Cuando un ingeniero comienza a trabajar dentro del ámbito hospitalario, casi siempre se encuentra ante un terreno nunca antes explorado. Por un lado, porque durante la carrera no tienen ningún tipo de asignatura específica acerca de esta especialidad; por otro, porque las propias características de estos edificios los hacen completamente diferentes a cualquier otro que hayan visto antes. Por eso, desde la Asociación Española de Ingeniería Hospitalaria (AEIH) reivindican la necesidad de que todos aquellos ingenieros que quieran dedicar el resto de su carrera profesional a este campo, pasen antes por un periodo de residencia hospitalaria.
Bajo las siglas de IIR (Ingeniero Interno Residente), se trataría de un tipo de formación, en esencia, parecido al de otras especialidades sanitarias, como los famosos MIR (Médico Interno Residente) o EIR (Enfermero Interno Residente). Y es que, además, lamenta a ConSalud.es Francisco Jesús Reguera Gil, ingeniero técnico en el Hospital Universitario de Jerez, solo unas pocas universidades españolas, como la de Cádiz o Málaga, ofertan másteres en ingeniería hospitalaria más allá de esa prácticamente inexistente formación durante la carrera: “Incluso para mi mismo era un ámbito completamente desconocido antes de entrar a trabajar en él”.
“Todos los que nos dedicamos a esto hemos tenido que estar varios años hasta comenzar a entender realmente las instalaciones, los procesos, los procedimientos y, en definitiva, todo lo que es el centro sanitario. Vas aprendiendo por ensayo y error, pasas por momentos de mucha frustración y situaciones límite por el tsunami que se te viene a diario, y tienes que andar preguntado siempre por esto y por lo otro hasta que empiezas a acumular experiencia”, reconoce Reguera Gil sobre unos edificios que, como comentábamos al comienzo del artículo, son tremendamente complejos por su función de “salvaguardar” la vida humana a todas horas.
“Todos los que nos dedicamos a esto hemos tenido que estar varios años hasta comenzar a entender realmente las instalaciones"
“En un hospital debes garantizar la actividad soporte durante las 24 horas: los respiradores, las camas… tienen que estar siempre funcionando, y funcionando con calidad. En una fábrica también nos podemos encontrar procesos productivos que funcionan 24 horas todos los días, pero los puedes parar en algún momento si ocurre una avería o hay que mejorar una instalación. En el contexto sanitario, en cambio, para hacer eso siempre hay que tener en cuenta todo lo que hay detrás, y cada actuación tiene mucha trascendencia y afecta a muchos profesionales y pacientes. Las instalaciones eléctrica, de agua o contra incendios son las mismas, pero el contexto cambia totalmente y te tienes que adaptar”, explica el experto.
Todo esto, insiste, supone un “cambio brutal” con respecto a lo que los ingenieros conocían hasta ese momento, y el mejor modo de formarse en ello es desde el lugar de trabajo; es decir, mediante el sistema de residencia, “donde realmente adquieres las competencias necesarias para enfrentarte al famoso tsunami”. “Ya no es solo la estructura del edificio. La labor del ingeniero hospitalario tiene mucha complejidad incluso desde el punto de vista administrativo, jerárquico. Hay una dirección médica, de enfermería, jefaturas de guardia, supervisores de planta, comisiones de funcionamiento dentro del propio centro… tienes que estar en el sitio para poder conocerlo y asumirlo, y adaptarte a lo que necesitan los profesionales”, subraya.
De hecho, comenta Reguera Gil, aunque los ingenieros hospitalarios no tienen ningún tipo de actividad asistencial, sí que deben conocer de primera mano las necesidades actuales de los pacientes “y adelantarse a las futuras”: “Tenemos que colaborar con ellos, ir de la mano. Estar aislados no tendría ningún sentido”. “En cierto modo, nuestra labor es como si fuese el hardware para que el software, que es la actividad asistencial, pueda desarrollarse correctamente. Y eso, lógicamente, acaba repercutiendo en los pacientes”, metaforiza.
"En ingeniería hospitalaria, las funciones cambian radicalmente dependiendo del centro, hablas con compañeros y no es que haya matices o pequeñas diferencias, es que no tiene absolutamente nada que ver"
De igual manera, la falta de formación estandarizada en nuestro país hace que el trabajo de ingeniero hospitalario cambie radicalmente de una comunidad autónoma a otra. “Un cardiólogo que se traslada a otra comunidad autónoma va a seguir siendo cardiólogo, eso lo tenemos todos claro. En ingeniería hospitalaria, las funciones cambian radicalmente dependiendo del centro, hablas con compañeros y no es que haya matices o pequeñas diferencias, es que no tiene absolutamente nada que ver. Es necesario armonizarlo de alguna forma”, justifica el ingeniero andaluz, también máster en prevención de riesgos laborales.
HACER CAMINO AL ANDAR
De momento, informa el ingeniero, no han comenzado a desarrollar los prolegómenos de su propuesta. Los miembros de la Asociación Española de Ingeniería Hospitalaria van a reunirse en breve para empezar a perfilar un borrador que presentar en un futuro al Ministerio de Sanidad, y, aunque son conscientes de que es un proceso largo y lento, confían en que dentro de unos años pueda llegar a buen puerto. “Los famosos MIR arrancaron en este país sobre los años sesenta, porque los hospitales vieron una necesidad de especialización, pero el primer Real Decreto que los legisló no llegó hasta 1978. Lo mismo con enfermería, que no tuvo especialidades hasta el 2005. El camino no se hace solo, se hace camino al andar”, confía Reguera Gil.
La ingeniería hospitalaria es, a fin de cuentas, una salida profesional muy desconocida, incluso entre los propios ingenieros que están estudiando, pese a que pueden llegar a entrar en contacto con la tecnología “de más alto nivel”: “Es muy habitual que la gente nos pregunte por lo que hacemos en nuestro trabajo, y yo siempre les respondo lo mismo: procurar que el médico tenga, para empezar, agua, luz y oxígeno. A partir de ahí, lo que tú quieras”, sentencia el experto.