La sociedad alemana de pediatras, a través de su presidente Thomas Fischbach, ha propuesto esta semana sancionar a los padres que lleven a sus hijos a las Urgencias pediátricas sin una justificación médica real. Una medida que ha generado gran debate al culpabilizar en exclusiva a los tutores de los niños de la alta demanda a causa del mal uso que se puede hacer de este servicio. Una situación que se ha dado especialmente tras la pandemia.
Aunque la mayoría de la gente hace un buen uso de la urgencia, lo cierto es que “están aumentando continuamente las visitas innecesarias por problemas que se pueden solucionar en otros niveles asistenciales”, traslada la Asociación Española de Pediatras de Atención Primaria (AEPap) a ConSalud.es. Las causas, sin embargo, son muy diferentes y responden a diversos factores, como explica el Dr. Lorenzo Guerra Díez, vicepresidente de la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP), integrada en la Asociación Española de Pediatría (AEP).
La característica del propio paciente, que en la mitad de los casos son menores de 5 años o presentan patologías crónicas más o menos complejas, es uno de los factores por los que aumenta la presión asistencial. A él se suma, más frecuentemente, “la posibilidad de acudir a los Centros Sanitarios con más o menos facilidad y la conciliación con el trabajo; la hora, el día de la semana, el mes y la estación del año varía la demanda asistencial, los periodos epidémicos de virus respiratorio sincitial, gripe, rotavirus.., y la percepción de la gravedad por parte de los progenitores y/o acompañantes que no siempre se ajusta a los niveles de urgencias establecidos por nuestros profesionales”, explica el Dr. Guerra Díez.
Dr. Piñeiro Pérez: “Una sanción implicaría que los únicos culpables son los padres, y no es así en absoluto”
La mayor parte de esta atención (el 90%) que demandan los pacientes y sus familiares se resuelve en Atención Primaria. Sin embargo, como señalan desde la AEPap, el colapso que se vivió con la pandemia en esta especialidad, la dificultad actual para cubrir plazas y la falta de recursos para solucionar la “mermada capacidad de AP” se traduce en un mayor incremento de la asistencia en las urgencias, en muchos casos sin que precise de atención inmediata. Como resultado, muchos de los casos que los pediatras atienden en Urgencias no se ajustan a los criterios establecidos y los profesionales, con cada vez más pacientes, menos tiempo para atenderlos y más cansados, perciben en muchas de estas situaciones un abuso de los servicios sanitarios que se debería solucionar.
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En Alemania los pediatras han propuesto sancionar a los padres para desincentivar la visita a Urgencias sin una causa médica justificada. Como coinciden todos los pediatras españoles consultados, estas medidas recaen directamente sobre las clases más desfavorecidas, que tendrán que valorar si lo que les pasa a sus hijos es lo suficiente grave y urgente para que no se produzca una multa. “Las sanciones económicas funcionan, no tengo ninguna duda. El problema es que siempre generan dos tipos de poblaciones: la de los ricos que se pueden permitir el lujo de consultar en urgencias por cualquier banalidad frente a los pobres que se lo tendrán que pensar dos veces, a pesar de que dicho dolor pueda parecer una apendicitis, ‘porque al primo le pasó algo parecido y al final le operaron…’. Además, cuando se habla de sanción, ¿de cuánto estamos hablando? ¿Un euro? ¿Diez? ¿Cien? ¿A partir de qué cantidad unos padres deciden que el problema de su hijo no necesita una atención inminente?”, señala el pediatra Roi Piñeiro Pérez. “Una sanción implicaría que los únicos culpables son los padres, y no es así en absoluto”, añade.
Para los pediatras no es cuestión de blanco o negro, sino que hay muchos matices a tener en cuenta. “Aún siendo medidas denominadas disuasorias que pretenden canalizar los circuitos asistenciales, tenemos que evitar que generen un efecto contrario y se retrasen atenciones urgentes, como ya ocurrió durante la pandemia de SARS-CoV-2 en la que el miedo a acudir a los Centros Sanitarios incrementó el número de patologías que llegaban en una situación de descompensación grave o muy evolucionadas”, aporta el Dr. Guerra Díez.
Todos coinciden en la necesidad de soluciones sin buscar culpables. “Si reducimos la conocida como ‘hiperfrecuentación en urgencias’ a una lucha entre pediatras agotados de tratar casos banales en urgencias frente a padres agotados de no encontrar solución a los problemas de salud de sus hijos, y que ‘abusan’ con conocimiento de las urgencias pero porque no les queda otro motivo… pues lo más probable es que no encontremos ninguna solución y lleguemos al enfrentamiento habitual: ‘si tuvieran que pagar 10€ no vendrían por estas chorradas' frente a ‘yo ya pago mis impuestos y tengo derecho a que me atiendan cuando yo quiera’”, resume el Dr. Piñeiro.
Dr. Guerra Díez: “Se debe enseñar cuándo acudir a urgencias y cuando no, cuáles son los síntomas y signos que debemos vigilar e identificar en un proceso patológico"
Ante ello, destacan la necesidad de invertir más en Atención Primaria para que sus profesionales “puedan resolver gran parte de los problemas de salud y de cuidados de los niños y adolescentes y realicen una educación sanitaria para que los padres de los niños sepan resolver los problemas más leves y acudir al dispositivo adecuado en caso de enfermedad posiblemente grave”, proponen desde AEPap. “La información aporta seguridad a los usuarios y garantiza una adecuada atención por parte de los profesionales”, coincide el Dr. Guerra Díez. “Se debe enseñar cuándo acudir a urgencias y cuando no, cuáles son los síntomas y signos que debemos vigilar e identificar en un proceso patológico. Hay una frase que resume el esfuerzo que se realiza para mejorar la atención de los pacientes, ‘la salud no tiene precio pero sí un coste’, la población debe tener información de lo que cuesta la asistencia en urgencias y qué supone el uso no adecuado de la misma o de los diferentes”, añade.
Para el Dr. Roi Piñeiro Pérez también sería importante potenciar los sistemas de triaje, para tener “muy claro” los casos que son emergencia, urgentes y los que pueden esperar, y la teleconsulta, “este tipo de atención trata de aliviar la presión de la asistencia presencial, pero no la sustituye”, recuerda. También señala que hay que fijarse en otros países vecinos y regular el sistema, y, si es preciso sancionar como proponen en Alemania, que se haga con unos ciertos criterios. “No puede ser la misma sanción para aquellas familias que abusen de forma reiterada y con pleno conocimiento (y que ni siquiera conocen al pediatra de su centro de salud) que para aquellos padres que, alguna vez, se asustan y acuden a urgencias sin necesidad. Tampoco aquella familia que no llega a renta mínima o la que solicita varias opiniones médicas en urgencias tras haber acudido a consultas privadas. Por supuesto, también habría que diferenciar entre niños con problemas crónicos de salud frente aquellos sin antecedentes clínicos de interés”.
Estas medidas, junto a la necesidad de no perder personal sanitario, son algunas de las propuestas por los expertos, pero, como indica el Dr. Piñeiro Pérez, se necesita ir “más allá”. “En primer lugar, hay que reconocer el problema, porque existe, pero no todo el mundo quiere verlo. En segundo lugar, hay que buscar soluciones mediante un comité de expertos en los que estén representados tanto los profesionales sanitarios como las asociaciones de pacientes. En tercer lugar, habrá que comprobar, a corto y a largo plazo, la efectividad de las medidas implementadas, sin modificarlas cada cuatro años en función del color que gobierne”, concluye.