La psicoterapia es más eficaz que los psicofármacos para tratar patologías de salud mental. Así lo confirman los datos y así lo demandan la mayoría de pacientes. Con todo, España está en el top 3 europeo, junto con nuestra vecina Portugal, en lo que a consumo de antidepresivos, ansiolíticos y benzodiacepinas respecta. En este último, ostentamos el récord de ser los que más de estos fármacos consumimos, a nivel mundial.
Con todo y tal y como explica a ConSalud.esDiego Carracedo, portavoz de la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (anPIR), el consumo de fármacos no es la primera opción de tratamiento para “casi ningún problema de salud mental”.
La situación del sistema sanitario explica el exceso de consumo de psicofármacos en nuestro país. “No es problema de los médicos de Atención Primaria. No es que quieran sobremedicar a los pacientes. El problema es que están sosteniendo la salud de la población con consultas de cinco a siete minutos. Es la respuesta que pueden dar”, lamenta Carracedo.
En este sentido, el psicólogo clínico informa que los psicofármacos son de ayuda para tratar determinadas patologías y en algunos pacientes, incluso son necesarios para poder empezar a trabajar psicoterapéuticamente. Aún así, en la mayoría de ocasiones no llegan a la raíz del problema y, por tanto, no curan la enfermedad. Es por esto que “nunca deberían ser la primera línea de tratamiento y mucho menos la única”.
Los fármacos producen una adaptación a nivel de neurotransmisores, de forma que, si se mantiene el consumo en el tiempo, cuando se dejan de tomar producen síndrome de abstinencia, el conocido como ‘mono’
Estos medicamentos tienen potencial para aliviar los síntomas a corto plazo. Por ejemplo, una persona que no puede dormir, toma una pastilla, duerme, se le regula el sueño y a los pocos días deja de tomarla. El problema llega cuando no se utilizan así, sino que se consumen durante largos periodos de tiempo y acaban produciendo dependencia y/o, cronificando la enfermedad.
Al hilo, Carracedo explica que, como toda sustancia psicoactiva, los fármacos producen una adaptación a nivel de neurotransmisores, de forma que, si se mantiene el consumo en el tiempo, cuando se dejan de tomar producen síndrome de abstinencia, el conocido como ‘mono’. Esto se traduce en que, al dejar de tomar la medicación, el paciente puede sentir que ha recaído, si bien “no es que haya empeorado, es un efecto rebote por la dependencia”.
“En España sucede que tenemos una sanidad muy desbordada, un mercado laboral precario, muchas dificultades para conciliar… Al final, entre este malestar y la necesidad de una solución rápida, resulta mucho más fácil para dormir esta noche tomarse un lorazepam – fármaco del grupo de las benzodiacepinas comercializado como Orfidal, entre otros – que cambiar los hábitos o rutinas diarias”, lamenta Carracedo.
Y la culpa de esta adicción de los pacientes es de un Sistema Nacional de Salud que ofrece citas con el psicólogo cada cuatro o cinco meses. “Con listas de espera de hasta un año, el SNS está expulsando al paciente que necesita psicoterapia”, denunciaba en una entrevista para ConSalud TV el presidente de anPIR, Félix Inchausti.
"Entre no ofrecer nada, y la atención farmacológica, es mejor la segunda, antes que no atender al paciente"
“Si se utilizan bien, los fármacos no son malos, el problema es que a veces se utilizan porque es lo único que hay”, matiza este psicólogo clínico del Hospital La Paz de Madrid. Cuando la psicoterapia no es una opción viable por la falta de recursos humanos del SNS, así como recursos económicos del paciente (que no siempre puede permitirse acudir a un psicólogo privado) se recurre a los fármacos. “No es que el sistema quiera medicar a la población. Lo hacen porque es lo que tienen para ayudar y entre no ofrecer nada, y la atención farmacológica, es mejor la segunda, antes que no atender al paciente”, insiste el psicólogo clínico.
“Hay un sufrimiento emocional por parte de la población y lo que hay que recordar es que hay formas de acabar con él”, asegura Carracedo. En este sentido, si hubiese más psicólogos clínicos en el SNS, el paciente podría recibir psicoterapia, mejorar sus síntomas antes y aliviar su sufrimiento. No solo sería mejor para los usuarios, sino que resultaría coste-efectivo para el sistema, pues tal y como comentaba a este medio Javier Prado, también portavoz de anPIR, la psicoterapia resulta más barata para el sistema sanitario que los psicofármacos, hay evidencia científica de que es más efectiva y beneficiosa para el paciente y hasta los mismos la prefieren antes que las pastillas.
Desde anPIR recuerdan que en España, se ha estudiado que contar con psicólogos clínicos en Atención Primaria, reduce el consumo de fármacos, las bajas laborales, las listas de espera y además, se alivia la sobrecarga de los médicos de familia, una vez que alrededor del 30% de las demandas en Primaria son por cuestiones de salud mental. “Además, aquí tenemos un sistema formativo muy bueno que es el PIR, de acceso público, que son cuatro años de práctica supervisada y remunerada que da muchas garantías. Tenemos un buen sistema formativo, vamos a potenciarlo”, concluye Carracedo.