Después de la pandemia de la COVID, y todo lo que esta supuso a la hora de concienciar a la gente sobre la importancia de estar vacunados, parece que nos hemos vuelto a relajar un poco. Según los datos de ‘Gripómetro’, de Sanofi, la temporada pasada cerró con un 64,5% de tasa de vacunación antigripal entre toda la población de nuestro país, casi tres puntos por debajo que la anterior (67,3%) y el peor registro en cuatro años, es decir, desde época de pandemia. Pero el problema no termina aquí: también ha bajado la tasa de vacunación entre los trabajadores sanitarios, y eso sí que es más preocupante.
“Es cierto que, tras la pandemia, la tasa de vacunación fue altísima, superando el 90%, y ahora, en cambio, existe una cierta ralentización dentro del colectivo sanitario, menos predisposición a vacunarse”, reconoce a ConSalud.es el doctor Ignacio Sánchez-Arcilla, jefe del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales del Hospital Gregorio Marañón y tesorero de la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo (AEEMT). Siguen siendo, eso sí, mejores cifras que las anteriores al COVID: “Hemos pasado de tasas del 25 o 30% en 2017 y 2018 a superar el 50%, que son las tasas básicas de los hospitales españoles… aunque todavía muy por debajo de la recomendación de la OMS, que es del 75%”.
“Hemos pasado de tasas del 25 o 30% en 2017 y 2018 a superar el 50%, pero lo que recomienda la OMS es llegar al 75%"
Y es que el problema, matiza también el experto, radica en las vacunas estacionales, como la de la propia gripe, cuya campaña empieza precisamente dentro de tres semanas. El resto (hepatitis B, triple vírica, sarampión, rubeola parotiditis, varicela…), entre personas que no estaban vacunadas de la infancia, o que necesitan ponerse ahora una dosis de recuerdo, sí que siguen manteniendo una “buena aceptación” dentro del hospital madrileño. Pero entonces… ¿por qué unas sí y otras no? ¿Cuál puede ser la razón por la que muchos trabajadores sanitarios han “dejado” de vacunarse contra la gripe?
La respuesta, para el doctor Sánchez-Arcilla, es simple, y está en la mencionada estacionalidad de esta vacuna: “La vacuna de la gripe, al contrario que las anteriores, hay que ponérsela todos los años. No es una vacuna para toda la vida, y eso hace que la gente no tenga tanta costumbre y que la tasa de respuesta sea baja. Se cansan de tener que ir”. Rocío Lorenzo Ortega, miembro de este mismo servicio en el Hospital Virgen de la Victoria de Málaga, y que se encarga de ayudar al de Medicina del Trabajo durante las campañas de vacunación, también apunta a la percepción de “baja efectividad” que tiene muchas veces la vacuna; ya no solo entre los sanitarios, sino entre todo el mundo.
"Muchas veces depende de la percepción del riesgo que tiene el propio sanitario de no vacunarse”
“La vacuna de la gripe no es 100% efectiva, porque está hecha con los virus que circulaban en la anterior, y depende mucho de cómo sea su mutación. A veces me cuentan que ellos, con las vacunas, lo que pretenden es no infectarse, y la vacuna de la gripe no te lo garantiza. A eso se le suma que la mayoría se consideran personas sanas, y no se vacunan de algo si sienten que no lo necesitan”, asegura la preventivista. “En España, al contrario que en Estados Unidos, donde los despiden si no lo hacen, la vacunación entre los sanitarios es voluntaria, y muchas veces depende de la percepción del riesgo que tiene el propio sanitario de no vacunarse”, le apoya Sánchez-Arcilla.
“En época de pandemia, por ejemplo, había unas colas enormes para vacunarse en parte por esa percepción del riesgo. Lo veían en sus pacientes y familiares”, insiste el médico del trabajo. “Entonces se vacunaba todo el mundo, te pedían si podías adelantarle, si había algún hueco. Esto ha cambiado mucho, y, en el caso del COVID, la gente ya no lo tiene como algo que mate. Al final, depende la percepción que tiene cada persona de la enfermedad”, añade su compañera del Hospital Virgen de la Victoria.
TRABAJO INTENSO DENTRO DE LOS HOSPITALES
Ignacio Sánchez-Arcilla ha presentado los dos aspectos clave que pueden hacer que los sanitarios, como el resto de las personas, acudan menos a ponerse este tipo de vacunas: “percepción del riesgo baja” y “falta de costumbre” debido a su estacionalidad, que se suman a que, como incide Rocío Lorenzo Ortega, la de la gripe no es una vacuna 100% efectiva. Por eso existen sus servicios, para, entre otros muchos cometidos, tratar de fomentar la vacunación entre todos los trabajadores de sus hospitales. Y parece que, a juzgar por las cifras antes presentadas por el del Gregorio Marañón, sí que funcionan.
"Intentamos ser nosotros los que nos movemos para que los sanitarios se vacunen"
Por un lado, para suplir la “falta de costumbre”, lo que intentan es que sea la vacunación la que va al puesto de trabajo del sanitario, y no al contrario. “Tratamos de dar muchas facilidades para que la gente se vacune: vamos por los distintos servicios del hospital, ponemos puntos fijos de vacunación… para que, entre comillas, no tengan ni molestarse en venir al Servicio de Prevención”, explica Sánchez-Arcilla. “Intentamos ser nosotros los que nos movemos para que se vacunen. Puede ser que un médico haya tenido una mañana muy ajetreada y no haya tenido tiempo de bajar al punto de vacunación, y a lo mejor no tiene otro turno hasta dentro de cuatro días. Así que vamos con un carrito con las vacunas preparadas por las distintas plantas”, añade Lorenzo Ortega.
Por otro, realizan campañas de concienciación para recordar que el riesgo está ahí, y que, por mucho que no sea 100% efectiva, siempre es mejor tenerla puesta. “Yo se lo digo siempre a mis pacientes: puedes coger la gripe, pero seguro que va a ser una gripe menor que si no estás vacunado”, recuerda la experta del hospital malagueño. “Parece que hay cierto mantra entre la sociedad después de habernos puesto tantas vacunas de la COVID, y la gente piensa que a ver si tantas vacunas va a ser malo para el sistema inmunitario. Pero eso es absolutamente falso, no hay evidencia científica. Intentamos transmitir que el riesgo sigue estando ahí igual que antes, sobre todo si están tratando a personas con otras patologías. Y lo que sí que es indudable es que baja la transmisión”, sentencia Sánchez-Arcilla.