Las infecciones fúngicas invasivas (IFIs) son a día de hoy un problema en aumento en la población, en especial en los pacientes pediátricos inmunodeprimidos, que pueden alcanzar tasas de mortalidad de hasta el 50%. Según explica Gilead en nota de prensa, esto se debe en gran parte a la resistencia a antimicrobianos, que provoca que el tratamiento de estas enfermedades sea altamente complejo.
Es por este motivo que se necesita un correcto diagnóstico y tratamiento junto con un abordaje multidisciplinar adecuado, así como extremar la vigilancia epidemiológica para detectar precozmente la resistencia a azoles y fomentar la investigación en estos pacientes. Alrededor de estos temas ha girado la segunda reunión del ciclo 'Triio Kids: Temas y Retos en Infecciosas, Intensivos y Oncología', organizado por Gilead.
Este evento, coordinado por el Dr. Antonio Pérez-Martínez del Servicio de Hemato-Oncología Pediátrica del Hospital La Paz de Madrid, ha contado con la presencia de más de 90 profesionales médicos de diferentes hospitales. El médico ha destacado la necesidad de "llevar a cabo este tipo de jornadas para abordar temas y retos en pacientes pediátricos complejos donde intervienen especialistas de las áreas más complejas de la pediatría: cuidados intensivos, oncología e infecciosas". Además, señala que en los niños con infecciones virales, se producen cada vez "cuadros más graves e incluso mortales, por lo que hay una necesidad de prevenir estas infecciones de forma temprana e investigar nuevas opciones". Por otro lado, ha querido destacar el "papel del sistema inmune ante las infecciones virales y en la búsqueda de aliados para revertir la linfopenia, así como la necesidad de iniciar nuevas estrategias y poner sobre la mesa las resistencias a los azoles como problemas emergentes importantes en pacientes vulnerables con una mortalidad altísima".
"El paciente pediátrico es muy vulnerable a las infecciones, lo que genera una situación de pluripatología donde se pueden llegar a mezclar muchas enfermedades virales"
En la primera sesión se han tratado 'Las infecciones virales en el paciente trasplantado', causantes de una importane morbimortalidad en los pacientes pediátricos, constituyéndose la linfopenia como el principal factor de riesgo. En este sentido, la monitorización inmune y la inmunoterapia son herramientas prometedoras en el diagnóstico y tratamiento de estos pacientes, respectivamente. Así, la Dra. Marta González Vicente, del Servicio de Hematología del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid apunta que "la inmunoterapia antiviral ya forma parte del presente y ha venido para quedarse como en otros ámbitos de la oncología".
La pluripatología del paciente pediátrico es una de las razones de la complejidad de los casos. A diferencias de los adultos, estos pacientes presentan generalmente "cuadros de base relacionados, por ejemplo, con el cáncer, por lo que reciben tratamientos mucho más intensos que los adultos al tener mucha más tolerancia y capacidad de regenerarse y recuperarse ante altas dosis de quimioterapia; mientras que el adulto, a partir de una segunda o tercera línea, es un paciente que ya entra en paliativos o se reducen sus posibilidades de cura", apunta el Dr. Pérez-Martínez. Con todo, "a su vez, el paciente pediátrico es muy vulnerable a las infecciones, lo que genera una situación de pluripatología donde se pueden llegar a mezclar muchas enfermedades virales".
Por su parte, la Dra. Cristina Schuffelmann, de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital La Paz de Madrid, ha destacado en la sesión 'Enterobacterias productoras de carbapenemasas en niños. Opciones terapéuticas', la necesidad de realizar investigaciones en estos pacientes, pues "la resistencia a antibióticos es un problema emergente, también en la población pediátrica, sobre todo en los pacientes con factores de riesgo (trasplantados, oncológicos, ingresados en UCI) y en infecciones intrahospitalarias". Además, "el tratamiento en niños es complejo, siendo recomendable un abordaje multidisciplinar (Equipos PROA) y un tratamiento individualizado".
"El paciente inmunodeprimido que tenga un evento clínico relacionado con Aspergillus fumigatus y tenga resistencia a los azoles, tiene una mortalidad a las seis semanas de un 30%"
Tanto es así, que la 'Resistencia a los azoles' ha sido otro de los debates de la jornada. Esta exposición la ha realizado el Dr. José Tomás Ramos Amador, de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Servicio de Pediatría del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, quien ha insistido en que "se están produciendo importantes cambios epidemiológicos en las infecciones fúngicas en pacientes de riesgo, a lo que contribuye el mayor número y abanico de sujetos inmunodeprimidos y el mayor arsenal terapéutico actual. Esto, unido a la disponibilidad de fármacos orales, con relativo buen perfil de seguridad, ha hecho habitual la profilaxis con azoles en pacientes de alto riesgo y tratamientos más prolongados de infecciones fúngicas, lo que favorece la selección y aparición de hongos resistentes, tanto levaduras como hongos filamentosos. En la útima década, se ha experimentado un aumento en la resistencia a azoles en numerosas infecciones fúngicas, por lo que es fundamental desarrollar estrategias preventivas que permitan optimizar la selección de pacientes candidatos a profilaxis, limitar su uso con programas multidisciplinares de optimización del uso de antifúngicos (PROA), e intentar el aislamiento del hongo patógeno para conocer su tipificación y susceptibilidad".
En adición, ha subrayado la necesidad de extremar la vigilancia epidemiológica para la "detección precoz de resistencias y conocer la susceptibilidad de los aislamientos, lo que tiene implicaciones en la consideración de modificar las indicaciones y el tipo de antifúngico elegido en pacientes con exposición a azoles o en centros con alta prevalencia de resistencias". En esta línea, "el paciente inmunodeprimido que tenga un evento clínico relacionado con Aspergillus fumigatus y tenga resistencia a los azoles, tiene una mortalidad a las seis semanas de un 30% (mayor que los pacientes en aspergilosis no resistentes a azoles), mucho más elevada que cualquier otro paciente susceptible", concluye el Dr. Pérez-Martínez.