Condensar 50 años de carrera investigadora en un solo discurso no es tarea fácil. Algo así debió pensar José López Barneo cuando, hace apenas unos días, recibió el Premio Nacional de Investigación 2023 -concedido por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades- de manos del Rey de España. Humilde como siempre, el profesor de la Universidad de Sevilla se mostró “muy contento y agradecido” por este galardón, uno más de los muchos que ha obtenido a lo largo de su prolíficatrayectoria profesional.
Y es que prácticamente toda ella ha estado ligada a la Universidad de Sevilla. Allí regresó en el año 1983, después de graduarse en Medicina y Cirugía en 1975, y allí sigue como docente hasta el día de hoy. Fue pasando por distintas etapas, pero siempre con un ojo puesto en la investigación, y en el 2006 fue uno de los fundadores del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBIS), “un proyecto muy bonito” que dirigió hasta el 2020 y que con el paso del tiempo ha llegado a alcanzar relevancia internacional. “Ha tenido muchos frutos interesantes, y seguimos en ello”, apunta a ConSalud.es.
De hecho, recuerda López Barneo, el IBIS fue el primero de una serie de centros de investigación sanitaria -ahora hay 25 acreditados por el Ministerio- que fueron surgiendo en distintos hospitales españoles. El suyo se incorporó al Hospital Universitario Virgen del Rocío, del que actualmente es coordinador de investigación, aunque reconoce que ya se encuentra en la recta final de su carrera: “Por normativa, tengo que dejar de ser jefe de laboratorio en un año y medio. No me las quiero dar de nada, pero al final yo soy una persona más o menos conocida, que ayuda mucho, pero también que oscurece a gente más joven”.
"He sembrado a mi alrededor, y eso es de lo que me siento más orgulloso”
En el tiempo que le queda, el médico jienense espera terminar “sin ningún problema” los dos proyectos de investigación en los que está involucrado actualmente, y que son parte importante de este reconocimiento que ha recibido y que está dotado con 30.000 euros. Por un lado, la comprensión de los mecanismos de regulación de la respiración en respuesta al oxígeno, algo en lo que llevan trabajando 30 años “pero hemos concretado en los últimos cuatro”. “Es un estudio muy analítico, y tiene aplicaciones farmacológicas muy directas”, destaca.
Por otro, lo que considera el “pico” de su carrera, su equipo ha conseguido desarrollar estrategias innovadoras para abordar enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson: “Son aportaciones originales nuestras, que, si bien no curan el Parkinson, sí que abre nuevas vías terapéuticas”. “Se me ocurren por hacer mil cosas más, pero hay que ser pragmático”, afirma López Barneo, que se impuesto entre 114 candidaturas gracias a todas sus contribuciones en el campo de la fisiología y la neurobiología celular y molecular. “Yo me reciclaría otros cincuenta años, pero para eso tendría que rejuvenecer”, comenta entre risas.
Así, a sus 72 años no cree que le vaya a costar dar un paso al lado y pasar a una situación menos protagonista, aunque asegura que nunca podrá dejar de estar ligado a la ciencia. “Creo que lo más valioso que he hecho ha sido contribuir a la formaciónde tanta gente, y ver cómo ahora muchos se han convertido en catedráticos, doctores o médicos de hospitales. He sembrado a mi alrededor, y eso es de lo que me siento más orgulloso”, indica López Barneo, quien ya en su citado discurso, después de recibir el Premio Nacional de Investigación 2023, deseó que su ejemplo sirviese para “estimular” a las nuevas generaciones de la Universidad de Sevilla y de su instituto de investigación “las ganas de trabajar y el amor a la ciencia”.
NO SIEMPRE HACE FALTA IRSE FUERA
Además del IBIS, el Premio Nacional de Investigación 2023 también fundó el Centro Nacional de Investigación Biomédica en Red sobre Enfermedades Neurodegenerativas (Ciberned), y ha sido líder de la estrategia de investigación en células madre de la Junta de Andalucía. Pero si algo destaca José López Barneo es el hecho de haber realizado todo este trabajo desde su tierra, a pesar de haber tenido importantes oportunidades de irse fuera y de haber pasado estancias en Francia y en Estados Unidos. “He demostrado que se puede ser competitivo internacionalmente desde aquí. Hasta 1983 yo estuve en el extranjero, y tuve ofertas para quedarme, pero nunca lo consideré seriamente”.
“Todavía nos faltan algunos pasos para dar realmente el salto definitivo y pasar de estar en los últimos puestos de Primera División a jugar la Champions"
Éramos muy románticos, estábamos en una época muy bonita, y veníamos de unos cambios muy importantes en España. Muy pocos se quedaron fuera, nos comprometíamos a volver”, recuerda. Y eso a pesar de que, cuando llegó, España era prácticamente un desierto en lo que a investigación se refiere: “Siempre lo defino como un erial”. “La ciencia que yo he hecho en España, con el mismo esfuerzo y el mismo porcentaje de suerte, hubiese tenido cinco veces más reconocimiento de haberla hecho en una universidad americana. Pero el papel de comenzar a hacer investigación aquí es algo que personalmente me apetecía muchísimo”, asegura.
De hecho, señala, la famosa ‘fuga de cerebros’ no se produjo hasta bien entrado el siglo XXI, producto de los avances de la ciencia en nuestro país. “Todavía nos faltan algunos pasos para dar realmente el salto definitivo y pasar de estar en los últimos puestos de Primera División a jugar la Champions. Esa es la asignatura que nos queda pendiente”, sentencia el último ganador del Premio Nacional de Investigación 2023, los galardones más importantes que se entregan en nuestro país en el ámbito de la investigación científica. De igual manera, también reconocen el mérito de los jóvenes -con una edad máxima de 40 años- que hayan alcanzado logros relevantes en las primeras etapas de sus carreras.