Reducir la masificación en algunas áreas sanitarias, instalar botones y timbres antipánico en los centros, o formar mejor a los profesionales para evitar situaciones conflictivas, son algunas de las propuestas
En este sentido, el principal factor en el que coincide tanto la propia OMC como la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) es la reducción de la precariedad laboral y de la no sustitución de los profesionales, lo que aumenta la sobrecarga de los facultativos “y merma la confianza del paciente en el médico y el sistema”, según explica Serafín Romero, presidente de la OMC.Otra de las consecuencias de los recortes en recursos humanos y técnicos es la “masificación de la asistencia” en determinadas áreas sanitarias, aumentando, por ejemplo, las listas de espera, lo que empuja a una mayor conflictividad entre los profesionales y los pacientes (el 15% de las agresiones son causadas por el tiempo que tarda el paciente en ser atendido y un 4,5% por el mal funcionamiento del centro sanitario).
Por otro lado, tanto CESM como el sindicato Satse defienden que las agresiones podrían evitarse con medidas aún más específicas como la incorporación de cámaras, interfonos,botones antipánico en las consultas, timbres de alarma en las plantas hospitalarias o softwares específicos en ordenadores y teléfonos móviles.
Abel Saldarreaga, médico de Cádiz que ha sufrido varias agresiones en su trayectoria, apunta también la importancia de habilitar salidas de emergencias en los centros, para que el facultativo pueda “escapar” del mismo en casos en los que vea una potencial agresión.
En lo que respecta a la presencia de seguridad privada en los centros, por su parte, José Alberto Becerra, coordinador del Observatorio Nacional de Agresiones, también lo considera una medida importante para evitar casos de agresión, puesto que “evitaría algunas situaciones conflictivas”, especialmente en aquellos ámbitos sanitarios donde los médicos realizan la labor asistencial solos (como durante las guardias nocturnas en determinados consultorios rurales).
COMUNICACIÓN Y CONCIENCIACIÓN
El mantenimiento de una buena relación médico-paciente, a su vez, es otro de los factores en los que más colectivos coinciden como medida para evitar las agresiones. Para ello, el propio Becerra considera, según recoge el portal MedicosyPacientes, que “resultaría interesante dentro de los planes de formación de las Facultades de Medicina que los médicos sean formados en habilidades para conseguir mejorar los mecanismos de evitación ante situaciones límite”, mediante, entre otros aspectos, el aprendizaje de técnicas de comunicación.
Por parte de los pacientes, a su vez, la concienciación y la valoración de la labor del profesional puede resultar fundamental, por lo que la OMC exige que las administraciones sanitarias inicien campañas de sensibilización contra las agresiones a sanitarios “y de concienciación a la sociedad de que los servicios sanitarios son un bien público que hay que cuidar y utilizar de forma responsable”.
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