La celebración del X simposio científico del CIBEROBN ha reunido en Madrid a más de un centenar de expertos con el objetivo de poner en común los principales avances para combatir la obesidad y las comorbilidades asociadas. Uno de los puntos clave abordados en esta cita es la relación entre la capacidad olfativa no solo con el síndrome metabólico, sino además con la función cognitiva y con factores genéticos.
Recientes estudios han llegado a la conclusión de que la capacidad olfativa se erige como uno de los principales factores que se asocian con un mayor riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas, así como con los patrones de dietas menos saludables y, por ende, con una mayor posibilidad de sufrir obesidad.
El grupo liderado por Dolores Corella ha creado un nuevo biomarcador genómico de medida indirecta de la capacidad olfativa. Con este es posible agilizar el tedioso sistema actual de medición y realizar la prueba en aquellas personas a las que no se las puede hacer el test de percepción de olor.
“Para ello hemos medido la capacidad olfativa en 300 personas mediante un test muy completo, diseñado y validado en Alemania, que nos da, de manera cuantitativa, la puntuación global de percepción de olor y otras puntuaciones como detección de olores, discriminación y umbral de detección”, explica el investigador del grupo de Corella, Raúl Martínez-Lacruz.
La mesa de apertura del simposio ha puesto el foco en el papel que juega la adipología en la investigación de la obesidad. Un tema tratado por las investigadoras María Jesús Moreno-Aliaga y Sonia Fernández-Veledo.
Moreno-Aliaga ha centrado su intervención en los efectos metabólicos de mediadores lipídicos derivados de los ácidos grasos omega-3 en los tejidos adiposos y la sensibilidad a la insulina en la obesidad.
“Nuestros estudios se han centrado en caracterizar las acciones de Maresina 1 (MaR1), un medidor lipídico derivado de DHA, con una potente actividad antiinflamatoria y pro-resolutiva, en obesidad y resistencia a insulina”, explica Moreno-Aliaga.
“MaR1 podría ser un candidato terapéutico prometedor para combatir la obesidad y sus comorbilidades asociadas como la resistencia a la insulina, la diabetes tipo 2 y la enfermedad de hígado graso no alcohólico”, añade la investigadora.
“Los niveles de succinato en sangre antes de la cirugı́a pueden determinar con precisión qué pacientes van a presentar una remisión de esta una vez intervenidos"
Fernández-Veledo ha puesto el foco en el succinato. Se trata de un metabolito conocido por sus acciones energéticas en la mitocondria y su capacidad de actuar fuera de la célula como si fuese una hormona. Y es que uno de los principales objetivos del grupo de la investigadora Corella es encontrar la causa de los niveles incrementados de succinato en casos de obesidad y diabetes.
“Los niveles de succinato en sangre antes de la cirugı́a pueden determinar con precisión qué pacientes van a presentar una remisión de esta una vez intervenidos. Hemos obtenido un algoritmo de respuesta a la cirugı́a que mejora todos los existentes y aporta una herramienta sencilla y precisa para poder saber con fiabilidad qué paciente se va a beneficiar más de la cirugı́a para controlar su diabetes”, recalca Fernández-Veledo señalando que esto se traducirá en mayores beneficios para la salud del paciente y una reducción de los costes sanitarios.
Sus estudios han hallado que la obesidad inducida por dieta hipercalórica en animales reproduce las características propias de las patologías en humanos
La segunda de las mesas del simposio ha estado centrada en las interacciones dieta-ejercicio y otras formas de vida de la mano de los investigadores Pablo García-Rovés y María Rosa Bernal. García-Rovés ha mostrado los efectos sobre la plasticidad metabólica de las interacciones entre dieta y ejercicio. Sus estudios han hallado que la obesidad inducida por dieta hipercalórica en animales reproduce las características propias de las patologías en humanos. Unos efectos que son reversibles con dieta y ejercicio aunque se pierde plasticidad metabólica. Especialmente en el tejido adiposo.
Bernal ha presentado los resultados de un estudio basado en la modificación del estilo de vida de 12 meses a través de la dieta mediterránea y un programa de ejercicio regular en población prepúber con obesidad y metabólicamente sana.
Con los resultados obtenidos Bernal indica que la identificación de la población infantil en riesgo cardiometabólico debido a la obesidad permite su inclusión en programas de salud donde la dieta y el ejercicio físico son esenciales, evitando así llegar a la edad adulta con patologías asociadas a la obesidad.
Los enfoques ómicos en la investigación de nutrición y obesidad han ocupado el debate de la tercera mesa a través de las opiniones de las investigadoras Lidia Daimiel y Ana Belén Crujeiras.
"De hecho nuestros estudios han demostrado que los microRNAs pueden ser también modulados por la dieta"
Daimiel ha ahondado en la modulación nutricional del epigenoma. Ha destacado que una de sus principales características es que es modulable y la alimentación se presenta como un potencial agente modulador del epigenoma. Los microRNAs constituyen otro mecanismo de regulación genética de reciente descubrimiento. “De hecho nuestros estudios han demostrado que los microRNAs pueden ser también modulados por la dieta y que tal modulación tiene un impacto sobre procesos celulares como el metabolismo de los lípidos, el ritmo circadiano o la inflamación”, ha explicado la doctora.
Sobre genómica y epigenómica en obesidad y cáncer ha hablado Crujeiras. Ha mostrado la asociación entre la obesidad y 13 tipos de cáncer. Entre ellos, el cáncer de mama postmenopáusico, endometrio, colon e hígado se encuentran entre los más afectados.
El cáncer asociado a la obesidad podría constituir una subtipo molecular
Sobre estas declaraciones ha añadido que los tumores de mama y colon presentes en pacientes con obesidad cuentan con un perfil de metilación diferente a los tumores presentes en pacientes con normopeso. Hecho que sugiere que el cáncer asociado a la obesidad podría constituir una subtipo molecular.
La obesidad infantil también ha sido uno de los temas tratados en el simposio. Gabriel Martos-Moreno ha expresado que el estudio de las alteraciones del nivel de glucosa en sangre es frecuente en la valoración clínica de la obesidad infanto-juvenil. Pero el estudio del patrón de secreción de insulina tras ingesta de glucosa no es habitual y puede ofrecer información del estado metabólico del niño con obesidad.
Los investigadores Mercedes Gil-Campos, Miguel Ángel Martínez-González y Javier Delgado han formado parte de la última mesa del simposio con la presentación de los resultados de diferentes estudios. Uno de los más destacados es el proyecto CORALS, primer estudio de cohortes prospectivo multi-céntrico que incluye niños de tres a seis años con recogida de información anual en los que se pretende realizar un seguimiento durante una media de diez años, y que determinará la incidencia de obesidad en función de la exposición a distintos factores de riesgo.
Por último, Miguel Ángel Martínez-González ha realizado una revisión del estudio PREDIMED y PREDIMED-PLUS.
“En el caso de PREDIMED-Plus, iniciado en 2013, va más allá y en 23 centros completó con éxito en 2016 la aleatorización de 6.874 participantes (con síndrome metabólico y sobrepeso/obesidad) en 2 grupos: 1) intervención con dieta mediterránea hipocalórica, pérdida de peso y actividad física; 2) solo dieta mediterránea con ingesta calórica ad libitum. Los resultados demuestran que se va en la dirección correcta, pero se deben considerar solo provisionales. Se espera completar la intervención a finales de 2022”, ha concluido Martínez-González.