Hasta un 40% de los profesionales sanitarios sufren el conocido como síndrome de burnout o "estar quemado". La Dra. Cristina Macía, médico internista, explica que el burnout "es una situación de estrés relacionado con el trabajo", que se da especialmente "en aquellos trabajos que necesitan un trato continuo con personas (personal sanitario, profesores...). Está caracterizado, según recoge la Sociedade Galega de Medicina Interna (Sogami), por tres síntomas: alto cansancio emocional que se traduce en que el profesional ya comienza su jornada laboral agotado; alto grado de despersonalización, es decir, el médico trata al paciente como un ser inanimado para que no le afecte su sufrimiento; y baja realización, lo cual supone que el profesional termine su jornada laboral sin estar satisfecho con cómo ha realizado su trabajo.
Se trata de un síndrome que, aunque ya existía antes de la pandemia y afectaba a un tercio de los profesionales de medicina interna, se ha agudizado a raíz de la crisis sanitaria provocada por la Covid-19. Tanto es así que a día de hoy se registran "tasas de hasta un 40% de los profesionales afectados". "Esto se ha visto relacionado con el miedo al contagio de la enfermedad y a contagiar a nuestros familiares. De hecho, aquellos profesionales que necesitaban acudir al trabajo en transporte público, que no han podido acceder a EPIs (equipos de protección individuales) cuando lo han necesitado, o que han atendido a los pacientes Covid son aquellos que han presentado más síntomas".
Asimismo, durante la pandemia "prácticamente todos los profesionales sanitarios han realizado horas extras y trabajado festivos y fines de semana, sin una remuneración extra". Además, otros facultativos han dejado "su trabajo habitual para atender pacientes Covid": "Hemos visto a ginecólogos, alergólogos y cirujanos que han tenido que dejar su atención habitual para atender patologías que no manejan habitualmente. Todo este esfuerzo no ha sido agradecido con el paso de los meses", apunta la Dra. Macía.
“El burnout hace que perdamos uno de las cualidades necesarias para ser un buen médico: la empatía”
"Las horas extras no han sido remuneradas, no se ha cobrado en ningún momento ningún plus de peligrosidad (como sí han recibido en otros países) ni estos profesionales han tenido mayores días libres. En muchos casos los contratos laborales siguen siendo muy precarios (menores a tres meses). Todo esto hace que el colectivo esté cada vez más quemado", asegura la internista.
En esta línea, hay estudios que demuestran que el hecho de que los sanitarios padezcan burnout, influye de manera negativa en la atención sanitaria que reciben los pacientes, "con un aumento significativo de los errores médicos". “El burnout hace que perdamos uno de las cualidades necesarias para ser un buen médico: la empatía”, apunta Macía.
Para evitarlo, "existen medidas que han demostrado reducir los niveles de burnout", como la modificación de los servicios para evitar que la gente se queme (reducir las horas extra, las guardias, el trabajo de oficina...); realizar rotaciones de profesionales entre aquellos puestos “más quemantes”; aumentar el reconocimiento a los profesionales con contratos laborales estables (puestos fijos, indefinidos o por lo menos interinidades); aumentar el salario; remunerar las horas extras; mayor reconocimiento por parte de superiores e instituciones; formar a los profesiones ya desde estudiantes en el manejo de situación estresantes en técnicas específicas, talleres de relajación…; identificar precozmente al profesional quemado para que pueda ser tratado precozmente por profesionales, etc.
Y es que "el burnout es contagioso", por lo que "si no se actúa rápidamente es probable que todo el servicio se vea afectado por ello", concluye la portavoz de Sogami.