Arquitectura y sanidad, directa o indirectamente, siempre han ido de la mano. Dejando a un lado el ámbito estrictamente hospitalario, las viviendas y espacios -públicos y privados- habitados por seres humanos requieren de unas condiciones determinadas para garantizar su calidad de vida. Y esta, por supuesto, acaba repercutiendo en su salud.
De hecho, según la OMS, el 80% de los determinantes sociales que influyen sobre la salud no se encuentran en el entorno sanitario, y, de estos, el 25% vienen marcados por los entornos que habitamos y la situación de nuestras ciudades.
Conscientes de ello, el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) y el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE) acaban de firmar un acuerdo de colaboración entre entidades. “Cada vez hay más evidencia científica de que la salud no depende únicamente del estado biológico o genético del individuo, sino que otros determinantes también influyen. Y la vivienda, junto al medio ambiente y al estilo de vida, es uno de los más importantes. “Todo esto lo saben ya muy bien los arquitectos”, explica a ConSalud.es la vicepresidenta primera del propio CGCOM, María Isabel Moya.
“Cada vez hay más evidencia científica de que la salud no depende únicamente del estado biológico o genético del individuo"
Y es que, para ella, la arquitectura, al igual que la salud, ha estado siempre mucho más centrada en la enfermedad. “Si había humedades, estas podían influir en enfermedades respiratorias”, ejemplifica señalando, a nivel general, la insalubridad de los espacios y su relación con enfermedades infecciosas. Ahora, en cambio, sabemos que todo va mucho más allá, y por eso está cambiando el concepto.
Así, al igual que hacen otros campos de la salud, la arquitectura debe buscar un bienestar mental, social y físico: Interiores con buena calidad de aire, que eviten la exposición al radón -relacionado con el cáncer de pulmón-, sin filtraciones… “Construir con calidad no es un privilegio, es una necesidad”, afirma con rotundidad la vicepresidenta del CGCOM.
LA ALIANZA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO, EL ORIGEN DE TODO
El acuerdo tiene su origen en uno de los factores de riesgo para la salud más importantes identificado recientemente y que, inevitablemente, también está íntimamente relacionado con la arquitectura: El calentamiento global. Con objeto de elaborar “una serie de propuestas y recomendaciones”, el Consejo General de Médicos firmó recientemente su Alianza Contra el Cambio Climático, que incluso ha han presentado en Europa.
“Durante los dos últimos años, hemos hecho muchísimos actos de formación al respecto, sobre cómo, con unas medidas muy sencillas, el sector sanitario puede contribuir a disminuir los gases de efecto invernadero que generamos”, comenta Moya. Todas estas iniciativas le resultaron muy interesantes al Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, y la institución contactó con el CGCOM para ver cómo podían hacer cosas en común.
Otro de los condicionantes, señala el CGOCM en un comunicado, es el envejecido parque de edificios que hay construido en nuestro país. Tanto, que el 80% del parque edificado tiene más de 20 años, y hay alrededor de diez millones de viviendas susceptibles de ser rehabilitadas. “Las carencias del mismo quedaron patentes durante la pasada pandemia de Covid19 en cuestiones como accesibilidad y funcionalidad”, añade el texto.
CIUDADES CARDIOPROTEGIDAS, OBJETIVO A LA VISTA
Ahora, según informa el mencionado comunicado CGOCM, ambas instituciones se comprometen mediante su acuerdo a “trabajar y a desarrollar acciones conjuntas y formativas que impulsen la creación de espacios y ciudades saludables”, como forma preventiva de reducir el impacto de los factores de riesgo para la salud.
"Ser una ciudad cardioprotegida va mucho más alla de poner desfibriladores para atender una parada cardiorrespiratoria"
María Isabel Moya concreta sobre esto que han establecido tres líneas de actuación: La formación de colegiados, tanto médicos como farmacéuticos; campañas conjuntas de concienciación para la ciudadanía; y contribuir a estandarizar los espacios cardioprotegidos. Insistiendo en este último punto, la doctora señala la importancia de que las ciudades tengan una “norma estandarizada” para poder proclamar un espacio como cardioprotegido.
“Hay muchas ciudades que se ponen el emblema de que son cardiprotegidas, porque ponen X desfibriladores en sitios públicos y demás. Pero esto va mucho más allá de los desfibriladores para atender una parada cardiorrespiratoria: Viviendas correctamente diseñadas, con su proporción de espacio verde, carreteras, iluminación... Es uno de los proyectos que teníamos, y que encaja perfectamente con las líneas de trabajo comunes con los arquitectos”, sentencia la vicepresidenta del Consejo General de Médicos.