El radón es un gas radiactivo incoloro, inodoro e insípido. Se produce por desintegración radiactiva natural del uranio presente en suelos y rocas. Incluso el agua puede llegar a tener radón, tal y como explica la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este elemento químico pasa de una manera muy fácil del suelo al aire, donde se desintegra y emite otras partículas radiactivas. Al respirar se inhalan esas partículas, depositándose así en las células que recubren las vías respiratorias. Todo ello provoca graves problemas de salud, llegando a ser el radón una de las principales causas de cáncer de pulmón.
Ahora, un nuevo trabajo publicado en 'Neurology', la revista médica de la Academia Estadounidense de Neurología, concluye que la exposición al radón también se relaciona con un mayor riesgo de accidente cerebrovascular.
El estudio, que examinó la exposición en mujeres de mediana edad a participantes de mayor edad, encontró un mayor riesgo de accidente cerebrovascular entre aquellas expuestas a concentraciones altas e incluso moderadas del gas en comparación con aquellas expuestas a las concentraciones más bajas. Para determinar la exposición al radón, los investigadores vincularon las direcciones de los hogares de los participantes con los datos de concentración de radón del Servicio Geológico de EEUU y la Agencia de Protección Ambiental de EEUU (EPA).
El estudio contó con la participación de 158.910 mujeres con una edad promedio de 63 años que no habían sufrido un accidente cerebrovascular al inicio del estudio. Fueron seguidas durante un promedio de 13 años. Durante el estudio, hubo 6.979 accidentes cerebrovasculares entre los participantes.
"La confirmación presentaría una oportunidad para mejorar la salud pública al abordar un factor de riesgo emergente de accidente cerebrovascular"
Los participantes se dividieron en tres grupos. El grupo más alto tenía hogares en áreas donde las concentraciones promedio de radón eran superiores a cuatro pCi/L. El grupo medio vivía en áreas con concentraciones promedio entre dos y cuatro pCi/L. El grupo más bajo vivía en áreas con concentraciones promedio de menos de dos pCi/L.
En el grupo con la mayor exposición al radón, hubo 349 accidentes cerebrovasculares por 100.000 personas-año en comparación con 343 accidentes cerebrovasculares en el grupo medio y 333 accidentes cerebrovasculares en el grupo con la exposición más baja. Los años-persona representan tanto el número de personas en el estudio como la cantidad de tiempo que cada persona pasa en el estudio.
Después de ajustar factores como el tabaquismo, la diabetes y la presión arterial alta, los investigadores encontraron que los participantes del grupo más alto tenían un riesgo 14% mayor de sufrir un accidente cerebrovascular en comparación con los del grupo más bajo. Los del grupo medio tenían un riesgo un 6% mayor.
"Es importante señalar que encontramos un mayor riesgo de accidente cerebrovascular entre aquellos expuestos a concentraciones de radón de hasta dos pCi/L por debajo del umbral actual basado en el cáncer de pulmón para recomendar la mitigación del radón", señala el autor del estudio Eric A. Whitsel, de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (Estados Unidos).
"Se necesitan más estudios para confirmar nuestros hallazgos. La confirmación presentaría una oportunidad para mejorar la salud pública al abordar un factor de riesgo emergente de accidente cerebrovascular", añade. Una limitación del estudio fue que incluyó solo participantes femeninas de mediana edad o mayores y principalmente blancas, por lo que los resultados pueden no ser los mismos para otras poblaciones.