Iñaki Alegría viajó a África para vivir la experiencia de ejercer la Medicina en países subdesarrollados como Senegal, Ángola y Etiopía. La experiencia de haber realizado una estancia de 3 meses de residencia MIR allí le conmovió tanto que decidió dejarlo todo y trasladar su labor como profesional al continente africano con un objetivo muy marcado: hacer el bien.
Este pediatra de 35 años lleva ya 8 años viviendo en Etiopía, es director médico del Hospital General Rural de Gambo, fundador de la ONGD 'Alegría Sin Fronteras' y coordinador de diversos proyectos sanitarios en el país.
Entre las iniciativas que está poniendo en marcha en la actualidad están la creación de una UCI Neonatal en Gambo para la que ha lanzado un crownfunding y campañas de concienciación sobre la necesidad de vacunas de Covid-19 en África.
¿Cuándo, cómo y por qué surge ‘Cooperación con Alegría’ y ‘Alegría Sin Fronteras’?
Cooperación con Alegría, el blog, nació en las noches en vela sin dormir en agosto de 2012, la primera vez que pisé Gambo y que recuerdo como si fuese ayer.
Así lo describí: “Gambo tiene alma propia. Gambo es una experiencia increíble en todos los sentidos y en todos los aspectos de la vida: médica, personal, humana y espiritual. Sobrecogedora. Deslumbrante. Alumbrante. Impactante. Inolvidable. Vinculante. Excepcional. Gambo… donde comparten cama la vida y la muerte".
No sé ya ni quién soy, me estoy descubriendo a mí mismo a través de los demás. Pero sé que hay que ponerse en movimiento. Lo importante es saber la dirección. Pensé con la cabeza y tomé la dirección desde el corazón. Cuando pensaba que estaba más desorientado y afectado emocionalmente, hoy sé que fue quizá uno de los momentos más lúcidos.
"He vivido la gran labor que están realizando día tras día desde hace años los misioneros y todo el personal local del hospital. Atienden cada día a más de 200 personas en una región rural y olvidada"
Una vez vivido lo vivido no puedo seguir buscando refugio en excusas y hacerme el ciego, decir que no está en mis manos el cambio, que no depende de mí. Refugiarme en la sociedad, en la política, en la sequía que azota el país. Sé que son excusas.
He vivido la gran labor que están realizando día tras día desde hace años los misioneros y todo el personal local del hospital. Atienden cada día a más de 200 personas en una región rural y olvidada, que no tienen otro lugar al que acudir. Sin duda alguna, el Hospital de Gambo no puede desaparecer. Hay que hacer todo lo posible. No puede dejar de atenderlos. Sin embargo, se encuentra en grandes dificultades de sostenibilidad y continuidad debido a la escasez de financiación.
En el Hospital de Granollers, donde estaba finalizando la especialidad de oediatría, presenté en una sesión mi experiencia en el Hospital de Gambo, lo que aprendí como médico, pero sobre todo como persona. Les hablé de mis sentimientos, de la impotencia y el mal momento económico por el que estaba pasando el centro y les propuse apoyarlo, en primer lugar, con tratamiento para los niños con desnutrición severa como Ruziya. En los despachos del Hospital de Granollers, en reuniones en las que transmitía emotivamente lo vivido en Gambo, se empezó a gestar el inicio. Conseguimos formar un equipo inicial con el que tuvimos varias reuniones para ir afianzando el proyecto.
Yo solo nada puedo, pero una ONG es la estructura que te permite tener una red de personas, y con una red lo suficientemente grande de personas, todo es posible. La riqueza son las personas. El poder de las personas es infinito. Creo en las personas, creo en la bondad de las personas.
¿Siente que hizo lo correcto?
El camino más largo comienza con un paso. Si busco el bien de los demás nunca me equivocaré. Es lo que pienso para darme seguridad ante el vacío que se avecinaba ante mí. Sin embargo, en mi interior, mi espíritu estaba más lleno que nunca. Si seguimos el camino de hacer el bien a los demás se puede conseguir lo que parece imposible. Nada hay imposible para el que busca el bien del prójimo. La felicidad solo es real cuando se comparte. La mayor felicidad es la del prójimo.
Pienso en las frases que guían mi vida: 'Hay que hacer algo más importante que nosotros mismos'; 'Lo que damos es lo que tenemos y lo que somos. Tenemos lo que damos. Somos lo que damos, no lo que tenemos'; 'Los niños no pueden esperar. Somos muy pobres si no tenemos tiempo que dar'; 'Nos equivocamos en amar al dinero y no a las personas'; 'La asignatura que falta en los colegios del primer mundo es compartir. Nunca nos enseñan a ayudar a estudiar, a ayudar a entender o a ayudar a aprobar'; 'La educación es encender el fuego que todos llevamos dentro'; 'El mundo nuevo será diferente o no será'.
