Con la llegada de la Covid-19, muchas profesiones tuvieron que cambiar su forma de trabajar. En el caso de los investigadores científicos, la situación fue muy diferente según si su campo estaba relacionado con el coronavirus o no. Con todo, lo que sí dejó en evidencia la pandemia fue la falta de personal e inversión que sufre el sector de la investigación científica en España.
Desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la profesora de investigación Alicia Durán, explica que en la institución se establecieron protocolos contra la Covid-19 y todos los centros se cerraron hasta mayo. Todos, salvo los considerados esenciales: aquellos que trabajaban en torno a la Covid-19. "El resto nos quedamos en casa", explica la también consejera de CCOO en el Consejo Rector del CSIC.
Entre risas, Durán comenta para ConSalud.es que “no ha publicado más en su vida que el año de la pandemia”. Desde casa, los investigadores 'no esenciales' lograron escribir "cosas que tenían pendientes, trabajar redactando resultados y dando forma a trabajos para los que antes no tenían tiempo”, añade la profesora del CSIC.
La falta de personal, inversión y recursos, ha quedado más en evidencia que nunca a raíz de la pandemia
En mayo y con el levantamiento de restricciones, volvieron a los centros, aunque con las medidas de prevención de contagios pertinentes. Algunas de estas, como los aforos, se “acaban de levantar este uno de octubre”, si bien sigue siendo obligatorio el uso de mascarillas y distancias.
Para los investigadores centrados en la Biología o Electrónica aplicada a la Covid-19 - continúa la experta - la situación fue muy diferente. “Nuestros compañeros que trabajaban en el Covid, se dividían en tres turnos para trabajar las 24 horas del día”, explica Durán. La falta de personal, inversión y recursos, ha quedado más en evidencia que nunca a lo largo de este año y medio.
Como ejemplo, Durán expone el caso de los equipos que trabajan en las vacunas contra la Covid-19 - los de Luis Enjuanes y Mariano Esteban -. El presupuesto que recibieron para competir en la carrera contrarreloj que era desarrollar un suero contra el coronavirus fue de un millón de euros, comenta la miembro del CSIC. Sin embargo, los laboratorios que finalmente desarrollaron las vacunas Covid-19 aprobadas en la Unión Europea, recibieron 1.000 millones de dólares.
"Queremos trabajar en condiciones dignas, tener dinero para investigar y comprar equipamientos para poder competir internacionalmente"
“Cuando preguntaban por qué nuestras vacunas iban tan retrasadas, les decíamos que en el laboratorio de Oxford de AstraZeneca, tenían a 400 personas trabajando. Aquí teníamos entre 17 y 20. Esa es la diferencia entre nosotros y otros países”, asegura Durán.
No solo escasean los contratos, sino que las condiciones de los investigadores también dejan bastante que desear. Y es que según informa Durán, en estas plantillas el único personal fijo es el de los investigadores principales: Enjuanes y Esteban. “Trabajan por amor al arte, porque ya están jubilados. El resto, son temporales, con condiciones muy precarias. Ese es el esfuerzo que han hecho… Y así les tratan”, comenta la científica. "Más del 70% del personal de los grupos que trabajan en la vacuna son temporales", recalca la experta.
Esteban solicitó la compra de macacos para poder probar las vacunas. La respuesta que obtuvo fue que “no podían comprarlos porque eran muy caros”. Con recursos, personal y condiciones dignas, “hubieran ido mucho mejor y más rápido”, sostiene la científica.
Aún así, “el sistema científico respondió como responde siempre. Como con la ‘marea negra’ en Galicia o como ahora en La Palma. Pero no queremos ser héroes, somos gente normal que trabajamos en ciencia porque nos gusta y la vocación de un científico es servir a la sociedad. Queremos trabajar en condiciones dignas, tener dinero para investigar y comprar equipamiento para poder competir internacionalmente. Y también necesitamos tiempo. Demasiado han hecho sin personal, ni recursos… Y demasiado bien van”, concluye la científica.