Se estima que para 2050 se alcanzarán 10 millones de fallecimientos por resistencia antimicrobiana (RAM), una cifra que actualmente se sabe que se obtendrán antes, y que ahora se ha terminado de constatar al descubrir que las propiedades resistentes de los patógenos se propagan con mayor rapidez de lo que se creía.
Esta ha sido la conclusión de una investigación publicada en The Lancet Microbe de un equipo del Instituto Ineos de Oxford para la investigación antimicrobiana (IOI) de la Universidad de Oxford y la Universidad de Agricultura y Silvicultura de Fujian en China, en la que han desarrollado un sistema de conjugación independiente del cultivo para estudiar la transmisión de las piezas circulantes de ADN que se mueven entre bacterias (plásmidos) en patógenos tomados de aguas residuales hospitalarias.
Los plásmidos que contienen genes de resistencia a los antibióticos son un importante impulsor de la RAM, incluida la resistencia a los carbapenemas. La falta de respuesta a este tratamiento, que constituye la principal herramienta para enfrentar diversos microbios resistentes, se encuentra actualmente en niveles que no se esperaban hasta 2030, como han alertado durante los últimos años los expertos. En concreto, se estima que la resistencia a este antibiótico de último recurso causa entre 50.000 y 100.000 muertes en todo el mundo año.
Una nueva técnica evalúa la capacidad de transmisión de plásmidos, conocida como conjugación, en comunidades de especies mixtas de bacterias y simulando las condiciones ambientales
Ante este desafío se han reunido esfuerzos para fomentar el uso correcto de antibióticos, desarrollar nuevos e innovadores tratamientos, concienciación de la sociedad… No obstante, ahora también hay que afrontar la alta capacidad de transmisión de la resistencia de una bacteria a otra. Proceso que es mucho más rápido de lo que se creía, como recuerda el estudio citado publicado en The Lancet Microbe.
TRANSMISIÓN DE LOS PLÁSMIDOS
Tras cinco años de investigación el equipo internacional ha ido más allá del estudio de cultivos y ha desarrollado una nueva técnica que permite evaluar la capacidad de transmisión de plásmidos, conocida como conjugación, en comunidades de especies mixtas de bacterias y simulando las condiciones ambientales.
Esto permite comprender “dónde y cómo se comparten los plásmidos entre las bacterias, en particular los plásmidos que portan genes de resistencia a los antibióticos clínicamente importantes”, indica el profesor Timothy Walsh, director de biología del Instituto Ineos de Oxford para la investigación antimicrobiana. El estudio investigó el plásmido IncX3 que porta genes de resistencia a los carbapenémicos o NDM-5.
Las bacterias fueron tomadas de las aguas residuales de un hospital en la ciudad china de Fuzhou y los plásmidos analizados presentaron un rango de huéspedes mucho más amplio de lo esperado. Se propagaban a través de muchos tipos de bacterias, incluidas bacterias receptoras completamente ajenas. Esto significa que microbios difíciles de cultivar podrían ser reservorios potenciales de plásmidos que contribuyen a la propagación de la resistencia a los antimicrobianos. “La propagación de genes de resistencia mediante plásmidos está mucho más extendida de lo que se pensaba anteriormente, lo que destaca la importancia de la vigilancia de la resistencia a los antimicrobianos en el medio ambiente, las personas y los animales”, sugiere el estudio.
“La propagación de genes de resistencia mediante plásmidos está mucho más extendida de lo que se pensaba anteriormente"
Este estudio, indica Walsh, demuestra que la resistencia a los antimicrobianos se está propagando en todo el entorno, no sólo en hospitales y clínicas. “Las personas, los animales y los ecosistemas están interconectados en todo el mundo, por lo que existe una necesidad urgente de utilizar enfoques más creativos para comprender la dinámica de la creciente resistencia bacteriana a nuestros antibióticos de último recurso”.
El investigador Qiu Yang, de la Universidad de Agricultura y Silvicultura de Fujian, alerta que ante estos resultados, es “muy probable” que los plásmidos que se cree que tienen un rango estrecho de huéspedes puedan propagarse entre muchas bacterias diferentes. “Se necesita urgentemente una investigaciónque explore la gama de huéspedes de plásmidos resistentes a múltiples fármacos para prevenir la creciente carga de la resistencia a los fármacos a nivel mundial”, añade Qiu Yang.
La manera de evitar la conjugación, recogen los autores, es el uso de cloro como desinfectante. Estas medidas higiénicas, la reducción de la utilización de antibióticos a una prescripción y consumo responsable, la investigación y un enfoque global son los únicos pasos posibles para enfrentar la RAM. “Nuestros datos realzan la importancia de un enfoque de Una Salud (One Health) para la vigilancia de la resistencia a los antimicrobianos y sugieren que lo que estamos presenciando actualmente en términos de dinámica de plásmidos de resistencia a los antimicrobianos podría ser sólo una pequeña parte de una historia mucho más amplia”, concluye el estudio.