Rehabilitación física y neurológica en un entorno privilegiado de montaña: “Disipa tensiones”

La doctora Olalla Guzón Illescas, directora del Hospital de la Fuenfría, nos explica el tipo de pacientes, asistencia y particularidades de esta institución ubicada en plena Sierra de Guadarrama

Olalla Guzón Illescas, directora del Hospital de la Fuenfría
Olalla Guzón Illescas, directora del Hospital de la Fuenfría
Manuel Gamarra
31 diciembre 2025 | 07:00 h
Archivado en:

Hace alrededor de cien años, a principios del siglo XX, la tuberculosis era una enfermedad que aún mataba a más de 50.000 personas cada año en nuestro país. Bien es cierto que las cifras iban descendiendo progresivamente en comparación con las del siglo anterior, pero todavía quedaba mucho camino por delante en la lucha por erradicarla. Por eso, el 1 de diciembre de 1921 nació el Hospital de la Fuenfría.

Y es que esa fue, precisamente, su concepción original: un sanatorio de tuberculosis, como los muchos que se abrirían a partir de entonces en zonas de montaña, especialmente a raíz de la dictadura franquista que comenzó quince años después de la inauguración del Hospital de la Fuenfría. Su construcción en plena Sierra de Guadarrama, en la Comunidad de Madrid, no fue, por tanto, una casualidad, y aún a día de hoy sigue habiendo pacientes con tuberculosis u otras enfermedades respiratorias que requieren un aislamiento respiratorio prolongado que lo demandan para tratarse de las mismas.

“La ubicación del Hospital de la Fuenfría sigue aportando grandes beneficios a los pacientes, a cuyos perfiles ha ido adaptando con el paso del tiempo para cubrir las nuevas necesidades que demandan. El entorno privilegiado que lo rodea, natural y libre de ruidos, aporta calma y bienestar, e invita a disipar las tensiones y preocupaciones que son habituales en este tipo de situaciones”, confirma con orgullo su directora, la doctora Olalla Guzón Illescas, en una entrevista concedida a ConSalud.es.

"El entorno privilegiado que lo rodea, natural y libre de ruidos, aporta calma y bienestar, e invita a disipar las tensiones y preocupaciones que son habituales en este tipo de situaciones”

Ese orgullo de pertenencia al hospital, asegura, también se puede apreciar entre los profesionales de este centro público de media estancia; y, nuevamente, tiene mucho que ver con el entorno que le rodea. “Todos apreciamos el estar en contacto con la naturaleza como un elemento que favorece la desconexión y que ayuda a disminuir el estrés de la rutina laboral. Además, se aprovecha para hacer actividades de equipo con los profesionales en la naturaleza, como por ejemplo rutas micológicas”, destaca.

Desde luego, por problemas de distancia no será: algunos de los accesos al hospital son, directamente, desde senderos de montaña, que parten desde el pueblo de Cercedilla y van a parar al Puerto de la Fuenfría, ubicado a 1.796 metros. Sus 192 camas son, pues, todo un privilegio, y así lo manifestó el propio rey Alfonso XIII el día de su inauguración. “Magnífico hospital ha hecho, Don Antonio”, dijo refiriéndose a Antonio Palacios, el arquitecto encargado de su diseño y que también construyó, entre otros edificios, el actual Palacio de Cibeles, el Círculo de Bellas Artes o el Instituto Cervantes.

La directora posa frente al hospital

“El entorno invita a realizar actividades al aire libre, como los talleres grupales que se hacen en colaboración con las terapeutas ocasionales y las logopedas, y a que parte de la terapia se pueda desarrollar en el exterior. Por ejemplo, actividades de fisioterapia, como el reentreno de la marcha”, explica Guzón Illescas, quien subraya este importante papel que juega el lugar en el que está ubicado el hospital incluso para los familiares, cuya función de acompañamiento implican en el proceso de recuperación de los pacientes. “Pensando en ellos, que pasan mucho tiempo en el hospital, se ha difundido una ruta sencilla en el entorno del recinto que les puede servir de esparcimiento para recargar energías y favorecer el ejercicio físico”, señala la directora de la institución madrileña.

UN CENTRO DE PRESTIGIO ENFOCADO EN LA REHABILITACIÓN

Conocido originalmente como Hotel-Sanatorio de la Fuenfría, al principio tenía 90 camas, y era de gestión privada. Después, una vez terminada la Guerra Civil, tuvo un funcionamiento asistencial discontinuo, hasta que, en el año 1950, el Ministerio de Trabajo lo destinó al tratamiento de todo tipo de pacientes con lesiones pulmonares, incluidos los mineros asturianos que padecían silicosis. Llegó a disponer de hasta 422 camas por aquel entonces, “y un prestigio que lo situaba entre los mejores de Europa”.

Sin embargo, como citaba a este periódico su directora, la concepción del centro ha cambiado mucho desde aquellos días, aunque siga atendiendo a pacientes con tuberculosis u otras enfermedades pulmonares, como la COVID-19. De hecho, informa la doctora, actualmente atienden, en su mayoría, a pacientes de perfil geriátrico con alto grado de fragilidad y dependencia, y, en muchas ocasiones, “con una carga elevada de complejidad social”.

"Es relativamente frecuente que personas que ya han tenido algún familiar ingresado o que conocen el hospital por otros allegados, soliciten también su ingreso”

Son, concretamente, tres perfiles diferentes de pacientes, siendo el más numeroso (en torno al 80%) el de aquellos que ingresan en la Unidad de Rehabilitación Funcional porque precisan de un tratamiento rehabilitador intensivo tras un proceso geriátrico, como una operación de cirugía de cadera o rodilla, o que presentan un “desacondicionamiento” marcado tras su paso por un hospital de agudos por otro proceso de ingreso prolongado y que, durante el mismo y debido al desuso, han sufrido un deterioro de su situación funcional previa.

Junto a ellos, también ingresan en el Hospital de la Fuenfría pacientes que precisan de una continuidad de cuidados que, por la complejidad de los mismos o por otros motivos, no pueden ser atendidos en el domicilio, como puede ser la cura de heridas crónicas complejas o la administración de medicación por vía parenteral. Por último, indica la doctora Guzón Illescas, están los pacientes que ingresan en la Unidad de Cuidados Paliativos, que dispone de 23 camas, y en la que reciben atención por parte de un equipo de médicos, psicólogos, enfermeros, auxiliares, celadores y voluntarios con formación y una amplia experiencia en este tipo de atención.

“Quienes ya conocen el hospital, ponen muy en valor el hecho de tener a su disposición una terapia intensiva a nivel rehabilitador en un entorno que hace mucho más llevadero un ingreso que es de estancia prolongada (en torno a 40 días, de manera general)”, asegura la directora de un centro que también cuenta con una Unidad de Tratamiento Neurorrehabilitador de 44 camas para pacientes que requieren de rehabilitación tras un daño cerebral sobrevenido, mayoritariamente, tras un ictus. “De hecho, es relativamente frecuente que personas que ya han tenido algún familiar ingresado o que conocen el hospital por otros allegados, soliciten también su ingreso”, sentencia.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
Lo más leído