Durante años la realidad de las personas transexuales ha sido ocultada. Sus necesidades, sus deseos, su situación no tenían lugar en la sociedad. A veces algún médico operaba de forma clandestina a una persona para asignarle el género con el que se identificaba. Eran intervenciones a veces peligrosas, sin acompañamiento. Ha llovido mucho desde entonces ya no se considera una patología o un problema, a expensas de que se desbloquee la conocida como ‘Ley trans’ en su tramitación parlamentaria.
Ahora estas personas, que comienzan un proceso que a veces solo les lleva al Registro Civil y otras veces a hormonarse y a una intervención para cambiar de sexo, tienen reconocidas sus necesidades fisiológicas y emocionales. Porque el proceso de reasignación de género no es un proceso sencillo, es un proceso de autoconocimiento, de cambios sociales y a veces físico. Y en muchos casos se inicia en la infancia, antes de la adolescencia. En estos casos, si se quiere cambiar de sexo, los procesos de hormonación comienzan hacia los 12 años, y hacia los 16 se puede iniciar la cirugía. Esta actividad se hace con equipos multidisciplinares en unidades especializadas que incluyen a Endocrinología, Pediatría y Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia.
“En los casos de estrés de minoría seguimos el modelo de terapia afirmativa. En ella reforzamos y apoyamos la expresión de género de forma flexible, cómoda y conforme"
Los niños y adolescentes trans tienen a veces dificultades de salud mental, de ahí la presencia de psiquiatras en los equipos. “Nuestro trabajo es sanitario, no trabajamos la identidad de género”, explica a Consalud.esArancha Ortiz Villalobos, psiquiatra de niños y adolescentes en Hospital Universitario La Paz. “No es ni una enfermedad ni un trastorno, pero eso no quita para que puedan presentar dificultades o problemas de salud mental, también las familias”, indica. Estos problemas están relacionados principalmente con el estrés de la minoría y tienen su origen en la sociedad. “Desafortunadamente, en muchas sociedades en todo el mundo hay un estigma asociado a la variabilidad de género. Tal estigma puede conducir a prejuicios y discriminación, lo que favorece que estas personas padezcan estrés”. Este estrés puede llevar al desarrollo de problemas de salud mental, además de contribuir “al abuso y la negligencia en las relaciones interpersonales, lo que, a su vez, puede conducir a malestares psicológicos”.
TERAPIA AFIRMATIVA Y APOYO
Los psiquiatras y psicólogos intervienen en diferentes aspectos dentro del proceso trans, desde tratar ese estrés de minoría, a ayudar a entender la situación a los pacientes y sus familias, y apoyar a los padres en la crianza y desarrollo de sus hijos. “En los casos de estrés de minoría seguimos el modelo de terapia afirmativa. En ella reforzamos y apoyamos la expresión de género de forma flexible, cómoda y conforme, desde el no binarismo. Las personas no necesitamos clasificarnos o categorizarnos en el binarismo excluyente imperante de hombre-mujer, sino que cada persona debería sentirse libre de expresarse y desarrollar todas sus características y potencialidades independientemente de que esas características se asignen culturalmente con preferencia a una de las dos categorías y no a la otra”, explica Ortiz. También ayudan a desarrollar un autoconcepto “sano y positivo”. “A veces llegan a consulta después de haber sufrido diferentes experiencias traumáticas de maltrato (acoso escolar, etc) por su diversidad”.
"Aclaramos y explicamos la identidad y el rol de género; abordamos el impacto negativo de la disforia de género y el impacto del estigma y el estrés de minoría en la salud mental y el desarrollo humano"
En los casos en que no haya en sí un problema de salud mental, desde psiquiatría se hace un acompañamiento en el que se abordar temas como las diferencias entre ser trans y necesitar modificaciones corporales. “Para ello aclaramos y explicamos la identidad y el rol de género; abordamos el impacto negativo de la disforia de género y el impacto del estigma y el estrés de minoría en la salud mental y el desarrollo humano; aliviamos la transfobia internalizada; aumentar el apoyo social y entre pares; mejorar la imagen corporal; promover la resilencia y facilitar un proceso de ‘salida del armario’ o transición social”, detalla Arancha Ortiz.
EL PAPEL CON LAS FAMILIAS
Además de la persona o menor trans, los profesionales de salud mental también atienden a sus familias. “Es muy importante el trabajo con la familia, puede ser una sorpresa para el entorno, tanto de padres, madres, familiares, amigos, amigas…”. El apoyo familiar y social son importantes factores protectores para estas personas y su salud mental. Las familias llegan en diferentes momentos, explica la psiquiatra. Pueden llegar cuando sus hijos no han llegado a la pubertad (desde los 2 años de edad) o al inicio de la pubertad.
“Cuando han llegado a la pubertad trabajamos fundamentalmente la información sobre la transexualidad y el apoyo y educación en una crianza no binaria, anticipando que quizás en la adolescencia reclamen modificaciones corporales, pero intentando que a lo largo de esa crianza se les ayude a aceptar su cuerpo tal y como es y no relacionen unos genitales con un género, ni unas características, intereses o juegos con ningún género concreto”, explica Arancha Ortiz. “Cuando llegan al inicio de la pubertad o durante ella por el rechazo a los cambios puberales que están viviendo añadimos el trabajo para la toma de decisiones informada, consciente y reflexiva respecto a las modificaciones corporales”. Ayudar a la familia a acoger a los niños y a la gestión de la incertidumbre y la ansiedad acerca del futuro de sus hijos, y en apoyarles para que desarrollen un autoconcepto positivo son otros de los puntos de la terapia que realizan desde Psiquiatría para ayudar a las familias.