La esclerosis múltiple es la enfermedad neurológica crónica más frecuente en adultos jóvenes en Occidente, con una prevalencia de más de 150 casos por 10.000 habitantes, siendo las mujeres más propensas a sufrirlo. En el mundo hay unos 2,5 millones de personas afectadas.
El inicio del tratamiento tiene que ser lo antes posible, antes de que aparezcan discapacidades irreversibles, en los últimos años se han logrado varios avances en el diagnóstico de este tipo de enfermedad, a través de la resonancia magnética (RM) y gracias al incremento del interés del estudio líquido cefalorraquídeo (LCR).
En este marco la Sociedad Española de Medicina de Laboratorio (SEQCML) celebra el seminario ‘Aportación del Laboratorio en el Diagnóstico de la Esclerosis Múltiple’, en el marco de su proyecto de formación virtual Academia SEQCML.
“El objetivo es que los biomarcadores en un futuro puedan ser herramientas que faciliten y ayuden en el diagnóstico y manejo de la enfermedad"
“Sabemos que alrededor del 90% de los pacientes con esclerosis múltiple tienen un incremento de la síntesis de inmunoglobulina G (IgG) en el sistema nervioso central, cuya presencia en el líquido cefalorraquídeose puede demostrar en el laboratorio clínico de manera cuantitativa (determinando la cadena ligera libre kappa de las inmunoglobulinas) y cualitativa (demostrando la presencia de las denominadas bandas oligoclonales de IgG). Pero, además, en el Laboratorio Clínico podemos aplicar algoritmos diagnósticos que combinen ambas determinaciones para demostrar su presencia y ayudar al neurólogo con su sospecha diagnóstica”, explica la doctora Silvia de las Heras, del Servicio de Análisis Clínicos del Hospital Universitario Ntra. Sra. de Candelaria.
El doctor Miguel Ángel Hernández Pérez, jefe de Sección de Neurología del Hospital Universitario Ntra. Sra. de Candelaria, moderador y ponente del seminario, explica que el temprano diagnóstico de la esclerosis múltiple se consigue con el estudio de LCR que permite confirmar o rechazar la sospecha diagnóstica.
Estos avances en el campo de diagnóstico tiene que ver con la identificación de biomarcadores que permitan la identificación y el seguimiento de la enfermedad. “Un biomarcador ideal debe reunir una serie de características: estar presente en un fluido biológico que sea de fácil acceso, que sea estable, que se pueda medir mediante técnicas de laboratorio, que sea lo suficientemente sensible y específico como para que permita distinguir entre sanos y enfermos, entre distintos tipos de enfermedad y respuesta a los tratamientos”, apunta el doctor Hernández.
Los avances en la tecnología de la imagen, en el caso de la resonancia magnética o en el estudio del LCR, han permitido crear criterios que ayuden a la clínica
“El objetivo es que los biomarcadores en un futuro puedan ser herramientas que faciliten y ayuden en el diagnóstico y manejo de la enfermedad en la práctica clínica. En la actualidad se han utilizado en investigación los neurofilamentos en suero y esperamos que sea una realidad en la prácticaclínica habitual como primer biomarcador serológico de la EM”, añade el experto.
La doctora De las Heras coincide con esta idea y espera que todos los proyectos de investigación que hay en marcha sobre marcadores puedan ayudar en el seguimiento de los pacientes.
Los principales síntomas varían dependiendo de la persona en función de las áreas afectadas, alteraciones en la vista, debilidad muscular, problemas con la coordinación y el equilibrio, sensaciones como entumecimiento picazón o pinchazos, alteración de los esfínteres, fatiga o alteraciones de la memoria.
Los avances en la tecnología de la imagen, en el caso de la resonancia magnética o en el estudio del LCR, han permitido crear criterios que ayuden a la clínica y así llegar a un diagnóstico más rápido y seguro (criterios de Mac Donald).
Existen diferentes tipos de tratamientos, tratamiento de los brotes, tratamiento modificador de la enfermedad y tratamiento sintomático, además de la rehabilitación. “En la última década ha habido un incremento significativo del número de tratamientos modificadores de la enfermedad, de tal modo que cada vez tenemos mayor capacidad para ofrecer un tratamiento personalizado”, comenta el doctor.
“Se están estudiando nuevas moléculas, no solo para los procesos inflamatorios, sino para el proceso neurodegenerativo y de remielinización, que de momento no tiene respuesta”, concluye.