Psicooncología: "En España aún no están plenamente atendidas todas las fases de la enfermedad"

Esta subespecialidad de la Psicología aborda la importante faceta emocional que supone el diagnóstico, tratamiento e, incluso, la supervivencia a un cáncer en todas las personas afectadas

Paciente oncológica atendida por una psicóloga. (Freepik)
Paciente oncológica atendida por una psicóloga. (Freepik)
Javier Leunda, redactor ConSalud.es
19 febrero 2024 | 00:00 h

Sólo dos palabras pueden ser suficientes para que la mente de una persona se trastoque y su mundo interior dé un giro de 180 grados: “Tienes cáncer”. Esta desagradable circunstancia es la que viven muchos pacientes a diario alrededor de todo el mundo. Por lo general, a partir de ese punto los focos se centran en las posibilidades clínicas, los plazos o el tratamiento oncológico para abordar la enfermedad y erradicar ese mal adherido al cuerpo. Sin embargo, tan importante como todo esto para emprender la lucha que recién comienza es la faceta mental de los afectados y de sus seres más cercanos.

En este contexto es cuando surge la psicooncología, una subespecialidad de la psicología encargada del estudio y la psicoterapia de los pacientes con cáncer, así como de sus familias, que les ofrece las herramientas necesarias para afrontar el diagnóstico y el tratamiento ante cualquier tipo de cáncer. “Cuando empecé en esto era como ‘¿qué hace un psicólogo en una unidad de oncología?’ y, ahora, la gente ya lo tiene como muy integrado, aún más desde la llegada de la pandemia, que puso encima de la mesa y visibilizó la salud mental”, relata a ConSalud.es la Dra. Tania Estapé, presidenta de la Sociedad Española de Psicooncología y coordinadora de la disciplina en la Fundación FEFOC.

“Muchas veces las familias presentan más necesidades de asistencia que el propio afectado, por ejemplo, en los casos de cáncer infantil”

En este sentido, la necesidad del abordaje del cáncer desde la psicología ha venido ganando importancia a medida que la enfermedad se ha ido haciendo también cada vez más compleja. “Se ha alargado la supervivencia, incluso las personas incurables viven más tiempo. Un periodo más largo en el que los pacientes diagnosticados han de convivir con la espada de Damocles que supone el cáncer”. No sólo ellos, destaca la psicóloga, sino que “muchas veces las familias presentan más necesidades de asistencia que el propio afectado, por ejemplo, en los casos de cáncer infantil”.

De esta manera, los psicooncólogos han adquirido “progresivamente” un importante papel en las unidades oncológicas de nuestro país, aunque todavía “hay muchos espacios donde este servicio es desarrollado por asociaciones altruistas o fundaciones; a nivel hospitalario, –dependiendo del centro- aún falta una mayor apuesta por estos efectivos, que suelen trabajar a través de convenio con el SNS”. De hecho, entre las reivindicaciones del colectivo se encuentra la creación de una especialidad propia que “aúne la psicología clínica –única especialidad existente- con una formación específica en oncología”, señala la Dra. Estapé.

En España todavía no están “plenamente atendidas todas las fases de la enfermedad (prevención, tratamiento, supervivencia y duelo)”

El cáncer es una enfermedad muy amplia y con muchas aristas en la que cada caso es diferente a otro. “Las situaciones son infinitas, dos cánceres pueden ser antagónicos. También depende de si la persona es mayor o es un niño; el momento de la vida en el que se encuentre (después de otros impactos vitales o en un momento de plenitud); personas que les han amputado la próstata, la mama, que han quedado impotentes o incontinentes; individuos con respaldo social o en soledad, etc”, aclara. Además, en el caso de la oncología, las necesidades emocionales del paciente van más allá de la enfermedad y perduran también en la posterior supervivencia.

En esta línea, la coordinadora del grupo de trabajo en Psicooncología y psicología en Cuidados Paliativos del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, Dra. Valeria Moriconi, incide en que en España todavía no están “plenamente atendidas todas las fases de la enfermedad (prevención, tratamiento, supervivencia y duelo)”. De hecho, aclara, “no hace falta que fallezca alguien para estar en duelo, sino que todas las pérdidas significativas que se experimentan a lo largo del afrontamiento de un cáncer son relevantes y es necesario un acompañamiento terapéutico integral”.

“La supervivencia levanta también muchísimas emociones difíciles de canalizar si no ha habido un trabajo previo de toma de conciencia. Cambia la interpretación del tiempo que estoy en el mundo"

El diagnóstico de esta enfermedad marca el comienzo de un desgaste físico y mental en las personas. Las lleva, en muchos casos, a afrontar un largo periodo de tratamiento con subidas y bajadas emocionales. Igualmente, aún superado lo peor, viven con el miedo constante a que pueda resurgir la dolencia. “La supervivencia levanta también muchísimas emociones difíciles de canalizar si no ha habido un trabajo previo de toma de conciencia. Cambia la interpretación del tiempo que estoy en el mundo y de cómo puedo cogerlo a cuatro manos”, señala la experta.

De la misma manera, muchos pacientes que han logrado superar la enfermedad padecen un importante “choque de culpabilidad”. Han compartido su lucha diaria y convivido con otros pacientes -ya amigos- a los que han podido perder por el camino. Les llega la pregunta de “¿por qué yo sigo aquí y no él o ella?”. La gestión emocional del día después de superar un cáncer abre una nueva fase. “Podríamos pensar erróneamente que es la etapa feliz y no siempre lo es. Personalmente, veo muchísimas personas que, con vergüenza y culpa, en voz baja, te dicen: ‘Debería estar bien y es cuando peor me encuentro’”, desvela la Dra. Moriconi.

Responden a necesidades del paciente y de sus seres queridos tan importantes como dar respuesta al afrontamiento de la enfermedad, el shock diagnóstico, estrés, depresión, manejo de la ansiedad o el miedo

En este marco, los psicólogos oncológicos constituyen una pieza clave en el abordaje integral del cáncer. Responden a necesidades del paciente y de sus seres queridos tan importantes como dar respuesta al afrontamiento de la enfermedad, el shock diagnóstico, estrés, depresión, manejo de la ansiedad y el miedo, preparación para la hospitalización y los tratamientos, preparación para la quimioterapia y radioterapia, lidiar con los efectos secundarios, gestionar el dolor, aplicar cuidados paliativos, abordar la sexualidad tras el cáncer o asistir en el duelo y la pérdida.

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