La edición 2020 de los afamados Premios Nobel trae la novedad de que no se celebrará la tradicional ceremonia de entrega de diplomas y medallas con motivo de la pandemia de coronavirus. No obstante, se seguirán concediendo y precisamente en esta semana se irán anunciando todos. El primero de ellos ha sido el de la categoría de Fisiología o Medicina, que ha premiado a los descubridores del virus de la hepatitis C.
Según ha detallado este lunes el Instituto Karolinska, institución con base en Estocolmo (Suecia) y que decide anualmente estos premios, el galardón se concede de forma conjunta a tres científicos: Harvey J. Alter, Michael Houghton y Charles M. Rice. En el escrito apuntan que han realizado “una contribución decisiva a la lucha contra la hepatitis de transmisión sanguínea, un importante problema de salud mundial que causa cirrosis y cáncer de hígado en personas de todo el mundo”.
Este descubrimiento "reveló la causa de los casos restantes de hepatitis crónica y posibilitó análisis de sangre y nuevos medicamentos que han salvado millones de vidas”
En la exposición de motivos, el Instituto Karolinska subraya que anteriormente, “el descubrimiento de los virus de la hepatitis A y B había sido un paso crítico hacia adelante”. Sin embargo, apuntan que “la mayoría de los casos de hepatitis transmitida por la sangre seguían sin explicación”. Por ello, reconocen que descubrir el virus de la hepatitis C “reveló la causa de los casos restantes de hepatitis crónica y posibilitó análisis de sangre y nuevos medicamentos que han salvado millones de vidas”.
AGENTE INFECCIOSO DESCONOCIDO
Desde esta institución resaltan que “la clave para una intervención exitosa contra las enfermedades infecciosas es identificar el agente causal”. Así, en la década de 1960, Baruch Blumberg determinó que una forma de hepatitis transmitida por la sangre era causada por un virus que se conoció como virus de la hepatitis B, lo que condujo al desarrollo de pruebas de diagnóstico y una vacuna eficaz.
Las investigaciones definieron una forma nueva y distinta de hepatitis viral crónica, que se conoció en un primer momento como hepatitis "no A, no B”
En ese momento, Harvey J. Alter estudiaba la aparición de hepatitis en pacientes que habían recibido transfusiones de sangre. Aunque los análisis de sangre para el virus de la hepatitis B redujeron el número de casos de hepatitis relacionada con las transfusiones, Alter y sus compañeros demostraron de manera preocupante que quedaba un gran número de casos. Las pruebas para la infección por el virus de la hepatitis A también se desarrollaron en esta época, y quedó claro que la hepatitis A no era la causa de estos casos inexplicables.
Fue motivo de preocupación el hecho de que un número significativo de los que recibieron transfusiones de sangre desarrollaron hepatitis crónica debido a un agente infeccioso desconocido. Alter y sus compañeros demostraron que la sangre de estos pacientes con hepatitis podría transmitir la enfermedad a los chimpancés, el único huésped susceptible además de los humanos. Estudios posteriores demostraron que el agente infeccioso desconocido tenía las características de un virus. Las investigaciones metódicas definieron de esta manera una forma nueva y distinta de hepatitis viral crónica, que se conoció como hepatitis "no A, no B”.
IDENTIFICACIÓN DEL VIRUS
Los científicos pusieron su empeño en identificar el nuevo virus pero, a pesar de ello, éste eludió el aislamiento durante más de una década. Michael Houghton, que trabajaba para la empresa farmacéutica Chiron, emprendió el aislamiento de la secuencia genética del virus. Houghton y sus colaboradores crearon una colección de fragmentos de ADN a partir de ácidos nucleicos que se encuentran en la sangre de un chimpancé infectado.
La presencia de anticuerpos en pacientes con hepatitis crónica implicaba fuertemente a este virus como el agente faltante
Suponiendo que los anticuerpos contra el virus estarían presentes en la sangre extraída de pacientes con hepatitis, los investigadores utilizaron sueros de pacientes para identificar fragmentos de ADN viral clonados que codifican proteínas virales. Tras una búsqueda exhaustiva, se encontró un clon positivo. El trabajo posterior mostró que este clon se derivó de un nuevo virus de ARN perteneciente a la familia de Flavivirus y se llamó virus de la hepatitis C. La presencia de anticuerpos en pacientes con hepatitis crónica implicaba fuertemente a este virus como el agente faltante.
A pesar de este hallazgo, faltaba una pieza esencial del rompecabezas: ¿podría el virus por sí solo causar hepatitis? Para responder a ello, los científicos tuvieron que investigar si el virus clonado podía replicarse y causar enfermedades. Charles M. Rice, investigador de la Universidad de Washington en St. Louis, junto con otros grupos, notaron una región previamente no caracterizada en el extremo del genoma del virus de la hepatitis C que sospechaban que podría ser importante para la replica del virus.
Rice también observó variaciones genéticas en muestras de virus aisladas y planteó la hipótesis de que algunas de ellas podrían dificultar la replica del virus. A través de la ingeniería genética, Rice generó una variante de ARN del virus de la hepatitis C que incluía la región recién definida del genoma viral y carecía de las variaciones genéticas inactivadoras. Cuando se inyectó este ARN en el hígado de chimpancés, se detectó virus en la sangre y se observaron cambios patológicos similares a los observados en humanos con la enfermedad crónica. Esta fue la prueba final de que el virus de la hepatitis C por sí solo podría causar los casos inexplicables de hepatitis mediada por transfusiones.
RELEVANCIA
Para el Instituto Karolinska, este descubrimiento es un logro histórico en la batalla en curso contra las enfermedades virales. Y es que gracias a ello, ahora se dispone de análisis de sangre altamente sensibles para el virus y estos esencialmente han eliminado la hepatitis postransfusional en muchas partes del mundo, mejorando enormemente la salud global.
Este hallazgo ha permitido el rápido desarrollo de medicamentos antivirales dirigidos contra la hepatitis C, por lo que ahora esta enfermedad se puede curar e incluso erradicar
Además, también permitió el rápido desarrollo de medicamentos antivirales dirigidos contra la hepatitis C. Por primera vez en la historia, la enfermedad ahora se puede curar, lo que aumenta las esperanzas de erradicar el virus de la hepatitis C de la población mundial. Para lograr este objetivo, se requerirán esfuerzos internacionales para facilitar los análisis de sangre y hacer que los medicamentos antivirales estén disponibles en todo el mundo.