El regreso a las aulas supone para los menores un nuevo reto en su desarrollo y puede exigirles verse sometidos a circunstancias como el estrés o la presión social. Una realidad que se termina reflejando en un aumento de las consultas de psicólogos y psiquiatras. En concreto, algunos estudios en el campo indican que las citas de salud mental en niños y jóvenes han aumentado durante el último año en hasta un 65%, con un importante pico concentrado en el mes de octubre. Todo ello, en un contexto en el que el colectivo continúa reclamando la creación de una especialidad propia en Psicología Infanto-Juvenil.
Para adentrarnos en las causas de esta creciente necesidad de asistencia en la salud mental del colectivo estudiantil, la presidenta de la sección Infanto-Juvenil de la Sociedad Española de Psicología Clínica (Anpir), Gloría Bellido, ha atendido a ConSalud.es para aclarar que “sí que es verdad que hay una sensación generalizada de que en septiembre tenemos más consultas, visitas a urgencias e ingresos en centros médicos”, que también podría deberse a la vuelta de las vacaciones.
“Muchas veces son los colegios los que detectan estas alteraciones conductuales, dificultades de aprendizaje o cualquier otra alteración"
En este sentido, la psicóloga considera que durante el verano los pequeños cuentan con menos adultos a su alrededor que puedan detectar una posible problemática emocional. Algo más fácil en el contexto escolar. “Muchas veces son los colegios los que detectan estas alteraciones conductuales, dificultades de aprendizaje o cualquier otra alteración. El contacto directo con los niños y niñas en los centros educativos, afortunadamente, hace a veces una muy buena labor de detección”, resalta Bellido.
Por otro lado, volver al espacio de las aulas, profesores, compañeros o exámenes tras la libertad estival pueden generar un cierto estrés que afecta más a determinadas personas. “El colegio puede actuar como un factor estresante en dos sentidos; por la exigencia de rendimiento académico y por las dificultades en las relaciones interpersonales”, explica la psicóloga de la SEPC-ANPIR, quien también refleja que las circunstancias que rodean cada caso varían dependiendo de la edad –infancia o adolescencia-.
Las problemáticas emocionales que surgen pueden venir asociadas a “dificultades de aprendizaje, trastornos en el desarrollo cognitivo o dificultades a la hora de afrontar la escolarización, entre otras razones”
En relación con la exigencia académica que los menores pueden sentir para sacar adelante el nuevo curso, las problemáticas emocionales que surgen pueden venir asociadas a “dificultades de aprendizaje, trastornos en el desarrollo cognitivo o dificultades a la hora de afrontar la escolarización, entre otras razones”. En este punto, se dan también casos de una excesiva presión familiar hacia los jóvenes por lograr buenas notas o la máxima excelencia académica.
Respecto a las posibles dificultades que algunos alumnos encuentran para gestionar las relaciones interpersonales, cabe mencionar el caso más extremo: que el niño tenga que enfrentarse a “bullying o acoso escolar”. Una circunstancia que, tal vez, haya podido esquivar durante el verano y que en el colegio ha de volver a afrontar. “Muchas veces lo que nos encontramos los psicólogos son más consultas por estas razones, agudizadas seriamente con la vuelta al cole”, asegura Bellido.
¿MENTE DE CRISTAL?
Cuestionada acerca de si, en algunas ocasiones, se puede correr el riesgo de sobreproteger la salud mental de los menores, abusando de consultas que pudieran ser evitables, la presidenta de la sección Infanto-Juvenil de SEPC-ANPIR aclara que “los casos que nos llegan a la sanidad pública, normalmente, son casos graves; como, por ejemplo, trastornos de neurodesarrollo que no se han detectado a tiempo y generan muchas dificultades a nivel de rendimiento escolar, alteraciones emocionales o situaciones fuertes de acoso escolar”.
“Un elemento clave es la anticipación. Irles preparando las semanas de antes para que recuperen las rutinas, los horarios y vayan comprendiendo lo que va a suponer el curso"
Las claves para que los padres puedan detectar si su hijo o hija requieren asistir a una consulta se basan en la observación prolongada de comportamientos. “Factores como la tristeza, la ansiedad o la dificultad para conciliar el sueño, entre otros, durante un tiempo limitado son normales y no interfieren en el funcionamiento del niño. Si vemos que ha pasado un mes y aún persisten las señales de un mal funcionamiento, incluso observamos absentismo escolar, puede esconderse detrás algo más grave”, aclara.
De la misma manera, Gloría Bellido recomienda a los familiares de niños y adolescentes que les preparen de alguna manera para la vuelta a las aulas, y evitar un choque emocional más fuerte. “Un elemento clave es la anticipación. Irles preparando las semanas de antes para que recuperen las rutinas, los horarios y vayan comprendiendo lo que va a suponer el curso. Además, yo diría que lo más importante es aceptar, que las primeras semanas van a ser difíciles”, concluye la psicóloga.