Obrar transforma los sueños en proyectos, los proyectos en actos y los actos cambian tu vida. Actuar bien nos hace crecer. Con cada decisión que tomamos, independientemente del resultado de la acción, maduramos. ¡Haz!
"Empecé solo, Gambo y yo. Los primeros en sumarse fueron los amigos. Poco a poco fue creciendo"
Empecé solo, Gambo y yo. Los primeros en sumarse fueron los amigos. Poco a poco fue creciendo. Poco a poco distintas personas se van sumando y la asociación va creciendo, convirtiéndose en una ONG para el desarrollo que tomaría el nombre de Alegría Sin Fronteras.
Ahora puedo decir con gran alegría que Alegría Sin Fronteras ya no soy yo, que la ONGD está formada por un grupo de personas comprometidas y responsables que dedican su tiempo, pues todos somos voluntarios, a mejorar la situación. Gracias a la suma de cada uno todo es posible.
Iñaki Alegría es director médico del Hospital General Rural de Gambo (Etiopía). (Foto. I.A)
Los primeros ingresos salieron de mi bolsillo, no podía ser de otro modo cuando todavía no habíamos creado resultados y una confianza entre la sociedad. Uno de los pilares sólidos de nuestros inicios fue la plataforma de crowdfunding 'Teaming', una plataforma en la que nos apuntamos y donde cada persona dona 1€ al mes a nuestro proyecto. A día de hoy nuestro grupo en 'Teaming' sigue activo y aportando unos ingresos para apoyar el proyecto nutricional de Gambo.
Tanto en Etiopía como en España, la buena intención, el querer ayudar o la buena voluntad no son suficientes. Hace falta profesionalidad y conocimientos, los etíopes se merecen lo mejor. Etiopía no puede convertirse en el vertedero del exceso europeo. Tampoco es el túnel de lavado de la conciencia europea.
"Un niño africano no es menos que un niño europeo. Así que lo que exigimos en Europa debemos exigirlo también en África"
Apuesto por la excelencia. Un niño africano no es menos que un niño europeo. Así que lo que exigimos en Europa debemos exigirlo también en África. Etiopía no es un conejillo de indias donde nosotros podemos investigar o experimentar nuestras habilidades o inquietudes con sus personas. No es un laboratorio donde el blanco puede investigar con negros, ni un lugar donde la conciencia blanca se lave a costa de los negros. No quiero hacer en Etiopía lo que no haría en España.
No puedo caer en la trampa de pensar que como son pobres tienen que aceptar cualquier trato o circunstancia con una sonrisa en la boca. Ser pobre no significa tener que aceptar tomar medicamentos caducados o que te guste la comida fría y en mal estado. Y tampoco que sus imágenes e historias personales se difundan sin su consentimiento. Son pobres económicamente hablando, pero no en dignidad ni derechos. Ni ellos son menos ni nosotros somos más. Es una relación de igualdad, es horizontal.
Soñar es el principio de un sueño hecho realidad. Sigo mis sueños. Sigo mi corazón. Trabajo con pasión, con entusiasmo.”
¿Qué buscaba y/o busca con este proyecto?
Que no muera nadie cuando no debería morir, cuando en otro país sobreviviría. Iba a aprender y lo que encontré no me lo esperaba. Lo que hice fue seguir mi corazón
¿Qué están consiguiendo?
Empoderar la comunidad, formar al personal local, crear un equipo local y un hospital liderado por profesionales que viven allí.
Hemos visto el crowfunding para lograr la primera UCI neonatal en el Hospital de Gambo. ¿Qué va a suponer?
Nacer prematuro no debe ser causa de muerte asegurada. Por eso queremos crear la primera UCI Neonatal rural en el Hospital de Gambo, Etiopía
Hay algo mejor que salvar vidas: enseñar a salvarlas. Apoya la formación del personal sanitario en la primera UCI Neonatal rural en Gambo
En el sur de Etiopía, dar a luz es jugarse la vida, nacer es un reto y sobrevivir un desafío. El parto no es una enfermedad, pero mata más que la mayoría de ellas. Nacer en Etiopía es un reto; sobrevivir a las primeras 24 horas, un desafío.
