Al sur de Chad, en la ciudad de Bébédjia, entre árboles y tierra, se encuentra el Hospital Saint Joseph. Este centro, rodeado de hogares sin luz ni agua corriente, es “un pequeño oasis” a la que tres o cuatro veces al año un equipo del Hospital de Fuenlabrada viaja para ayudar a sus profesionales sanitarios en su día a día. Unas expediciones enmarcadas en el programa ‘EnganCHADos’ con las que se aporta a estos centros sanitarios “los pocos y a veces únicos recursos sanitarios con los que cuentan”, explica a este medio Javier De la Torre, cirujano del Hospital Universitario de Fuenlabrada y el que encabeza la actual misión.
Frente al Hospital de Fuenlabrada que trabaja para humanizar sus servicios y contar con los equipos más vanguardistas para atender a sus pacientes, el Saint Joseph es un centro que atiende a 200.000 personas con escasos medios humanos y materiales. “Es pequeño, con 150 camas sin apenas recursos, sin luz ni oxígeno, y con 75 empleados. Pero es una pequeña isla en la nada”, indica De la Torre.
"Hay que venir con la mente abierta y ser conscientes de que las personas vienen a las cirugías con tumores hepáticos o hernias prácticamente visibles, y los niños que van a consulta pediátrica llegan muy desnutridos, caquécticos"
En estos espacios no existe el diagnóstico precoz, ni cirugías poco invasivas, ni postoperatorios sencillos. Y ninguna de estas atenciones son gratuitas. Según datos de Oxfam, el 60% de la población vive con menos de un euro al día. Una intervención como una laparoscopia cuesta 80 euros, la mitad de un sueldo de enfermera de allí. “Es todo distinto, hay que venir con la mente abierta y ser conscientes de que las personas vienen a las cirugías con tumores hepáticos o hernias prácticamente visibles, y los niños que van a consulta pediátrica llegan muy desnutridos, caquécticos. Aquí la mortalidad infantil es muy alta y aún con recursos no podemos evitar que mueran tres o cuatro menores al día”.
SER VOLUNTARIO EN EL CHAD
La falta de recursos lleva a extremar medidas que en España se dan por supuestas: jeringuillas de usar y tirar, sábanas limpias, anestesia, monitorización inmediata… En Chad estos “privilegios” no existen. “En España todo sobra, allí todo falta”, señala Javier De la Torre. Uno de los problemas más visibles con los que se encuentran los profesionales que llegan al terreno es la suciedad. El suelo es de tierra, los pacientes van descalzos y apenas se lavan. Esto lleva a importantes infecciones que conviven con la mayor amenaza en salud existente en este país: el paludismo.
Actualmente De la Torre se encuentra en Chad, desde donde ha contestado a las preguntas de Consalud.es. Con él están María Jesús Barceló, enfermera; Rocío Rodríguez, pediatra; Paula Peña, médico rehabilitadora, y José Oteo, traumatólogo. Diferentes especialistas que se encuentran con un panorama completamente distinto en este país. En Medicina General, aunque se cuenta con salas de rayos X y laboratorios, solo hay un médico y se trata a todos los pacientes igual: antipalúdicos, antibióticos y antiinflamatorios. Los niños que acuden a Pediatría con caquéctica apenas sobreviven. En el servicio de rehabilitación y traumatología los pacientes van con malformaciones que en España solo se ve en libros. Y en Cirugías las técnicas que se usan son de finales del siglo XVIII.
“Es una experiencia muy bonita que esperamos que llegue a otros hospitales"
“Se cose con seda; en las cirugías de hernias, que son muy frecuentes, no se ponen mallas; se anestesia con ketamina, como a los animales, y los pacientes se mueven y chillan y tenemos que atarlos, aunque por suerte luego no se acuerdan”, explica el cirujano madrileño. Son intervenciones incómodas, sin oxígeno y sin luz para monitorizar a los pacientes. En muchos casos no se operan a los pacientes porque no hay recursos para una postoperación buena.
En este contexto el proyecto ‘EnganCHADos’ manda de forma continuada todos los recursos que puede al hospital, y durante las tres o cuatro expediciones de un mes se analizan las necesidades y se forma a los médicos chadianos en distintas especialidades con las mejores técnicas. “Nosotros queremos que ellos se valgan por sí mismos, aunque a veces cuando volvemos han olvidado algunas de nuestras enseñanzas”. Pero en esta relación simbiótica no son solo los médicos autóctonos los que instruyen, también los que viajan allí se llevan nuevos conocimientos.
“De ellos aprendemos muchísimo”, apunta este cirujano madrileño. Ven cómo se afrontan las máximas dificultades con mínimos recursos, cómo afectan las desgracias, cómo se sonríe ante los problemas, cómo adaptarse a no tener material y a trabajar con poco recursos, muchas horas y en equipo. “Es una experiencia muy bonita que esperamos que llegue a otros hospitales. Gracias a la administración, al Ayuntamiento de Fuenlabrada y otras instituciones podemos contar con esto. También gracias a la gerencia del hospital que se ha implicado y que nos permite viajar a estos países sin perder días de vacaciones”, concluye.