La atención en las consultas de Pediatría de Atención Primaria es cada día más compleja debido a la gran diversidad de escenarios y patologías que deben abordar los pediatras en los centros de salud. Algunas de estas cuestiones, como la atención a niños con patologías psiquiátricas, han sido abordadas en el 15º Curso de Actualización en Pediatría que un año más organiza la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap).
Tradicionalmente, el uso de psicofármacos en niños ha estado marcado por el vacío de estudios científicos en esta población o por creencias erróneas, como que los problemas psiquiátricos en la infancia eran benignos o pasajeros. Sin embargo, el aumento de la investigación en Psiquiatría infantil en las últimas décadas y la cercanía de los pediatras de Atención Primaria en el día a día de la población infantil, ha convertido a estos profesionales en una figura clave en la detección, orientación y tratamiento de los trastornos psiquiátricos infantiles.
Así lo ha puesto de manifiesto la doctora Petra Sánchez Mascaraque, psiquiatra infanto-juvenil del Hospital Niños Jesús y el Centro de Salud Jaime Vera de Coslada (ambos en Madrid), durante su ponencia 'Psicofarmacología en niños y adolescentes', celebrada en el 15º Curso de la AEPap. Según explica Mascaraque, los trastornos psiquiátricos más frecuentes en la infancia son, en primer lugar, la hiperactividad, seguida de los trastornos de ansiedad y de conducta y, en tercer lugar, la depresión. En la adolescencia se ponen a la cabeza los trastornos de ansiedad, seguidos de los de tipo depresivo y los trastornos de la conducta alimentaria.
La especialista ha revisado en su intervención los psicofármacos indicados en los trastornos psiquiátricos más frecuentes en niños y adolescentes; aunque como ha recordado, además de estas sustancias, en el caso de los niños y adolescentes el tratamiento farmacológico debe estar siempre acompañado de intervenciones psicosociales. Estas son, no solo fundamentales, "sino incluso más efectivas que las intervenciones psicofarmacológicas".
No tratar el dolor puede tener consecuencias futuras fisiológicas y psicológicas
Los psicofármacos más empleados son los dirigidos a tratar el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y luego, a mucha distancia, los antidepresivos y los neurolépticos. “En España no hay sobreconsumo, aunque es cierto que ha aumentado su prescripción, probablemente por el mejor diagnóstico del TDAH, cuya prevalencia es aproximadamente del 5% de la población pediátrica”, señala la experta.
Otra de las mesas redondas del curso, al que han acudido 700 pediatras de AP de toda España, ha estado dedicada a la atención del dolor infantil. En este caso, la doctora Mª Concepción Míguez Navarro, pediatra de urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, ha subrayado las distintas técnicas que los sanitarios tienen a su disposición para controlar de forma segura y eficaz el dolor infantil.
"No tratar el dolor", ha señalado "tiene consecuencias tanto fisiológicas como psicológicas, provocando más dolor en procedimientos futuros".
Desde el dolor originado por diferentes patologías, hasta el que provocan algunos procedimientos médicos (desde una vacuna hasta unos puntos de sutura o la extracción de un cuerpo extraño de ojos o nariz, pasando por infinidad de ejemplos) requieren una correcta evaluación así como "la elección de la opción terapéutica, farmacológica o no, más adecuada en cada caso". Porque como ha recordado la especialista "existen opciones adecuadas para cada intensidad y gravedad del dolor" y es importante individualizar la elección en cada caso.
EL PEDIATRA ANTE LOS NIÑOS DEL MUNDO
“Los niños adoptados y los inmigrantes no presentan las mismas características, pero sí tienen muchos factores en común”, ha explicado por su parte la doctora Maite de Aranzabal Agudo, pediatra de AP, miembro del patronato de la ONG SavetheChildren y co-coordinadora del Grupo de Cooperación, Inmigración y Adopción de la AEPap, durante la mesa redonda ‘La atención a las niñas y a los niños inmigrantes’.
Hace unos años se realizaron en varias Comunidades Autónomas los primeros protocolos para asistir a estas poblaciones,“los pediatras debimos hacerlos y aprenderlos porque estábamos ante lo desconocidoy por ello fueron divulgados en diversos foros”, señala la doctora De Aranzabal.
En el caso de la inmigración, el protocolo (ahora incluido en el PAINNE) se ha revisado y revalorado tras su utilización durante estos años. En su origen, se basó en el estudio real de 1.226 niños y niñas inmigrantes. “Es el protocolo para atender a menores de 14 años de familias procedentes de países con bajo nivel socioeconómico y que en general no han tenido acceso a un servicio sanitario equiparable a los nuestros”, según explica la autora del mismo, la doctora Rosa Masvidal, pediatra en el Centro de Atención Primaria Lluís Sayé de Barcelona.
Según el Observatorio Permanente de la Inmigración, en 2015 habíamás de 525.000 residentes no comunitarios menores de 16 años en nuestro país. “En la actualidad el número de adopciones ha disminuido, pero aquellos niños son ahora adolescentes con otros problemas de salud y no podemos olvidarlos”, resalta la experta.
La preadolescencia o adolescencia puede remover los recuerdos más dolorosos de aquellos jóvenes que han sufrido carencias
En cuanto a la adopción de menores, “la teoría del apego ha puesto de manifiesto que las relaciones vinculares que se producen entre los cuidadores principales (madre, padre y familiares…) y los niños y las niñas, marcan un estilo de relación posterior en los adolescentes-adultos y sobre todo afectan al desarrollo psicoafectivo durante toda la infancia”, explica por su parte Félix Loizaga, doctor en psicología y experto en adopción.
Para los seres humanos, igual que en otras especies de mamíferos superiores, las necesidades de cuidado, afecto y juego son tan importantes como otras necesidades básicas (como satisfacer el hambre o el sueño).
Según expone el psicólogo, muchos menores adoptados han visto truncadas sus relaciones con sus familias biológicas debido a la pobreza, las guerras, la negligencia física o emocional, los abusos físicos o psicológicos. Además, un 80% de los niños adoptados ha vivido,durante al menos dos años, en residencias de acogida u orfanatos (frecuentemente de muy baja calidad en casos de adopción internacional), por tanto, “es frecuente que hayan transitado entre estas dos formas de vida, previamente a su adopción, con las repercusiones para su salud que ello conlleva”, señala.
“La preadolescencia o adolescencia puede remover los recuerdos más dolorosos de aquellos jóvenes que han sufrido carencias, en especial si han sido durante largo tiempo. Estos pueden llegar a mostrar comportamientos agresivos y sus pensamientos pueden desestructurarse. Es entonces cuando necesitan nuestra ayuda”, concluye la doctora De Aranzabal.