"En el sur de Etiopía, dar a luz es jugarse la vida, nacer es un reto y sobrevivir un desafío"
En el Hospital General Rural de Gambo, al sur de Etiopía, estamos creando la primera UCI Neonatal de la región, para que nacer prematuro ya no sea una muerte asegurada, para que un recién nacido con sepsis o meningitis neonatal ya no pierda la vida.
Ahora necesitamos formar al personal sanitario en los cuidados intensivos para garantizar una correcta calidad de la atención sanitaria.
La mayoría de las muertes tanto maternas como perinatales son evitables. En Etiopía, la mortalidad materna sigue siendo demasiado elevada, alrededor de 412 madres por 100.000 nacimientos, lo que significa que alrededor de 11.000 mujeres mueren cada año al dar a luz.
Cada 1.000 nacimientos, 46 niños fallecen antes de alcanzar los 28 días de vida, lo mismo que alrededor de 87.000 cada año antes de alcanzar los 28 primeros días de vida y 97.000 durante el parto.
Nos hemos propuesto un reto: que no muera ninguna madre al dar a luz, ni ningún niño al nacer por una causa que podríamos haber evitado. Nuestro lema en lengua oromo es "Haati Takkallee Lubbuu kenuuf lubbuu dhabuu hin qabdu” [Ninguna madre debe morir al dar vida, ningún niño debe morir al nacer].
¿Cómo es el trabajo sanitario en países subdesarrollados? ¿Qué ha aprendido?
He aprendido que todos somos iguales, que hay que respetar los protocolos nacionales... Aprender a desaprender e ir con humildad. Hay que trabajar con profesionalidad. No todo vale.
En el Hospital Rural de Gambo estoy viviendo una emergencia continua. El miedo se ha convertido en pandemia matando de olvido las epidemias que son ahora más letales que nunca.
No estoy viviendo mi primer estado de alarma ni tampoco mi primer hospital de campaña. No es la primera vez que se aparece la muerte ante mis ojos ni que afronto un sistema sanitario colapsado. Aún así, no me acostumbro a ver morir y no quiero acostumbrarme a la injusticia. No quiero ser cómplice. No quiero callar. Trabajo en un hospital que se reinventa a diario. Hace apenas un par de meses, una epidemia de sarampión con más de 100 ingresos diarios nos obligó a triplicar la capacidad de trabajo.
Unidad pediátrica del Hospital de Gambo. (Foto. I.A)
Cada año nos azotan epidemias de bronquiolitis y neumonías en la época de lluvias dejando en la estación seca paso a las más mortíferas como el sarampión y la desnutrición que se ceban con la infancia más vulnerable.
Estoy en primera línea, en el Hospital Rural de Gambo que ahora combate la pandemia de coronavirus entre epidemias de sarampión, meningitis, cólera, tuberculosis y hambrunas… todo ello cubierto por el más peligroso silencio que azota el cuerno de África, al sur de Etiopía: el de la indiferencia humana.
"Estamos atendiendo más de 300 urgencias de sol a sol hasta que el cielo se derrumba. Y aún sin luz la actividad sigue"
Trabajo más allá de mis posibilidades, no desde hace un día ni una semana ni un mes ni un año, sino desde siempre. Esto lo convierte en una normalidad que lo silencia todo. Cuando la emergencia es continua, deja de ser noticia. Multiplicamos las camas no por arte de magia sino a través del esfuerzo y sacrificio.
La normalidad es que no hay normalidad. Cada día es diferente… una sorpresa. Estamos atendiendo más de 300 urgencias de sol a sol hasta que el cielo se derrumba. Y aún sin luz la actividad sigue.
Me dejo caer en mi viejo lecho. Mis músculos no pueden más pero mi cerebro no puede desconectar y empieza mi diálogo interior:
- Me preocupan Abdula, Ruziya… ¿Vomitará, comerá? Ahora ya no es el niño que cada segundo muere de hambre en el mundo, ahora es Ruziya, es Firaol, es Abdelkarim…
- Cierra los ojos – me ordeno.
- No puedo cerrar los ojos. – me respondo – No puedo permanecer indiferente, ni puedo ni quiero.
La impotencia de ver morir por sarampión en tiempos de coronavirus… la injusticia de ver morir a un niño que no debería morir… son algunos de los pensamientos que me impiden descansar… los mismos que me dan la energía para descubrir una fortaleza en mí que desconocía. He aprendido que el cuerpo humano es capaz de trabajar hasta la extenuación cuando tiene un motivo, cuando tiene un por qué. El compromiso de combatir toda esta injustica social con trabajo, sacrificio y esfuerzo. Dar la vida es la única manera de encontrarla.
No es que África no interese, es que no interesa ni el vecino de la esquina que duerme en la calle.