Los sectores sanitarios sufren una fuerte presencia de intrusismo profesional, lo que lo convierte en uno de los principales problemas en determinadas áreas médicas.
Este intrusismo afecta con más virulencia a la Medicina Estética. Según un estudio realizado por la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), un 79% de los médicos estéticos han detectado un aumento del intrusismo y falta de seguridad y control en las prácticas médico-estéticas.“Algunos centros estéticos, que no médicos, llevan años ofreciendo servicios que sólo puede ser aplicado por profesionales sanitarios, que cuenten con el título de doctor y estén colegiados”, se comenta desde la junta directiva de la SEME. “Lo mismo se observa en gimnasios, peluquerías,… estas prácticas, además de suponer un delito, ya que estamos hablando de actos médicos, ponen en peligro seriamente la salud de los pacientes”, han subrayado.
La mayoría de las malas praxis ocurren en centros de estética, no médicos; así como en centros y locales de estilismo
Según datos proporcionados por la SEME, la mayoría de estas malas praxis suelen suceder en centros de estética –no médicos-, seguidos por centros y locales de estilismos y, en tercer lugar, por esteticistas, que ofrecen sus servicios de forma autónoma y a domicilio.
Entre los medicamentos utilizados más habitualmente de forma fraudulenta, se encuentran la toxina botulínica, los rellenos dérmicos o formulaciones destinadas para tratamientos de mesoterapia; estas sustancias aplicadas por manos no médicas y expertas, pueden llegar a tener graves efectos secundarios.
Además, dice la doctora Petra Vega, presidenta de la SEME, existe “un vacío legal” en los tratamientos fundamentados sobre el uso del láser, ya que el desconocimiento de la aplicación adecuada de esta tecnología, así como la incapacidad de los profesionales no cualificados para identificar determinadas afecciones o enfermedades de la piel, por ejemplo, puede derivar en dolor, manchas, dermatitis o, incluso, quemaduras graves.