La diabetes es una enfermedad metabólica crónica caracterizada, por un lado, por la resistencia a la insulina (la hormona que regula los niveles de azúcar o glucosa en sangre), y, por otro, porque las células beta del páncreas tienen dificultades para producirla. Esto provoca un desequilibrio en nuestro organismo que si no se controla puede causar graves y diversos problemas de salud. Según datos del estudio Di@bet.es, liderado por el área de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas del CIBER (CIBERDEM) y financiado por el Instituto de Salud Carlos III, en España al menos un 25% de la población tiene diabetes o está en un estado previo o inicial de la enfermedad.
El trabajo se ha llevado a cabo con la colaboración del grupo del CIBERDEM de Eduard Montanya (IDIBELL), así como con instituciones de prestigio a nivel nacional (la UB-IDIBELL y la UMH-IDiBE, entre otras) e internacionales (Universidad de Harvard y el Consejo Nacional de Investigación de Italia).
Para comprender y tratar la diabetes es clave estudiar las células beta del páncreas. Cuando ingerimos alimentos, los niveles de glucosa aumentan y, para compensarlo, estas células liberan la hormona insulina, que es la encargada de facilitar el transporte de los azúcares a los tejidos metabólicos (músculos, hígado y tejido adiposo) enviándoles una señal. Estos azúcares quedan almacenados en estos tejidos para que nuestro cuerpo pueda usarlos como reserva energética cuando sea necesario. En el caso de las personas con diabetes tipo 2, la resistencia a la insulina provoca que las células del cuerpo no puedan utilizarla correctamente y así la glucosa queda circulando en la sangre, lo que produce esta descompensación.
El hallazgo, liderado por el grupo de investigación DIAMET del IISPV, se centra en el papel del succinato y de su receptor, que desempeñan un papel clave en las alteraciones en el metabolismo que sufren estos pacientes
El Grupo de Investigación en Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (DIAMET) ha hecho posible un hallazgo que representa un punto de inflexión en el abordaje de la enfermedad: estos investigadores e investigadoras han descubierto un nuevo mecanismo que podría ayudar a mejorar la secreción de insulina y que, por tanto, favorecería el control del azúcar en la sangre en personas con diabetes. Este mecanismo implica una sustancia llamada succinato y su receptor (conocido como SUCNR1), que se encuentra en las células beta del páncreas.
El succinato es un compuesto natural presente en nuestras células que desempeña un papel importante en el metabolismo energético. Tradicionalmente, se ha asociado a situaciones de estrés celular, como las que se producen en el caso de pacientes con obesidad. Este descubrimiento muestra que el succinato puede actuar como una señal beneficiosa que ayuda a las células beta del páncreas a liberar o secretar insulina, regulando así los niveles de glucosa en sangre.
“Hemos descubierto que el nivel del receptor SUCNR1 aumenta en condiciones de azúcar alto en sangre y empeoramiento metabólico, como en la obesidad y la diabetes. Cuando el succinato se une a este receptor, se activa un proceso que potencia la secreción de insulina. Esto es especialmente importante después de comer, cuando los niveles de azúcar en sangre son más altos y el cuerpo necesita más insulina para procesar ese azúcar”, explica Joan Sabadell-Basallote, uno de los investigadores responsables de este estudio de DIAMET (grupo liderado por Sonia Fernández-Veledo y por Joan Vendrell).
La diabetes tipo 2 está estrechamente relacionada con la obesidad, puesto que el exceso de grasa corporal contribuye a la resistencia a la insulina
Este descubrimiento abre la puerta a nuevas estrategias para tratar la diabetes, enfocándose en este mecanismo para mejorar la secreción de insulina y ayudar a mantener bajo control los niveles de azúcar en sangre. Este descubrimiento representa una esperanza para las personas que luchan contra esta enfermedad crónica.
La diabetes tipo 2 está estrechamente relacionada con la obesidad, puesto que el exceso de grasa corporal contribuye a la resistencia a la insulina. A medida que una persona aumenta de peso, sus células se vuelven menos sensibles a la insulina, obligando al páncreas a producirla en mayor cantidad para mantener los niveles de azúcar en sangre normales. Con el tiempo, este constante esfuerzo puede agotar las células beta reduciendo su capacidad para producir insulina, lo que contribuye a la aparición de la diabetes de tipo 2. Los casos de personas diagnosticadas de esta patología aumentan año tras año en todo el mundo.
Además, según la Federación Internacional de Diabetes, alrededor de 500 millones de adultos la padecen y se espera que en 20 años esta cifra supere los 700 millones. Este incremento se atribuye a factores como el envejecimiento de la población, el aumento de la obesidad y los estilos de vida sedentarios.