención farmacéutica en ese ámbito se realice con un marco establecido de colaboración interprofesional adecuado.
Para ello, estudios académicos proponen varias soluciones basados en estas directrices europeas y entre las que se da gran importancia a mejorar la comunicación interprofesional para aumentar el conocimiento mutuo y, por tanto, el respeto y la confianza. Con este objetivo, los investigadores ponen el foco en la necesidad de un cambio de cultura en la práctica farmacéutica, así como modificaciones formativas e, incluso, legislativas.
Los investigadores ponen el foco en la necesidad de un cambio de cultura en la práctica farmacéutica
Una de las propuestas defendidas es potenciar al capacidad asistencial de la farmacia, alejándolas de la simple dispensación de medicamentos y redefiniendo sus prestaciones. Estos nuevos servicios, remunerados, deben ser impulsados desde la profesión farmacéutica. A través de los Colegios Oficiales de farmacéuticos se deberá afrontar el reto que supone este cambio de modelo hacia una farmacia eminentemente asistencial en coordinación con los organismos sanitarios involucrados. Ello permitiría aprovechar el gran potencial que poseen los profesionales farmacéuticos para contribuir a la atención integral de los pacientes y a una mejor sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud.
Esta mayor integración de los farmacéuticos en el sistema, bajo el amparo del Consejo de Europa, puede funcionar como pieza clave para la gestión y asistencia sanitaria donde la provisión de servicios profesionales farmacéuticos, así como el apoyo de la farmacia comunitaria al modelo asistencial público y al uso racional del medicamento, proporcionen beneficios tanto clínicos como económicos y humanísticos.
En este sentido, para posibilitar una implantación real de las recomendaciones incluidas en la resolución, se deben desarrollar en el ámbito regional y nacional normativas para integrar la atención farmacéutica en los servicios de salud. Las capacidades que poseen los farmacéuticos les convierten en profesionales que pueden contribuir al control integral de la farmacoterapia en coordinación con otros profesionales de la salud.
A través de los Colegios Oficiales de Farmacéuticos se deberá afrontar el reto que supone este cambio de modelo hacia una farmacia eminentemente asistencial
Ese marco de colaboración debe favorecer el desarrollo de las necesarias relaciones interprofesionales. Se deben elaborar protocolos conjuntos en los que se definan claramente los roles de cada participante en base a sus competencias profesionales y las tareas a desarrollar por cada uno de ellos. Asimismo, es fundamental conocer y respetar los límites de actuación de los distintos profesionales implicados en el proceso.
En este sentido, actualmente se están definiendo las competencias profesionales de los farmacéuticos, las cuales, junto a las competencias académicas definidas en la orden CIN correspondiente, servirán de apoyo para la práctica de los servicios asistenciales. Asimismo, todos los agentes que participan en el proceso de uso de medicamentos deberían compartir la información necesaria relativa al paciente.
Los protocolos de colaboración entre los equipos de Atención Primaria y los farmacéuticos comunitarios deberían beneficiarse de la coordinación del personal farmacéutico de Atención Primaria y permitirían obtener resultados en salud en actividades como la optimización de la farmacoterapia, la conciliación de la medicación, el aumento de la seguridad y efectividad de los tratamientos, la mejora de la adherencia y la reducción de la utilización inadecuada de los medicamentos.
Todos los agentes que participan en el proceso de uso de medicamentos deberían compartir la información necesaria relativa al paciente
Para todo ello, la formación clínica del profesional farmacéutico comunitario debe actualizarse. Por tanto, y con el fin de asegurar que los farmacéuticos adquieran los conocimientos y las habilidades para llevar a cabo los servicios de atención farmacéutica deberían planificarse programas de formación en posgrado para el desarrollo profesional que permitan la recertificación continua del farmacéutico. Las facultades de farmacia deben estar bien alineadas con el resto de las facultades de ciencias de la salud y se debe potenciar, como ya se ha dicho, tanto la formación clínica como en atención farmacéutica